Esta fue la reflexión que me hice a mi misma el otro día mientras cogía un snack para devorar el tercer capítulo seguido de New Amsterdam

Siempre digo que no me gustan las series de médicos porque no para de morir gente y se pasan los capítulos recordándonos a los hipocondriacos la cantidad de enfermedades locas que nos pueden dar. Suelo preferir cositas de amor y lujo que me evadan por un ratejo de la triste realidad, pero la verdad es que luego llega una serie de hospital bien hecha, Y ME ENGANCHO.

Y eso es lo que me ha pasado con New Amsterdam. Vi el primer capi hace ya un par de años en Amazon y estaba tan de bajón que al ver que el protagonista tiene cáncer, la dejé.

Tranquila, si no la has visto no es spoiler, esto te lo cuentan hasta en la sinopsis de la serie.

Me había olvidado de ella cuando un día me apareció entre los éxitos de Netflix con la segunda temporada. Al ver que la serie continuaba y que el prota no había palmado, me dije: dale otra oportunidad chiqui.

Y aquí estoy, viéndome los capítulos de tres en tres.

Porque en New Amsterdam, aunque a veces también se les muere alguno, la realidad es que casi todas las  historias tienen final feliz y dan calorcito al corazón. Tanto las de sus protagonistas, como las de los pacientes que pasan por este hospital neoyorkino. Gente que suele carecer de recursos y que nos recuerda en cada capítulo la suerte que tenemos en España con nuestro sistema de salud.

Max es el director del hospital y jefe de la banda, pero la serie no funcionaría sin otros protagonistas como la oncóloga Helen Sharpe (mi fav), el gran Dr Kapoor y sus dramitas familiares o el adoradísimo psiquiatra Iggy (te adelanto que te va a robar el corazón).

Vamos, que lo que me tiene enganchada a New Amsterdam es esa forma que tienen de sacar la luz entre la miseria. Una serie que quizás en otra época habría desapercibida, pero que en plena era Covid nos da esperanza y nos hace sentir acompañados. Ya tenemos suficientes dramas a nuestro alrededor, así que no está de más un poquito de amor hasta dentro de un hospital.

 

 

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