Tú, mujer, que has tenido tantas citas en Tinder que están a punto de darte un premio Guinness. Tú que has tomado más de ocho millones de cafés con desconocidos, tantos que por tu culpa Juan Luis Guerra ha tenido que cambiar la letra de su canción, para que llueva más café porque has agotado las plantaciones en Colombia por tu culpa. Tú que has cenado en todos y cada uno de los restaurantes de tu ciudad, y podrías ser la mejor crítica culinaria del país. Vamos que para el próximo MasterChef seguro te llaman.

Tú que has aguantado tantas conversaciones absurdas, tantos lamentos, tantas historias de ex que son unas hijas de su madre y les han arruinado la vida, que ya te han convalidado la carrera de psicología y Freud a tu lado era un simple becario.

 

Tú que has hecho todo esto para encontrar el amor, y que visto lo visto, ya desechaste la idea del príncipe azul y dijiste: «Aunque sea un buen polvo». Y luego ya has ido bajando el listón hasta «bueno al menos un polvo», «bueno al menos que dure 15 minutos», «bueno al menos que tenga pene», «bueno al menos que me toque alguien», «bueno…»  ¡Ya basta!

Hasta que un día decidiste que ya estaba bien de aguantar chapas, fracasos, amantes de pena, tíos que se creen que una relación sexual es una peli porno de bajo coste… Ese día decidiste tener una relación sana y estable con tu mano.

Y muy bien hecho. Es más barato, más seguro y llegas al orgasmo fijo, no falla nunca querida. Y luego te la lavas, y ni le das conversación, ni un besito, ni nada. Media vuelta y a dormir a pata suelta.  Pero claro ahí el único problema que hay es que eres joven y tus ganas de sexo no han aminorado, por lo que te frotas más ahí abajo que Aladino a su lámpara. Y claro de tanto frotar y frotar, un día te salió aquella señora del anuncio del Wipp Express. Y cuando la enviaste para el carajo porque tú no estás harta de frotar sino de que no sepan hacerlo.

Pero claro va a llegar un día que eso se te va a desgastar de tal manera que si hay un incendio y lo único que queda sin calcinar es tu chichi, las huellas chichilares estarán completamente borradas y nadie podrá reconocerte. Pero mira eso que te habrás llevado al otro mundo querida.

Total que de tanto y tanto frotarte una noche te salió el mago y te dijo: «A ver te concedo tres deseos»

Y tú sin pensarlo contestaste:

  • Quiero un hombre que me haga reír.
  • Inteligente.
  • Y que folle de maravilla.

Y el mago te contesto: «Mira, eso es imposible. Así que si quieres yo me quedo aquí contigo y te lo como todas las noches mientras tú te sigues frotando. Porque yo también estoy harto de que la gente me pida cosa que no les  puedo conceder. Y además como ya han dicho los científicos que en el 2030 se acaban las relaciones sexuales y quedan solo once años, y  yo ni cómo, ni bebo, ni ocupo sitio, pues me quedo aquí con esa condición y tan pichi».

 

Y así fue como ella le fue pasando el genio  cada mes a una  amiga, y esa amiga a otra amiga, y en el 2030 pues ya no follaba ni Dios. ¿Y de quien fue la culpa? ¿de Tinder? ¿de los hombres? ¿del genio? ¿de la del frote frote? Quién sabe queridos, quien sabe.

Pero a este paso lo que si está claro es que el follar se va a acabar.