Este artículo debería haber sido un «Todos los motivos por los que me muero por ver La Veneno», pero tenía las expectativas tan altas que no me atrevía a escribirlo y lo fui dejando pasar. Cuando vi el primer teaser en la cuenta de Twitter de Javi Calvo lloré, y seguí llorando con cada promoción que pillaba por cualquier sitio. Porque yo soy así: llorona. Pero es que encima Cristina Ortiz, la Veneno, es un referente importantísimo para mi… porque ojalá el mundo más lleno de seres tan libres como ella, joder. Ayer, por fin, pude ver el primer capítulo (y por ahora el único, porque a causa del confinamiento no han podido seguir con el trabajo de post producción) de la serie dirigida por los Javis.

Y sí, ha cumplido con todas mis expectativas (incluso las ha superado).

Reconozco que me daba un poquito de miedo, porque temía cierto sesgo cómico. Pero en mi opinión lo han planteado todo desde el amor y el respeto más absolutos. Y, como todo, tiene una parte de verdad y otra de ficción (guiño. guiño). Así que ahí voy con todos los motivos por los que me muero por seguir viendo La Veneno:

La visibilidad al colectivo trans. Que a ver, está claro que reducir la comunidad transexual a La Veneno sería un error enorme, pero acercar al gran publico a una de sus figuras más relevantes siempre es positivo y sirve para romper con muchos tabúes.

Salen un montón de personajes y escenarios míticos de nuestra infancia. Sí, yo también fui una de esas niñas que veían «Esta noche cruzamos el Mississippi» a escondidas y que flipaba muchísimo con Crispín Klander (¡modoooosito!). Creo que si fuera a un psicoanalista descubriría que mis primeros recuerdos sexuales están patrocinados por atresmedia.

Las actrices que interpretan a Cristina están INMENSAS y el trabajo de caracterización es BRUTAL. Y seguro que Jedet también está estupendo interpretando la juventud de Cristina.

Los cameos son una fantasía. Desde Esty Quesada (aka Soy una pringada) haciendo de fan loca de Take That, pasando por Micky Molina encarnando al mítico periodista del caso de las niñas del Alcàsser que salió cascando por todos los programas de televisión, hasta la Zowi bailando en el Mississippi tal y como lo hiciera Sonia Monroy en su momento. Y ojo, estoy deseando ver a Ángel Garó hablando de juguetes rotos (que se filtró en el trailer y tiene mucha guasa).

Lloras y ríes todo el rato. Esto lo he comentado con varias colegas y todas coincidimos: mucha emoción todo el rato. Por Cristina la Veneno (por supuesto) y porque vemos cómo la otra protagonista (Valeria Vargas, que además es la persona que se encargó de escribir las memorias de la Veneno), está a punto de empezar con su transición. Solo escribiendo esto me vuelvo a emocionar; cuánta falta hacen estas historias…

Por Paca la Piraña, que se interpreta a ella misma y eso es historia de España. 

Porque plantea reflexiones importantes. En este primer capítulo es muy clara: ¿cuál es el papel de los medios de comunicación a la hora de construir el imaginario colectivo? Y ya os lo digo yo: los medios de comunicación son FUNDAMENTALES para normalizar la diversidad. Y esta serie no deja de ser una especie de ejercicio de redención: en su momento la televisión utilizó a Cristina como un personaje para el entretenimiento, hoy se dignifica a esta pionera televisiva.

De verdad, esta serie va a convertirse en una maravilla de la historia audiovisual de nuestro país… La que avisa no es traidora, DIGOOOO!