Me maquillo cuando me sale del coño

 

Señoras, me parece increíble en los tiempos que corren, pero a estas alturas todavía hay que explicar a cierta gente qué hacemos o dejamos de hacer con nuestro aspecto. Más allá de que en algunas empresas obliguen (solo a mujeres, ¡obviamente!) a usar maquillaje, lo cual me parece nauseabundo y de un nivel arcaico a más no poder. No, me refiero al señoro de turno, a la tía Paqui o al compañero o compañera de trabajo que, justamente el día en que no te maquillas, te suelta el tan manido: «Qué mala cara tienes hoy, ¿no? ¿No has dormido bien?». Pues no, Manolo, hoy me he pasado la noche en vela pensando en ti, fíjate tú por dónde. 

 

Me encanta el maquillaje. Sí, lo reconozco. Unos buenos morros rojos, de esos que cuando te limpias en la servilleta parece la muestra de un crimen. Colorines distintos en los ojos según qué ropa me vaya a poner y mucho brilli brilli, además de un eyeliner que en ocasiones es correcto y otras un boceto picassiano. Pero qué importa. Lo hago porque me apetece, porque maquillarme es disfrutar y un juego, como cuando era pequeña y cogía el pintalabios de mi madre para marcarme rayas en la cara (sí, así a lo loquer). 

Ahora bien, ¿me apetece cada día? Pues no, Antonia, hay muchas veces en las que no estoy de humor, no me apetece, no tengo el chichi para farolillos o, lo más importante, porque no y porque sí. Es decir, ¡que no me da la gana! ¡Y a ti te tiene que dar igual! 

Habrá ocasiones en las que me levante de la cama diva, sensual y poderosa y me marcaré un maquillaje que ríete tú del clan Kardashian, pero seguiré siendo la misma persona poderosa en cuanto me lave la cara. 

Y cuando vaya a cara lavada a comprar el pan, a trabajar, o a tomar algo con mis amigas, si me ves «rara», «diferente» o «descuidada», que sepas que me la suda (y mucho) tu opinión. 

La vida son dos días y la mitad de ellos estamos durmiendo, disfrutemos más y critiquemos menos. Solo una cosa más para las que les apasiona el maquillaje como a mí: recomendadme paletas, que se me terminan los colores. 

Ega