Ayer pasó esto:

Hace un par de meses que me veo muy muy mal. Más fea, más gorda, menos interesante, menos inteligente,… Menos de lo bueno y mucho de lo malo. Hoy era uno de los primeros días que salgo de casa y al mirarme al espejo me he dicho “Rebeca te vas a mirar y solo vas a ver lo bueno”, y lo he visto. Estaba feliz porque he notado que volvía a recuperarme y a sentirme como siempre, pero horas después me ha pasado algo muy desagradable que me ha vuelto a dejar en la casilla de inicio.
Un hombre (o más de uno) ha pasado con su coche por mi lado y ME HA TIRADO UNA PIEDRA a la vez que gritaba GORDA.
Nunca me he sentido tan humillada, nunca jamás.
Me he dado vergüenza a mí misma porque lo primero que he hecho ha sido sentir pánico de que alguien hubiese visto esa escena y ser objeto de burla. He pensado que menos mal que no me acompañaba nadie querido porque no soportaría hacerles pasar esa situación.
Luego he caído en cuenta de que no, yo no tengo que sentir vergüenza de nada. Alguien me ha tratado como basura y me ha intentado humillar hasta lo más bajo, esa persona es la que tiene que sentir vergüenza por ser así.
Solo quería recordaros que, a pesar de ser una de las cabecillas de una revolución que empezó hace 5 añosy que a diario se esfuerza por conseguir que este tipo de comportamientos acaben, también sufre ataques gordófobos.
Es importante visibilizar esta mierda porque existe, por mucho que intenten decir que exageramos… la gordofobia es real, el acoso es real, el maltrato es real y el ser un desgraciado es real.
Hoy me ha tocado a mí, y tengo el poder de ser la voz de mucha gente que calla por miedo o por vergüenza. Denuncia y no te calles, los que deberían esconderse en la cueva son los que intentan hacerte daño por ser diferente, no tú.
Recibí mil muestras de apoyo y de cariño, pero me causó mucha curiosidad los comentarios de la gente que le decía «no pasa nada, tú pasa» o «bueno, gordo no es un insulto». Todas las personas que formamos esta comunidad sabemos que la palabra GORDA no es un insulto, es un adjetivo descriptivo como puede ser «alta», «rubia» o «delgada». El problema es que hemos escuchado la palabra tantas veces con desprecio que nuestro cerebro la cataloga automáticamente como algo terrible. Cada vez que te han llamado gorda tu cabeza lo toma como un insulto y nos sentimos ofendidos y dolidos, porque claro, nadie quiere identificarse con una palabra tan estigmatizada.

En nuestra opinión, las gordas nos hacemos un flaco favor utilizando eufemismos como el «curvy» a al hora de definirnos si lo que queremos es, precisamente, que la situación de las personas con sobrepeso se normalice. El  primer paso para quererte de verdad, es asumir lo que eres. Solo así serás capaz de defenderlo con orgullo. Cuando dejamos de agachar la cabeza por lo que somos, el resto deja de utilizarlo en nuestra contra como un insulto. El día que te describas a ti misma como GORDA, sin que ello implique nada negativo, habrás desarmado al enemigo.

Por eso, lo que quise denunciar con esto, fue la agresión física a mi persona. ME LANZARON UNA PIEDRA a la vez que me llamaron GORDA. Tengo asumido lo que soy y cómo estoy, pero lo que me afectó tanto fue que alguien sienta tanto odio y asco hacia un tipo de cuerpo que sienta que tiene el derecho y el poder a hacer daño por ello. A todas nos han dicho alguna barbaridad por la calle relacionada con nuestro peso o apariencia. En el menor de los casos es un piropo cariñoso, como ese viejo verde amante de las curvas que compara tus pechotes con los cántaros de su pueblo; pero la mayoría de las veces se convierte en un mal trago que, si encima te pilla en un mal momento de tu vida, puede tener terribles consecuencias. Si eres un saco de inseguridades, agachas la cabeza y aguantas hasta llegar a casa para poder llorar a gusto. Si esa es tu actitud y siempre has callado cada vez que recibes un comentario o una agresión por tu físico, normal que luego no entiendan por qué te sientes mal. Te da tanta vergüenza que te lo quedas para ti y lo guardas hasta que se pudre y te acabas convenciendo también de que te merecías esas palabras o ese maltrato.

Sabemos que nadie nace enseñado, hay que pasar por muchas situaciones para sacar la fortaleza de donde creías que no había ni migas. Pero ahora te pedimos que hagas una reflexión y respondas a la siguiente pregunta: ¿Has sentido alguna vez la necesidad de insultar a un desconocido cuando caminas por la calle? Vamos más allá. ¿Crees que insultar a alguien por algún motivo físico y sin venir a cuento hará que te sientas bien contigo mismo? NO Y NO. Y eso es porque eres una persona normal y estupenda, quizás necesites quererte un poco más, pero desde luego no vas a hacerlo a costa de la felicidad de los demás. ¿Cómo de podrido debe de estar alguien por dentro para que agredir verbalmente o físicamente a otro ser humano le haga sentir mejor o le reporte diversión? Hay que quererse muy poco y hay que ser muy gilipollas.

Te animamos a que si algo así te sucede, sientas pena por estos energúmenos y que DENUNCIES y compartas tu caso públicamente. Solo podemos compadecernos de las vidas vacías de esa calaña y sonreír; porque si «gorda» es lo peor que pueden llamarte, es que no estás tan mal.