Ya sé que es ir a contracorriente, pero este año no voy a caer en la trampa de elaborar un listado de objetivos a alcanzar en el año 2020 para luego pasarme los meses enero agobiándome porque no los estoy cumpliendo.

 

Por primera vez desde que tengo uso de razón no me voy a comprar agenda.

 

 

Sí, me va a costar. Son tan cuquis, con sus apartaditos para apuntar todas tus cositas y tus pegatinas y… pero acabo apuntándome todo en el móvil, y no quiero seguir acumulando agendas seminuevas por todos mis cajones.

 

Después de años huyendo de la idea de hacer deporte, he conseguido ir gimnasio con más o menos regularidad… así que lo que voy a hacer es premiarme por ello…

 

 

Lo de buscar pareja ya no es un propósito para mí: siento que soy una persona completa y que llevo una vida maravillosa. Hace tiempo entendía que debía esforzarme en conseguir un hombre a mi lado y perdía el tiempo y salud mental en citas que no me aportaban nada. Ahora dedico mi energía a otras cosas, así que si alguien aparece completar mi fabulosa existencia, ok, si no, que no me hagas perder el tiempo.

 

 

De sexo no voy mal, el satisfyer ya está rentabilizado. Bendito aparato caído del cielo.

 

 

El tema del ahorro lo llevo regular. ¿Debería tener un colchoncito mayor que el que tengo? Puede, pero cuando se avecina un puente o unas vacaciones me puede el pensar que me queda mucho mundo por ver. Y lo haré mientras pueda.

 

 

No pretendo ponerme como objetivo aquello de dejar de salir y tener una vida más sana porque ya he aceptado qué es lo que me hace realmente feliz: salir a bailar mientras berreo canciones como una loca. Vuelvo a casa habiendo perdido mi dignidad pero, ¿y las risas?

 

 

Y aunque es cierto que hay muchas cosas que quiero hacer y aprender, no voy a volverme loca apuntándome a mil actividades que me quiten tiempo de estar con mis amiguis. El cotorreo es vida.

 

 

Las Lunas de Venus