El ritual que cada persona tiene a la hora de limpiar, debería estar considerado algo sagrado.

Sin embargo, el problema viene cuando haces cosas que crees que están bien y resultan ser errores de manual que generan que tu casa no esté tan reluciente como te gustaría. 

Puede que muchos de estos detalles te parezcan absurdos, pero te invito a que los pruebes y compares los resultados, porque a mí me ha sorprendido gratamente.

1- Primero se limpia el polvo y luego se barre. ¿Te sorprende que no sea así? He tenido que documentarme en varias fuentes para corroborar que es cierto. Se supone que si barres primero y luego limpias el polvo, tu casa quedará más recogida. Si lo haces del revés, lo que sucede es que el barrer genera que los ácaros se muevan y te ensucien otra vez los muebles. Si te digo la verdad, yo lo he hecho mal toda la vida.

2- El polvo solo se quita con un plumero. Este mito viene porque el plumero lo que hace es escampar los ácaros, pero no los elimina.  Para muebles, es mejor una bayeta de microfibra humedecida con vinagre blanco. Para otros muebles como  un espejo largo de pie, puedes barrerlo para eliminar el polvo que se suele acumular en él.  Pasando el cepillo quitarás más rápido la suciedad y solo tendrás que utilizar un poco de limpia cristales o de multiusos para que quede todo estupendo.

3- Fregar solo con agua no es limpiar. La de veces que me ha dicho mi abuela que el agua solo no limpia, y lo hacía mientras vaciaba medio litro de producto. Hay algunos materiales que solo permiten ser fregados con agua y la fregona bien escurrida. Como mucho, pon medio tapón de abrillantador cada dos o tres semanas, pero no abuses de este tipo de productos.

 

4- Con lejía todo queda mejor. ¡¡Noooo!! Para un wc puede, pero si usas lejía para una encimera, un suelo de terrazo o el pomo cromado de una puerta, despídete porque lo habrás asesinado sin piedad. Recuerda que la lejía es un producto muy corrosivo e incluso está considerado tóxico si aspiras durante mucho tiempo los vapores que desprende. ¡Cuidadito con ella!

5- El lavavajillas y la lavadora se limpian solo. ¡Qué más quisiéramos, cariño! Aunque estos electrodomésticos estén en constante contacto con el agua, acumulan muchos residuos que hace falta eliminarlos a conciencia. En el caso de los lavavajillas, lo ideal es hacer una limpieza a fondo una vez al mes con un limpiador apto para ello. Por su parte, a parte de mantener aseada la parte exterior de la lavadora, es necesario limpiar una vez al mes el cajetín donde pones el detergente y el suavizante.

6- El ambientador purifica el aire. ¡Claro! Su propia palabra indica que aromatiza la estancia para dar un ambiente concreto, pero no purifica nada. Si quieres purificar una estancia, no la atiborres con perfumes artificiales. Es mucho mejor abrir bien una ventana o poner un ratito el humidificador con una aceite esencial que sea lo más natural posible.