Whatsapp nos ha facilitado la vida, ahora estamos más conectados con nuestros colegas, pareja y con la madre que los parió a todos que también tiene whatsapp y lo ha aprendido a usar hace cinco minutos, pero nos da por el saco como si no hubiera un mañana. Porque antes podías no coger la llamada y si te dejaban un mensaje, decir que no lo habías escuchado, pero ahora, ahora nos tienen pillados por los cataplines, y si tienes valor deja a alguien en visto 24 horas que la que te va a caer, va a ser chica.

Pero aún hay algo peor. Las notas de voz. Sí, esos audios que solo son aceptables si duran 15 segundos porque todo lo demás es un horror cansino e inaguantable, una tortura de la era moderna, el diablo de la comunicación. Por favor, abolición de los audios largos ya.

Porque si se hizo para ahorrarnos llamar, y para que fuera algo rápido (por eso es una aplicación de mensajería rápida) y un audio de 5 minutos es todo menos eso ¡Basta ya!  El desarrollador que inventó las notas de voz tenía una mente muy retorcida.

Y no vale la excusa de: «No tenía tiempo de escribir y te mando un audio». No, no, no, sino tenías tiempo de escribir ¿De dónde sacas los 3 min que te has pasado largando algo que podías haber resumido en tres líneas?

Y luego están esos que sabes que no puedes escuchar delante de nadie, porque, o son de tu amiga desequilibrada que lo que suelta por la boca, en la tele sería como un «Piiiiiiiiii» inacabable, o  son de tu churri, ese con el que estas en fase de pasión absoluta, y claro sabes que aparte de que están clasificados como porno del duro con ochenta rombos rojos, pues también son de un «Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii» infinito y que nadie puede escuchar salvo tú. Y seamos realistas, esos  son los únicos que te apetece oír, y por lo tanto tienes que buscar un lugar seguro, dígase el wc , encerrándote simulando hacer popo, y con un audio flojito para que si entra alguien no llame a los Geos.

Y claro pues lo escuchas en plan rápido, pero luego cuando vuelves a tu puesto de trabajo, te das cuenta de que te has perdido cosas y que necesitas volver a hacerlo, y otra vez al baño a encerrarte, vamos que la culpa de que la producción de este país no sea la correcta es claramente de los audios del puñetero whatsapp.

Y  si estás en un grupo eso ya es el drama, cuando quieres seguir el hilo de una conversación interesante y de repente hay uno, el odioso, que ha decidido ir dando su opinión en notas de audio, por lo que si las dejas para el final pierdes el  hilo de la conversación claramente y si las escuchas pues tardas el triple en enterarte del asunto.

Y  hay algo peor aún que las notas de voz, y es que la mayoría de las personas las vuelve a escuchar para si mismas al enviarlas, y cuando uno es espectador de eso, es de los momentos más patéticos y ridículos que puede haber. Uno escuchando su propia voz e incluso riéndose de lo que  ha dicho, en plan: «Qué gracioso soy, anda lo que he soltado».

Y luego pues también está la parte en la que tú estas tomando algo en un bar o en el trasporte público y alguien le da por escuchar los audios de su madre o de quien sea, con el volumen a toda leche, y claro pues te enteras de lo que va a cenar, de lo que le ha dicho el profesor a su amiga de su hijo, o de que la ha dejado el novio y ahora están en un tira y afloja que no hay quien lo aguante. O sea, un montón de cosas que te importan un carajo y que estas obligada a escuchar porque aunque todos lo piensan nadie es capaz de decirle: «Te puedes poner los puñeteros auriculares que los inventaron en 1958 previendo que esto iba a pasar y los demás no tendríamos que sufrirlo, gracias».

Porque si ya es una tortura oír los tuyos, escuchar los de los demás ya debería ser considerado delito contra la salud mental, y abuso de los oídos ajenos, por lo menos.

¡Stop audios de whatsapp ya!