Hoy he visto un estado de una artista en el que ha subido una ilustración en el que una compresa y un tampón miraban a un test de antígenos mientras este celebraba que le habían bajado el precio por ser un artículo de primera necesidad. Toda la razón obviamente. Pero me he dado cuenta de que las madres, que como siempre, somos las eternas olvidadas, tenemos un montón de artículos de primera necesidad y de los dinerales que nos gastamos cuando tenemos hijos poco se habla. Suponen un gasto enorme para nuestros bolsillos y los de nuestras parejas y creo que nunca he oído que nadie los reclame productos de primera necesidad. 

 

Ten hijos te dicen, pero nadie te explica por qué los pañales no son productos de primera necesidad. Se gastan unos 5 o 6 mínimo al día durante varios años por cada hijo y solo tenéis que ver cuánto cuestan en el supermercado. 

Los empapadores, que se usan después del parto para que no dejes todo perdido de sangre y después para que los niños no te estropeen los colchones hasta una edad considerablemente avanzada (y que también son imprescindibles para cualquier ser dependiente). 

Las compresas especiales 100% de algodón que os comento que cuestan más del doble que las normales porque además solo se pueden comprar en farmacias y que tenemos que cambiarnos cada 4 horas mínimo para evitar que se nos complique la zona ya considerablemente perjudicada después  del parto. Sin incluir productos que muchas veces necesitamos para que cicatrice la episiotomía o las grietas que la lactancia nos deja en los pezones y que no están incluidos en la seguridad social. Por lo visto todo lo que necesitemos para recuperarnos después de 9 meses de embarazo y un parto no debe ser necesario y lo compramos porque queremos (nótese la ironía).

Vacunas que no entran dentro del programa de vacunas obligatorias porque alguien decidió arriesgar la salud de toda la población diciendo que oye, que no es importante inmunizar frente a la meningitis por ejemplo, total, solo tiene un índice de mortalidad del 10% en niños, y que cuestan la friolera cantidad de unos 100€ la dosis. Así que quien no se la puede pagar deja a sus hijos expuestos y la posibilidad de contagiar a otros. Y supongamos que no tengas problemas con la lactancia porque entonces aparecen las pezoneras, las cremas para el pezón, la leche de fórmula, los biberones, el sacaleches y un largo etcétera de costosos productos que tendrás que desembolsar de tu bolsillo suponiendo que tengas suerte y que tu prestación de maternidad tarden menos de un mes y medio en pagártela, porque entre que la solicitas, la tramitan, la aprueban y la cobras creedme que es una suerte si la cobras en menos de un mes.

Las madres somos un negocio para el patriarcado y necesitamos que esto acabe ya. Ahora que por fin empezamos a conseguir que se hable de la violencia obstétrica, que casi casi habíamos llegado a Eurovisión con una canción que reclamaba las tetas lactantes, ahora es el momento de que os acordéis de nosotras, de las madres, de esas mujeres que pudieron elegir ser madres.

Porque es maravilloso que hayamos conseguido que aquellas que no quieran ser madres no lo sean, sin lugar a dudas, uno de los grandes hitos del feminismo. Ahora no os olvidéis de aquellas que sí queremos ser madres pero que el patriarcado no nos lo quiere poner fácil porque cree que le pertenecemos. Tenemos derecho a no querer ser madres y también a querer serlo en una sociedad que no sea hostil a la maternidad.

Ainara Atienza