Mi amiga lleva desde que es tía hablándome a diario de su sobrino. Es la mayor alegría de su vida y, como su hermana y su cuñado trabajan muchas horas lejos de casa, también está bastante implicada en la crianza y el día a día del pequeño.
Ese niños siempre fue un sol, es a lo que muchas llamamos “niño trampa”, ese primer hijo tranquilo y fácil de criar que hace que te confíes y te animes a tener más. Mi amiga y su hermana tienen una relación súper estrecha y se cuentan todo, así que ella fue la primera persona en saber que su sobrino tendría un hermanito o una hermanita. Estaba tan emocionada que no paraba de llorar. Cuando me lo contó, tras un ratito de emoción y felicitaciones, me confesó que se le había pasado por la cabeza durante unos segundos que no querría tanto al bebé que estaba por llegar como quería a su sobrino. Yo me reí, pues es un miedo muy común. Le expliqué que a mí me había pasado cuando supe de mi segundo embarazo y que luego entendí que, al igual que cuando nació mi primer hijo aluciné con cuanto se puede querer a un solo ser humano, en este caso parecía que sería menos porque era un concepto, era un bebé imaginario y como a un hijo no se quiere a un bebé imaginario. Pero una vez que el concepto pasa a ser un ser real…
El amor no se divide, se multiplica. Ella me dijo que desechó rápido ese pensamiento pero que sí le había preocupado.
Meses más tarde vino a mi casa bastante preocupada. A su hermana este embarazo no le estaba sentando nada bien, se encontraba mal, cansada, no se le pasaban las náuseas y estaba de muy mal humor. El caso es que, en un momento más tranquilo en que pudieron hablar y planificar cosas del futuro, su hermana había dicho que a su hija (la bebé era niña) jamás la querría como a su hijo, porque el primero era especial y que lo fuera asumiendo. Le dije que no le tomase en cuenta su forma de expresarse, pues al parecer había sido bastante brusca, pues ahora mismo estaba con las hormonas bastante alteradas y al estar pasando un embarazo tan duro era normal que viera todo un poco más oscuro de lo habitual.
Pero el día del parto llegó, la niña nació y su madre lo primero que dijo fue que tenía razón, nada que ver con cómo quería a su hermano. A su marido le sentó muy mal, pues veía algo de rechazo en su mirada. Hablaron con el médico y les habló de los efectos de las hormonas, de los múltiples casos de rechazo por este factor, pero ella los interrumpió y les dijo que estaban equivocados, que ella quería a su hija, pero simplemente no estaba a la altura del amor que sentía por su hijo mayor.
Intentaron no sacar el tema un tiempo. Ella acudía a las revisiones y a sus sesiones con el psicólogo por petición de su marido. Pero han pasado ya 3 años, el pequeño Marquitos tiene ya 7 y su hermana 3. Está en esa fase graciosísima en que empiezan a razonar y te partes de risa con ella. Pero su madre siempre tiene un ojo pendiente de su hijo mayor, su tesoro, el niño de sus ojos y no tiene problema alguno en verbaliza que su favorito es su hijo, aunque a la niña no la desprecia.
Mi amiga se enfada muchísimo porque lo dice delante de ambos y su sobrino lo pasa mal, pues quiere mucho a su hermana y no le gusta que diga esas cosas, le da mucha vergüenza. Ella está convencida de que algo no va bien para ella, sin embargo, charlando con una compañera de trabajo sobre nuestros hijos me dijo algo así como “Como al primero no se le quiere a ninguno”, y yo abrí los ojos sorprendida. Me pidió que fuera sincera y yo, con la mano en el corazón puedo asegurar que de mis tres retoños no puedo decir que quiera más a ninguno que a los otros. Me gusta más hacer según qué cosas con cada uno de ellos por sus personalidades, pero el amor es igual de inmensurable.
Le conté a mi amiga lo que había hablado con mi compañera y, embarazada como está de mellizos, me miraba acariciando su barriga y diciendo que no lo entiende en absoluto. Se reía diciendo que a ver cómo elegía ella al favorito, aunque no le hace tanta gracia cuando piensa en su sobrina.
Supongo que, al igual que cada maternidad es un mundo, cada forma de sentir también lo es…
Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.
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