Trabajar en Fotoprix hace años fue, como cantaba Enrique Iglesias, una experiencia religiosa de las que no se olvidan. El primer día que me enfundé el polo amarillo poco podía imaginar todo lo que me iba a deparar, aunque lo cierto es que no pasaron muchos días hasta que lo empecé a descubrirlo.

Yo era de las que pensaba que las fotos en papel estaban desterradas al amor de unos pocos de nostálgicos pero nada de eso, el mundo de la fotografía en papel está vivo y me ha regalado alguno de los momentos más surrealistas de mi vida y carcajadas cada vez que los recuerdo.

Cortar a gente de fotos, que le pusiéramos la cara de uno a otro, que tapáramos a cierta persona con algún objeto y todo tipo de sugerencias de montajes cutres era el pan nuestro de cada día. Que oye, cada uno que revele las fotografías que quiera pero coño, si tienes una foto en la que sales con tu ex y su madre, ¿para qué quieres taparles la cara y sacarla impresa? No se me ocurre otra alternativa que no sea el vudú pero me desnudara lo de taparles la cara.

¿Qué puede pasar de extraño en una tienda pequeña de fotografía llena de máquinas para el revelado inmediato y un pequeño taburete para sacarse fotos de carnet? De todo. Puede pasar de todo.

¿Quién quiere filtros de IG existiendo el Portrait?

Vivimos rendidas a los filtros de Instagram pero hace unos años no los conocíamos y en el mostrador digital hacíamos maravillas con el Portrait, te rejuvenecía, te eliminaba rasgos, te quitaba imperfecciones y solo te costaba unos euros más que la foto de carnet sin Portrait que te mostrábamos al lado para que eligieras. ¿Qué son unos euros de más cuando de ellos depende el futuro de la foto de DNI que te acompañe 10 años? Nada.

Nunca olvidaré la señora que cayó rendida al Portrait y pedía más pasadas. Tendría unos 60 años y la foto impresa arrojaba a una de 25, como mucho. La foto que cambió tanto que en la comisaría le dijeron que no se parecía en nada a ella y no se la admitieron para la renovación del carnet. Cosas que pasan.

Dos orejas y el rabo

Famoso torero, guapetón, de moda, imagen de una colonia y con su cara impresa en tamaño natural en todas las perfumerías de la ciudad viene a revelar fotos.

Un carrete entero tirando de nostalgia para fotografiarse desnudo. 24 fotos de él posando ante el espejo. Desnudo. Ni en Tinder amigas.

Él, orgulloso, recogiéndolas admirándose y recreándose. Es de esos que sabe que le gusta gustar.

Sitúa las fotos para que las veamos, las pasa lentamente y nos mira. Ni un gesto. Resistimos.

Simpático no, dotado más de lo que intuye el traje de luces.

Lápidas, flores y recuerdos.

Costumbres y rarezas hay tantas como personas.

Todas las semanas, venía un chico a la tienda a revelar unas 10/12 fotos de cada tirada de una lápida.

Siempre era la misma lápida, la de una mujer de la que tiempo después nos enteramos que era su madre.

Misma lápida, mismo enfoque y diferentes flores.

10/12 fotos cada semana que le ponía flores nuevos a su señora madre.

Que oye, muy bien, pero que quizás con una bastaba, o con tenerla en archivo digital pero el día que nos contó que las tenía todas pegadas en una pared en su casa e iba sumando semana a semana las nuevas imágenes, no supe que contestar más allá de una mueca.

 

¿Cuál te parece la foto más guarra?

Fotos que podemos denominar íntimas he visto muchas.

Normalmente las recogen en el sobre y se van de la tienda sin ver el resultado en papel pero hay casos en los que ocurre lo contrario.

Cómo olvidar a ese cliente que tras revelar fotos íntimas con su esposa/amante/pareja/vetetúasaberqué que las saca del sobre, las extiende sobre el mostrador, te mira y te pregunta ¿Cuál te parece la foto más guarra? Tragas saliva, miras menos de lo que deberías para escoger bien y señalas la primera que se te ha cruzado.

Respiras un poco más aliviado cuando sale de la tienda. Hasta la próxima vez. Que te viene con la foto más guarra para realizar la ampliación que iba de regalo.

 

¿Hacéis fotos de carnet? Acércate más.

Hacer fotos de carnet en una tienda de fotografía es pura rutina. 5 fotos más ampliación para guardar en la cartera. Y siguiente.

Un día entro una chica preguntando si hacíamos fotos de carnet porque su novio estaba fuera y quería enviárselas. Todo correcto. Pasa hacia la parte trasera y cuando me dispongo a sacarle las fotos me la encuentro espatarrada en el taburete. Literalmente.

La chica quería fotos de carnet pero no de su cara, sino de todo su coño. Cuando me dijo un «acércate más para que salga mejor» yo ya no sabía si seguir la indicación o salir hacía el otro lado.

La vergüenza, he de confesar, corrió de mi parte pero la buena muchacha se fue con sus 5 fotos y ampliación de cartera para su chico.

 

Objetivo submarino

Cliente llega a la tienda para hacer una devolución de un objetivo que no se ajusta a sus necesidades.

Todo bien, todo correcto.

Extraigo el objetivo de la caja para comprobar que está en buen estado y al abrir la caja me llega un fuerte olor a marihuana. Real. El nivel de olor aumenta al retirar la tapa del objetivo.

Miro al cliente, le preguntó qué ha hecho con el objetivo y me dice que venía con ese olor incorporado pero que no le llamó mucho la atención cuando lo abrió porque se imagina que los narcos de este nuestro país traspasan droga de un lugar a otra en objetivos. Sin ponerse colorado, sin pestañear, como el niño bueno que se ha aprendido la lección de carrerilla.

Hace ya unos segundos que mi compañero ha desaparecido hacía el almacén y lo escuchaba reírse.

¿Hicimos la devolución? Sí, por orden de superior pero desde ese día no había objetivo que llegara a la tienda que no abriéramos por control de calidad. No fuera a ser.

 

Fueron años «relevando», disfrutando de la magia de las fotos de papel, creando fotoregalos personalizados a tutiplén y teniendo las mejores fotos de carnet de toda mi vida.

Si alguna/o de mis clientes me lee y se reconoce, que sepa que os llevo un trocito conmigo.

También estoy segura de que estas cosas no nos pueden haber pasado solo en nuestra pequeña tienda de provincias, así que compañeros de polo amarillo (¡o de la competencia!) os animo que compartáis vuestras anécdotas por aquí.

Anónimo