– Mi experiencia viendo porno y por qué he decidido no ver más.

 

Voy a abrir un gran melón, que está muy en boca de todos últimamente y creo que merece pararse a reflexionar. Voy a seros muy sincera, a mí sí que me gusta mucho ver vídeos para masturbarme, es algo que, como mucha gente, hemos hecho a menudo para explorar nuestras fantasías. Además, me da mucho morbo ver a personas desconocidas follar. Pero ¿es dañino el porno? ¿se trata de prostitución encubierta? Aunque sean libres de mostrarse así en un vídeo por internet (dentro de un estado capitalista, donde podríamos debatir si esa libertad es real o solo una mera ilusión a través de la cual, SORPRESA, también nos manipulan), ¿me parece correcto consumirlo?

Independientemente del debate moral sobre el asunto, ¿qué consecuencias tiene la visualización de porno en nuestro estado anímico, en nuestras relaciones y educación sexual?

 

Como yo no soy una experta, durante 2022 estuve investigando a fondo sobre el tema. Leí artículos, vi vídeos de profesionales de la salud sexual, prostitutas, activistas de los derechos de la mujer, psicólogos y compartí opiniones con amigos y conocidos. Y es curioso cómo, en cuanto a los efectos que tiene en nosotros, todos estamos bastante de acuerdo: es una tremenda porquería. La mayoría de los vídeos porno mainstream están completamente repletos de violencia sistémica hacia la mujer, que siempre está hipersexualizada, en una situación de sumisión y obediencia ciega. Hace ya tiempo que decidí, por asco hacia esos videos heterosexuales de hombres ejerciendo violencia sobre mujeres, solo ver porno lésbico, que siempre me ha encantado y veía mucho mejor. Ahora bien, ¿cuál fue mi punto de inflexión para no verlo más? Que realmente no puedes saber en qué videos las mujeres son parte de trata. No lo sabes, no tienes ni idea de qué mujeres de todos los videos porno que te has comido en tu vida son parte de trata de blancas o están directamente siendo violadas en ese vídeo. Vamos a pararnos aquí un segundo, porque este pensamiento es heavy: no sabemos en qué momento nos hemos masturbado con un vídeo en el que estaban violando a una mujer. 

Porque sí, hay violaciones en el porno, y muchas. Hace poco salió un artículo (llevo un rato intentando buscarlo de nuevo sin suerte, lo siento) sobre una violación que se produjo en un rodaje de supuesto “porno ético”. Y es que ni este se libra de que pasen en sus rodajes cosas terribles como esta.

Mi punto de vista ante todo esto es que, sin decir a nadie lo que debe hacer, porque no me considero yo capaz de hacer tal cosa, a mí, personalmente, cada vez me gusta menos ver porno. Me perturba no saber en qué condiciones han grabado lo que estoy viendo, noto que me afecta al ánimo (después de verlo me siento triste y alicaída) y, por todo esto, he decidido dejar de verlo.

Os invito a que, dejéis de ver porno o no, os informéis bien para hacerlo con conciencia, y elijáis porno feminista y ético (que incluye pagar claro, el porno mainstream gratuito es, por lo general, una mierda). Algunos nombres de personas y asociaciones que os pueden ayudar a entender qué hay detrás de la industria del porno son: Sindy Takanashi (abolicionista del porno), Amarna Miller (ex actriz porno y defensora del mismo), sindicato OTRAS (Sindicato de trabajadoras sexuales, tienen cuenta en Instagram) Lula Gómez, activista feminista, Erika Lust, directora de cine porno, entre otras. Tampoco os fiéis de esos discursos buenistas donde se blanquea el porno de una manera clara, donde se aboga por la boca de un hombre la libertad de una mujer dentro del porno…suelen ser discursos machistas cargados de privilegios y ganas de seguir pajeándose independientemente de lo que haya en pantalla, y detrás de ella…

Te falta perreo