Soy taxista.

No, no es el sueño de mi infancia ni el trabajo más deseado del mundo. Una serie de aciertos y errores en la toma de decisiones me han traido hasta aquí.

Vengo de un sector duro, de esos que (también) llaman de hombres; la construcción. A decir verdad, yo no tengo queja, o mejor dicho, si la tengo no es de los hombres con los que he trabajado. El caso es que ahora apatrullo la ciudad. Yo, que me saqué el carnet y no volví a tocar un coche en 6 años. Que una no sabe si la vida consiste en echarle narices o en volverse loca, y en este caso hay una bonita mezcla de ambas cosas.

El primer día me  tomábais el pulso solo con mirarme respirar. No es que estuviera nerviosa…para naaaada. Solo quería volverme avestruz y encontrar un bonito hueco en el suelo donde meter mi cabeza. (Vale, puede que la sensación del avestruz durase más de un día). Mi mayor preocupación era, tratándose de un servicio público, tener que pedirle al cliente que me indicara el trayecto. Que sí, que sí, que llevo TomTom (mi más nuevo mejor amigo), pero oye, que la sensación de desamparo y pérdida (de estar perdida, entiendaseme), no se elimina con una voz que dice «a 300 metros gire a la derecha».

Rápidamente me dí cuenta que eso de pedir indicaciones molesta entre nada y nada a los clientes. O si les molesta lo ocultan divinamente. Quizá la clave se encuentre en una preocupación mayor; ¿qué hace una chica conduciendo un taxi? Sí amig@s, vamos de modernos a más no poder, pero cosas tan absurdas como «mujer al volante» siguen siendo un tabú, una rareza, un tema taaaaan interesante que no hay día que no me pregunten por ello

Es una sensación extraña esta de tener que explicar el motivo por el qué trabajas. ¿Alguna vez le habéis preguntado a un camarero por qué es camarero? O, mejor aún, ¿alguna vez le habéis preguntado a un taxista (hombre), qué hace siendo taxista? La igualdad es algo que aún está a medio camino, yo lo sufro a diario. Lo que tengo claro es que depende de nosotras, de que nos atrevamos a «conquistar» espacios, que esa igualdad llegue algún día.

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Me explico, no me molesta que los clientes/as me digan que soy guapa (queridas, ser mujer taxista es un subidón de ego diario mucho mejor que pasear cerca de una obra), pero me perturban frases como «eres muy guapa para ser taxista». Supongo que en su cabeza suena a piropo, en la mía a machismo encubierto. ¿Hay profesiones para guapas y profesiones para feas? No voy a negar que he disfrutado sonriendo y preguntando al autor de tal afirmación que qué se supone que debería ser por ser guapa (cosa bastante subjetiva por otro lado). Evidentemente sobra decir que no me sacó de dudas, a no ser que un balbuceo y cambio de tema radical os indique a vosotr@s algún tipo de profesión y queráis comentarme.

Resumiendo, existe una teoría llamada «huevos de cristal» para explicar el motivo por el cual (la mayoría de) los hombres se sientan espatarrados ocupando más espacio vital del necesario. Desde aquí reclamo la de «ovarios de acero», que por supuesto, nada tiene que ver con la forma en que nos sentamos.

Señoras, señoritas, no olviden nunca, que los ovarios valen lo mismo que los huevos y que podemos ser muy princesas pero también unas jabatas. Y sobre todo, no permitan que nadie les diga lo contrario.

#JabatismoForEver

Autor: @newtaxidriverg