Tengo una hija que pronto cumplirá 12 años. Ella siempre ha sido de esas niñas de la mitad del percentil para arriba, es decir, cuando era bebé a todo el mundo le encantaban los mofletes y los rollitos de las piernas, pero ahora, que es más mayor, la misma gente le empieza a hablar de dietas, de ejercicio y demás historias.

Ella es una niña sana que acude a todas las revisiones pediátricas que le corresponde y, siendo alta y corpulenta, está totalmente dentro de lo normal. Confesaré que me agobiaron tanto con que pudiera haber un problema con su peso, que la llevé a la nutricionista y a una endocrina. Ambas me dijeron que la niña está perfecta. Genéticamente es más grande que la media, pero es que tanto su padre como yo lo somos.

Hizo varias analíticas que dicen que está perfectamente por dentro y el estudio completo hecho por las profesionales dice que come lo que debe comer, se mueve lo que se debe mover y que ahora, que se aproxima ese momento transformador en nosotras, la pubertad, es normal que acumule un poco más de grasa en la barriga con la que, en un año o dos, su cuerpo se apoyará para hacer un cambio en su figura y el resto de las cosas increíbles que hacen nuestros cuerpos a esa edad.

Yo me quedé totalmente tranquila. Su padre no. Según él la niña está gorda y se acabará acomplejando (lo está, si, por él, pues según entra por la puerta de su casa la pesa y le prohíbe comer postre).

Él no quiere llevársela más de uno o dos días al mes, según él, para no romper su rutina. Alguna vez se despista y no viene, aunque la niña se ha acostumbrado tanto a sus ausencias que ya no dice nada. Los fines de semana debería recogerla el viernes en el cole y traerla después de cenar el domingo. Sin embargo, es raro que venga a por ella antes del sábado por la tarde, aunque alguna vez la recoge por la mañana, y la trae a media tarde del domingo. Además de pasar muy poco tiempo con ella, prácticamente no participa en la alimentación de la niña, ni de forma educativa ni económicamente hablando.

Yo, desde que nos separamos, tuve que reducir mi jornada de trabajo para poder atenderla a ella, así que vivimos las dos con un empleo a 30 horas. Él tiene un buen trabajo, pero la mitad de su nómina es en B, por lo que legalmente cobra lo mismo que yo, por eso la manutención que le pasa a la niña (a pesar de que el régimen de visitas es de chiste) es una miseria, menos de la mitad de lo que se suele pagar. Y con eso, según él, bien administrado le da de sobra a la niña para comer y cenar el mes entero. Sin embargo, cada visita de su padre culmina con un “dile a tu madre que deberías comer más pescado y que sea fresco, no esa mierda que te da ella”.

Yo no sé si sois conscientes de lo que cuesta la cesta de la compra hoy en día. De cuanto vale mantener a una niña en pleno desarrollo, que crece y necesita ropa, que va al cole y hay que comprar material, que le gusta ir a los cumples de sus amiguitas y amiguitos… Todo suma y ahora mismo, lo que más suma, es ir al super.

Hago lo que puedo por su alimentación y lo han supervisado profesionales que, gracias a Dios, eran conscientes de las realidades familiares diferentes, es decir, saben que no todo el mundo puede comprar pescado fresco 4 días por semana. Pues cuando puedo, lo hago, y cuando no, compro congelado, de oferta o lo que pueda.

Él dice que la niña será siempre una gorda y no sabrá comer porque yo no se lo permito porque me gasto toda la pensión en tonterías (esto lo dice sobre todo porque en su último cumpleaños le regalaron un bolsito que a él no le gustó en absoluto y que considera inapropiado) mientras la niña está mal nutrida.

Lo invité mil veces a que vaya a hablar con su pediatra, con la nutricionista o con quien considere, pero se niega porque dice que están manipuladas por mi (como si eso fuese posible o legal), pero tampoco hace nada por llevarla él a algún sitio de su confianza, porque eso supondría llevarse a la niña entre semana y por eso sí que no pasa.

Y así paso un fin de semana al mes, con ganas de mandarlo a la mierda y mandarle los tickets del super y mi nómina mientras sé que él cobra ahora mismo más que nunca. Pero simplemente paso para que la niña no perciba el mal rollo entre nosotros.

Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.

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