Cuando llegas a un trabajo nuevo con la ilusión y las ganas de empezar algo, de sentirse valorada profesionalmente y resulta que al cuarto día tu jefe decide empezar a llamarte “chata” o “chiqui”, no es para tanto porque es “una manera de hablar”, simplemente es su manera de hablar, no es que quiera faltarte al respeto, no es que quiera restarte valor como profesional, no es que devalúe tu criterio o te sienta menos capaz por ser mujer, es verdad… no es para tanto.

No es para tanto que cuando he sido la única mujer entre mis compañeros hombres en un trabajo los clientes hayan decidido no aprenderse mi nombre (aunque casualmente sí el de mis compañeros) y se dediquen a llamarme rubita, no es para tanto claro que no, hay que ver cómo me pongo.

No es para tanto que sea perfectamente consciente que en una entrevista de trabajo mi profesionalidad se juzgue proporcionalmente a mi aspecto y lo que él dice de mi. 

Que siga sintiendo que se me juzga por como visto, cómo me peino o si decido no hacerlo, sino me tiño las canas, sino me maquillo para ir a trabajar, si es que soy una exagerada.

No es para tanto que cuando estoy hasta arriba de trabajo los clientes se permitan decirme «qué seria estás», es verdad!!

Toda la razón, he olvidado que como mujer mi razón de ser consiste en complacer y sonreír por sistema aunque no me sienta en ese humor, aunque no tenga porqué hacerlo, eso es lo de menos. JA!

Y es que aunque parezca increíble todo esto me ha pasado durante 2019, seguimos en un país que pone a la mujer en puestos de menor categoría profesional, donde hay que agachar la cabeza si algún tío te piropea por la calle, dónde sacamos la llave de casa del bolso de madrugada procurando no hacer ruido por si alguien anda cerca y se da cuenta de que estamos a punto de entrar en el portal.

No relativicemos, no hagamos como que no pasa nada, en este país siguen muriendo muchas mujeres porque a hay hombres a los que les han enseñado a pensar que somos una propiedad o que no estamos a su altura, si hay algo que me reconforta es saber que cada día somos más conscientes y menos permisivas en todos estos comportamientos.

Si algo te incomoda o no crees que sea correcto quéjate y grita, no permanezcas pasiva o agaches la cabeza por que la realidad es que no hay nada malo en tu forma de ser, vestir o actuar. 

Salomina