Antes de empezar a contaros mi experiencia donando óvulos voy a presentarme: me llamo Ángela tengo 22 años y soy de Cantabria, actualmente soy estudiante y trabajo durante el verano como socorrista.

Al cumplir la mayoría de edad fui de cabeza a la Unidad Móvil del Banco de Sangre y Tejidos de Cantabria. Allí además me explicaron que podía ser donante de médula y de órganos, así que también me apunté. La verdad es que si lo piensas haces mucho bien a otras personas con solo 5 minutos de tu vida.

Vamos al lío.

La donación de óvulos la conocí mientras veía una serie, en realidad no, lo había oído antes pero como algo muy peligroso y fuera de lo normal… No me fiaba mucho, así que me metí en Internet y busqué las clínicas más cercanas y una de ellas fue IVI. Lo primero que hice fue entrar en la página web y meter los datos que me pedía: nombre y apellidos, número de teléfono y correo electrónico. Al día siguiente una persona del centro se puso en contacto conmigo y concertamos una cita para explicarme en qué consistía la donación.

Antes de continuar, si te estás planteando ser donante deberás saber que se necesita bastante tiempo libre para llevar a cabo el procedimiento.

En la primera cita me atendió una enfermera que me explicó en qué consistía el tratamiento, además de añadir mis datos a la base de datos: color de pelo y de ojos, tono de piel, mis hábitos, mi altura y mi peso. Una vez pasados los dos días de rigor para pensármelo bien comenzó el proceso: cuando me bajó la siguiente regla empecé con las pastillas anticonceptivas para que ellos tuviesen controlado mi ciclo menstrual. Durante ese periodo revisaron que mis óvulos produjesen suficientes óvulos, además de hacerme un análisis de sangre para descartar posibles enfermedades y un examen bastante interesante e importante al mismo tiempo: un test de compatibilidad genética. En mi caso me salió que soy portadora de ataxia por deficiencia de vitamina E, una enfermedad neurodegenerativa, un dato bastante notable a la hora de querer tener hijos. Una sorpresa la verdad, pero no la única, durante las ecografías vaginales me detectaron útero bicorne… Tenía (y tengo) el útero dividido en dos. No es un gran problema ahora, que no quiero tener hijos, pero en un futuro me tendrán que intervenir, puesto que tener el útero bicorne complica la gestación provocando abortos. Quitando estos dos descubrimientos desconcertantes el tratamiento continuó sin ningún problema, más allá de los efectos secundarios de las pastillas anticonceptivas.

Cuando pasó el primer ciclo empecé con las inyecciones de hormonas. Depende de cada persona, pero yo me hinché como un globo y al principio fue un poco doloroso, puesto que las inyecciones se dan en la barriga. Duró 12 días durante los cuales hice un test psicológico, el cual después analizó la psicóloga, con la que tuve una entrevista antes de la punción.

Antes comenté que si no tienes tiempo libre no es muy buena idea que seas donante. Esto lo digo porque durante el periodo que dura la estimulación hormonal debes ir a la clínica cada 4 días (más o menos) para que hagan el seguimiento del tamaño de los folículos ováricos y que te tomen muestras de sangre. Además, el día de la punción te avisan con 2 días de antelación (como mucho) puesto que cuando los óvulos están lo suficientemente maduros, se procede a la punción.

Por fin llegó el día de la intervención, en Cantabria no hay quirófano así que me tuve que desplazar a Bilbao. Allí tuve que firmar el consentimiento para la sedación y otro documento que ya había firmado pero que no debía estar completo (hay que firmar muchos documentos). Me desvestí, me puse el camisón y fui al quirófano. Me pusieron la vía para la sedación y en menos de 20 minutos estaba fuera. No te enteras de nada y tampoco duele los días posteriores. Tardé más en espabilar de la anestesia que en toda la operación. Cuando me desperté me dieron un café con galletas, porque hay que ir en ayunas, y un vale de 30€ para gastar en Stradivarius (también había de Zara o Bershka). Una vez vestida me pasaron al despacho de una administrativa que me hizo firmar un recibí en el cual ponía que me habían hecho entrega de los 1000€ de compensación, los cuales entregan en metálico.

La verdad es que tenía miedo de la forma en que me fuera a tratar el equipo médico durante todo el proceso, pues había leído en foros que a las donantes se las trata como a ganado, pero yo he de decir que he tenido la suerte de contar con un equipo muy amable que ha estado a mi disposición y que se ha preocupado por mi estado de salud en todo momento. La única persona que me hizo sentir mal fue la anestesista cuando me preguntó por mi peso (durante la estimulación gané un par de kilos por la hinchazón, que perdí a los 4 días) porque decía que las personas con sobrepeso tienen problemas para respirar durante la anestesia… No estoy delgada para qué negarlo, pero no estoy tan sumamente gorda como para ahogarme mientras duermo. Lo siento si ofendo a alguien, pero es que me dejó planchada, porque por un momento pensé que me iba a mandar para casa tirando por los suelos todo lo que ya había pasado.

En resumen, lo pintan como algo muy negativo, que va a doler, que te van a tratar mal… pero para mí hay más cosas buenas que malas: he podido hacer feliz a una madre que de otra forma no habría podido serlo.

Anónimo