Hace unos años tenía pensado casarme, recuerdo que lo primero que pensé cuando me pidieron matrimonio fue «¿dónde encuentro yo un vestido de novia de mi talla?». Es muy triste, es triste que lo primero que piensa una mujer gorda cuando le proponen casarse sea agobiarse por su peso y su imagen. No puedes disfrutar mucho del momento. Recuerdo que sí, me emocioné y me puse muy feliz pero de verdad mi cabeza ya volaba pensando en todo lo que tendría que sufrir para encontrar un vestido de mi talla. Ni me planteé en encontrar un vestido que me gustase, solo podía pensar «en lo que quepa y que sea blanco». Así que como buenamente pude busqué uno por internet que no me costó más de 70€ y me conformé. El vestido era muy sencillo, muy mi rollo, pero al probármelo no sentí nada especial. Yo quería sentir lo que sienten en los programas de vestidos de novia, eso que salen ellas llorando cuando se prueban uno y saben que es el suyo.

Por circunstacias de la vida no me casé, y mis expectativas de casarme son más bien bajas (aunque reconozca que soy una romántica empedernida y no renuncie a tener una boda), por eso he estado bastante desconectada de tema bodas durante bastante tiempo. Iba viendo cómo nos mandaban textos diciendo lo complicado que era encontrar nada, sabía que habían alternativas pero la mayoría de textos que leía era de las experiencias tan horribles que conlleva buscar vestido de talla grande. Las chicas demandaban:

– Que exista una tienda que tenga variedad de tallas.

– Que esas supuestas tallas grandes no acaben en la 48.

– Que puedas probarte un vestido y moverte, no solo que te cuelguen el vestido del cuello y tú imagines cómo va a quedarte.

– Que recibas una atención personalizada y te sientas princesa por un día.

– Que la dependienta no te juzgue por tu talla.

– Que puedas probarte más de 3 modelos de vestido.

– Que no te cobren más por ser un vestido plus.

Pensé que era imposible encontrar un sitio que cumpliese con todos los requisitios, y entonces descubrí Barcelona Espai Boda. Nos escribieron para proponernos una colaboración, querían darse a conocer y pensé que como están en Barcelona sería genial pasarme y ver si todo lo que decían era verdad. Así que me planté una mañana bastante escéptica y con una actitud de «a ver con qué me sorprenden». Solo puedo decir que me sorprendieron y además me hicieron pasar uno de los mejores días de mi vida.

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Empecé a sufrir las mismas preocupaciones que las chicas que nos escriben:

¿Pero van a tener mi talla? Me pondrán las pinzas esas para hacerme una idea porque dudo que tengan mi talla aquí. O me darán un par de vestidos y ya. Buf, qué palo ponerme en bolas delante de nadie.

Hasta que llegaron las chicas y vi su actitud y su sonrisa. Parece una chorrada, pero que una dependienta te sonría de forma sincera te hace confiar en ella ciegamente. Me llevaron al probador más chachi de toda la tienda (inmensa por cierto) y empezó la magia. Me preguntaron si tenía alguna preferencia y yo, pensando que tendrían 3 cosas, les dije que me fiaba de ellas y su criterio. No les hizo falta verme en ropa interior para saber cómo era mi cuerpo. En ningún momento me sentí violenta, me trataron genial y me hicieron sentir como en casa. Me trajeron un vestido, me ayudaron a meterme en él y cuál fue mi sorpresa al ver que me quedaba gigante.

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– ¿Pero entonces esta es la talla más grande?

– No, tenemos más grandes. Hasta la 60 o así. Pero las tallas de novia no tienen nada que ver con las tallas de moda industrial al uso.

Mi cara de sorpresa al ver que me quedaba grande y pensar en todas las chicas que nos escriben diciendo: por favor, me caso y no hay nada más allá de la 50. Os prometo que solo podía pensar en todas vosotras, cuando nos escribís angustiadas sin saber dónde acudir. Sabía que había encontrado el paraíso.

Me dio la risa al verme, risa nerviosa. Era mi primera vez viviendo esa experiencia y me sentía como en los programas americanos. Quería más.

El segundo vestido fue toda una sorpresa, siempre he tenido en la cabeza que por mi tipo de cuerpo tengo que huir de los vestidos cupcake princess y al ver colgado aquello pensé «verás tú». Al probármelo aluciné, era chulísimo y muy cómodo. Me hacía un cuerpini maravilloso y la espalda quedaba muy original con el tatuaje.

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El tercer vestido estaba claro, corte sirena. Quizás por mis formas son de los que mejor quedan, pero siempre me había dado corte ponerme uno del estilo por no marcar demasiado. Ay amigas, una vez lo he probado ya no quiero otra cosa, por algo soy una sirena.

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Pasamos a un modelo más clásico de raso que pesaba un poco más pero que tenía el complemento perfecto para todas las novias: bolsillos en la falda para guardar lo que quieras. En mi caso me llevaría el móvil para ir actualizando a todas mis sirenas gordibuenas y un pintalabios para retocarme. El escote y la espalda eran espectaculares. Perdonad por el suje, pero no tengo más discretos y no sabía que me iba a poner esos escotazos, jaja.

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El siguiente me lo escogió una de las chicas porque por mi look pensó que algo vintage y más blanquito iría más conmigo, y no se equivocó. Volvimos al corte sirena y al blanco nieve. Me pareció muy de los años 4o, me enamoré perdidamente.

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Con el siguiente fuimos a por encaje y una cola de 2 metros. Misteriosamente era comodísimo y no pesaba tanto como imaginaba. El color era un nude ideal, la espalda era una locura pero el escote no me hacía justicia.

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Probamos otro parecido al tercero, más clásico pero con tejido de organza. Creo que es el más cómodo de todos, y mezcla el puntito clasicorro con un escote de vértigo. Pregunté que cómo hacen para las pechugonas como yo si no quieren enseñar tanto o para las chicas que simplemente se enamoran del vestido pero que quieren algo un poco más recatado, y me dijeron que la modista lo arregla sin problemas. Me presentaron a la modista que ajusta todo y resulta que es una gordibuena de pro, «obsesionada» con arreglar los vestidos para que queden de 10 y que, al ser pechugona también, sabe bien cómo modificar la prenda para que siente estupéndamente a las que tenemos tantísimo pecho. Me comentó que una novia que tiene que estar subiéndose todo el rato el escote, o preocupada de que no se le vean las perolas, no disfruta de su día, así que ella se encarga de que te olvides de cualquier problema.

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Les pedí si tenían algo más arriesgado y me dejaron el vestido más maravilloso del mundo para el final. La sorpresa fue que al probármelo sentí lo que llevaba tiempo viendo por la tele, se me erizaron los pelos y me emocioné al mirarme al espejo. Creo que nunca me he visto así, reflejaba mucho de mi personalidad y a la vez me sentía divina. Aluciné, porque jamás en la vida me había imaginado con un vestido así, pero fue verlo y fliparlo fuerte.

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Barcelona Espai Boda me ha hecho volver a creer que hay empresas que apuestan por todas, seamos gordas o delgadas. Apuestan por la felicidad de uno de los días más importantes de la vida de una mujer y, de verdad, se encargan de hacértelo todo muy muy fácil. Puedes financiar tu vestido si no tienes toda la pasta de golpe y, el detalle que más me gusto e impactó, no te cobran por los arreglos de más. Es decir, lo típico que vas a la tienda y te dicen «no te adelgaces ni te engordes porque modificarlo tiene un suplemento», pues ellos entienden que es una época estresante de tu vida y puede darte por engordar o adelgazar, así que olvídate de esa restricción porque ellos piensan en todo.

Otro de los detalles que más me gustó fue que los chicos también pueden vestir en la misma tienda y también tienen tallas grandes para ellos. Me comentaba una de las dependientas que hace poco le vino un jugador de rugby y se le puso a llorar al ver que tenían el traje de su talla y que podía ir perfecto a su boda. También me dicen que así es más sencillo, porque si la novia va de X estilo así ellas pueden reconducir al novio y ponerle un traje que combine bien con el traje de novia. Además, tienen la joyería en el mismo espacio para comprar las alianzas. Vamos, un espacio en el que te tratan de fábula y en el que te quitas de golpe una de las cosas más engorrosas de las bodas. ¡OJO! que también tienen rebajazas y puedes llevarte vestidos a más del 60% de descuento.

Ahora entiendo que a Barcelona Espai Boda acudan novias de todo el mundo en busca de su vestido. Puedes pedir cita o ponerte en contacto con ellos (vía mail, telf o whatsapp) y te resolverán todas tus dudas. El trato, la variedad, y el sentirte tan bien como yo me sentí convierten a la tienda en un salvavidas para todas aquellas que se casan y solo quieren disfrutar del proceso. Si llega el día, ya tengo sitio para vestirme.

C/ Aragó, 399, Barcelona
Teléfono: +34 930 18 02 25
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www.barcelonaespaiboda.com