Si sois de las que prefieren el realismo a lo idealizado, que disfrutaron de Sexo en Nueva York pero que no se lo acaban de creer, de las que no soportan los clichés de las comedias románticas o que simplemente van llorando por las esquinas porque se ha acabado Girls (PARA SIEMPRE), os traigo buenas noticias. La respuesta a todos vuestros deseos seriéfilos está en Netflix y se llama Love, una serie antiromántica sobre el amor.

Pero, ¿qué hace que Love mole tanto?

  1. La historia de amor menos romántica y sexy de la historia

Bienvenidas a la desmitificación del amor: nada de flechazos a primera vista, ni amores prohibidos, ni secretos, ni dramas grandilocuentes (solo, drama, a secas).

Love no es el típico romance, pasional y casi épico, al que nos tiene acostumbrada la pequeña pantalla (y la grande, y los libros, y la música, y el arte pictórico, y el treatro…en fin, cualquier producto cultural a la vista). Su primer encuentro no tiene nada de idílico, no saltan chispas y lo único que les impide estar juntos es su torpeza emocional y su incompetencia para mantener relaciones sanas (como la vida misma, vaya).

La no-cita más chapucera de la historia de la televisión
  1. Es de la misma productora que Girls

Lo que explica algunos Dejavu como el nombre sencillo y directo (¿de qué trata, de amor, pues Love, está claro), la intro molona, el hecho de que la cara de la prota nos suene de algo (¿Mimi-Rose, eres tú?) o el rollito así en general que se trae la serie. Teniendo en cuenta la crisis existencial en la que nos ha sumido a algunas el final de Girls (PARA SIEMPRE) cualquier cosa que nos recuerde a Hannah y a su pandilla es bien recibida.

  1. La mayoría de la gente NO es guapísima, es normal, joder, normal (GRACIAS)

Los personajes de Love son de lo más normalucho que uno se puede encontrar y van vestidos con el mismo glamour que cualquiera de nosotros yendo a comprar el pan un domingo (Mickey tiene tres pares de zapatos y repite ropa, como la gente corriente, eh, Carrie Bradshaw, eh, toma nota). Incluso la gente guapa es de un guapo creíble, con sus ojeras, sus pelos rebeldes y sus defectivos de, en fin, de ser humano (gracias por no intentar hacernos creer que la perfección existe).

  1. Los protas son un desastre, más que tú y que yo. Así da gusto

Pero un desastre. No exagero. Uno se pasa de sosaina, la otra de excesos, y con la tontería ninguno de los dos lleva ni de lejos la vida con la que soñaba. Si estos dos pueden encauzar su vida cualquiera puede. Hay esperanzas. I want to believe.

  1. Los ángeles

QUE-BO-NI-TO. No sé cómo lo hacen, pero hasta los sitios más cutres (porque, creedme, el nivel de cutrismo en esta serie es elevado al estado de arte) son resultones en la pantalla. Da igual que vayan al restaurante koreano más mugriento de la ciudad, a la línea chunga del metro o a un bar oscuro y maloliente a las doce de la mañana, que hacen que quieras mudarte a LA corriendo (entre eso y que van en pantalones cortos y sudadera todo el año…me mudo), bueno, o mejor voy en coche, que allí si está “cerca” son 40 minutos en coche. God bless Uber.

  1. Las canciones inventadas.

El hobbie del grupo de amigos de Gus es inventar “theme songs” para películas que no tienen una. Será todo lo friki que tú quieras, pero mola mazo.

  1. El coche de Mickey. Igual no es un motivo de peso, pero a mí me hace feliz
  2. Bertie

La nueva compañera de piso de la prota. Es MA-RA-VI-LLO-SA. No sé cómo se puede ser tan mona, maja y adorable y a la vez tener un lado oscuro tan inquietante. Y ese acento australiano. Ais. Que me la como. QUIERO SER TU AMIGA. Es una tía feliz ella (cuidado con su reverso depresivo, no os fiéis de las apariencias).

  1. Mi gato se llama Grandpa, porque es la rencarnación de mi abuelo”

OBVIAMENTE. Creo que hemos encontrado al alma gemela en edición californiana de Phoebe Buffe. Para escuchar estas y otras perlas, id a ver la serie.

  1. Todos hemos estado ahí (“We’ve all been there”)

Si es que lo avisan hasta en el cartel de la serie. A no ser que seáis arománticos hasta la médula esa mezcla de dudas y ganas que te abordan al conocer a una persona que te gusta os resultarán familiares. Es fácil sentirse identificados con Gus o Mickey, o con los dos a la vez (porque esto no es una cuestión de géneros, ni de roles, una puede ser el Gus de esta relación sin ningún problema) a la vez que vamos siguiendo su proceso de enamoramiento, rayadas mentales ,  y, quien sabe, quizás de desenamoramiento.

No sabes cómo te entiendo…