Mañana me hago las uñas de los pies. Vaya frase si lo piensas, me hago las uñas… ¡ni que no las tuviera ya al nacer! Voy a obviar la metonimia, que mi padre no tiene uña en el dedo pequeño del pie y será de las únicas cosas rarunas de las que me he librado. A lo que iba. Que mañana tengo la vez para pintarme las uñas de los pies en una tienda de estas que te las hacen semipermanentes, porque como ya se sabe, nada es para siempre y menos si crece y hay que cortar. 

Una vez al año es ritual: primero, voy al podólogo a deshacerme de todas esas pieles muertas y cosas que tengo de más en los pies. Te sientas en el sillón ese de dentista, que lo identificas con el del dentista por todos los elementos de tortura que lleva anexos y conectados a la luz, y te relajas. En mi opinión que te hagan los pies es relajante, exceptuando el momento pulido, que me da unas cosquillas que no puedo, es que no puedo. Algún día le salto los dientes a la pobre podóloga y eso que me cae bien.

A los días de tener los pies decentes y de darme crema para la sequedad, cosa que dejaré de hacer en breve porque la constancia en administrarme potingues nunca supera el mes, es cuando les doy color a mis mejillonas. Es otra cosa que me gusta mil. Llegas al sitio en cuestión y te sientas en ese sillón de la Reina de Aragón. Voy a confesar que soy republicana y muy anti-estratos sociales pero ¡Ojú! me sale la vena de terrateniente en cuanto me siento en ese sillón. De diva de la vida, para que me entendáis y ¡nada más lejos de la realidad!

El clímax lo suelo alcanzar cuando meto los pies en ese agua calentita que te ponen para que la dejes negra con la mierda que has ido atropando por la calle con tus sandalias. Ya te puedes haber duchado y que esté justo debajo de tu casa, que algo echas fijo. Te secan con masajito y todo. Madre mía, masaje de pies está muy arriba en mi lista de placeres en la vida.   

Ahora llega el momento. Te preguntan: ¿normal o semipermanentes? Tú que esto ya te lo traes sabido de casa le dices: semipermanentes. Bien, vas bien. La tontería del permanente no la vuelves a preguntar, aunque te muerdes la lengua, porque siempre te queda la cosa ahí de que, en un año que llevas sin pisar por allí, haya cambiado la normativa esa que rige el negocio del esmalte de uñas. Porque tú solo vas una vez al año a hacértelas para que te duren. Y anda que no duran, ¡todo el verano casi! Lo que comentaba al comienzo, porque crecen y es recomendable dejarlas al aire una temporada también, si no…. Por si alguien no se ha hecho las uñas semipermanentes y luego se las ha dejado crecer para que el esmalte se vaya solo, un dato: la uña del dedo gordo del pie tarda un año exacto en crecer del todo. Mi podóloga puede certificarlo.

Por fin, el momento decisivo. Lanza la pregunta: ¿qué color vas a querer? Horror, terror. Eso nunca lo llevo pensado. ¿Solo me entra la angustia a mí? ¡Ojo! Son casi dos meses de sandalias de varios colores,  pies descalzos, bikinis de diferentes formas y tonos, hasta el tono de la piel podría influir, incluso si vas a tener una boda y vas a llevar, por ejemplo, sandalias finas doradas con un vestido de tul, el color verde fosforito stabilo no suele pegar mucho. Necesita un tono que sirva para todo, pero a la vez quieres uno que sea original, fresco y ¿que esté de moda? ¿He dicho un tono de uñas del pie que esté de moda? Sí, aquí estoy. Consultándolo en google. A lo que hemos llegado…

Y vosotras ¿de qué color las lleváis este año? ¿”Uña” ayudita, par favar?

MUXAMEXAOYI