Montando los muebles de Ikea: “Déjame a mí que tú no sabes”

 

Ya os conté el otro día mi visita a Ikea con mi marido, que me acuerdo y me pongo a temblar. Bueno, pues hoy os traigo la segunda parte: ¡toca montar los muebles! Os lo resumo: Señor, dame paciencia, porque como me des fuerza lo reviento.

Después de irnos a dormir peleados al volver de Ikea, nos levantamos al día siguiente.

  • Cariño, sé que te fastidia, pero podríamos aprovechar el día para montar los muebles.
  • Venga, vale, así nos lo quitamos de encima.

Pues dicho y hecho, manos a la obra. ¿Alguna vez habéis montado esos muebles? ¿Sabéis que vienen con un manual de instrucciones detallado y con todo bien dibujadito como para tontos? Pues yo no sé si es que mi marido (o los hombres en general) tiene un gen que le obliga a demostrar su “machirulidad” con sus habilidades para el bricolaje, o si directamente es que no se entera, pero el manual pa´qué… Bah, si eso son tonterías, eso es muy fácil de montar. Y ya le puedes decir que se espere, que vale más perder cinco minutos en asegurarse de cómo va, que luego tener que volver a empezar. Nada, es como darse contra la pared. Ni puto caso.

Empieza él con una estantería y yo con otra. Si ve que me cuesta un poco meter un taco, ya está aquí, “trae, ya lo hago yo”.

Ommm. Ommm. Respira, lo hace por ayudarte, ignora el tonito de autosuficiencia. Venga, sigamos.

  • Amor, ponle una sábana debajo como pone en las instrucciones, que lo rayas.
  • Eso son tonterías, yo sé hacerlo sin rayarlo.

Y cuando levanta el mueble y ve el rayajo: “vaya mierda de muebles”.

Inspira, espira. Calma. Seguimos.

Él acaba antes que yo, pero ¡sorpresa! Le sobran tornillos. Le explico que vienen los justos, si sobran es que te has equivocado en algo, pero no se lo cree. Se pensará que me lo invento…

Dice que se tiene que ir a hacer unas faenas, y mientras tanto yo voy montando otras dos estanterías. Por la tarde se pasa mi suegro a ver qué tal vamos, y decide quedarse a ayudar porque, según él, vamos muy lentos. Se ponen a montar un armario entre los dos, por supuesto sin mirar las instrucciones. Les digo que esa puerta va al revés, pero se inventan sobre la marcha varios argumentos sobre por qué estoy equivocada, y que ellos montan muebles mejor que yo (aunque yo haya montado más que ellos).

Menos mal que han venido los machos a salvarme (nótese la ironía). Total, que como era de esperar, cuando acaban el armario, la puerta no cierra bien (efectivamente, la han puesto al revés). Según ellos, es defectuosa. Tu cerebro sí que es defectuoso…

El día dio para varias anécdotas y errores más, pero paso de seguir porque me enciendo. 

Chicos, no seáis tan cazurros, que lo del macho dominante y manitas ya no se lleva. Chicas, si tenéis que montar muebles, hacedlo solas, que nosotras podemos con eso y con más, y si encima lo hacéis con una copa de vino, ya estáis mejor acompañadas que con don “Deja, que tú no sabes”.

María DL