Estamos en una pandemia mundial y confinados en casa ya no sé ni cuantos días porque aquí cada uno lleva la cuenta a su bola.
Hay muchas personas que hacen vídeos muy bonitos con músicas esperanzadoras, diciendo que vamos a aprender no sé cuantas cosas de esta mierda, y que vamos a salir mejores personas y reforzados.
Pero existimos otro grupo de personas que cada vez que escuchamos a alguien decir en tono paternal “todo va a salir bien. En pocos días podrás abrazar a todo el mundo” lo que queremos es matarlo. Sí, matarlo. Porque si antes de esto ya éramos ariscos, poco comunicativos, la empatía la llevábamos regulín y las relaciones humanas más bien mal. Ahora estamos literalmente hasta los mismísimos.
Así es que, si eres de odiar cosas más que de querer, este es tu artículo. Vengo a decirte que no estás solo, que hay muchos más como tú. Lo que pasa es que unos disimulan para parecer normales o felices. Y otros callamos e imaginamos que una voz en Off a las siete de la tarde grite: “Empieza la purga” y salir con tu arco que es lo que has hecho estos días de confinamiento. Armas con el palo de la escoba y con todos los cuchillos y cosas punzantes que tenías en casa. Que a ti te pilla preparado. Vamos que una noche sola se te va a hacer corta (los que no hayan visto la película de Purga, es el momento).
Pero mientras sigues esperando esa voz en Off, porque esta peli es muy monótona y muy aburrida y en algún momento tendrá que darle algo de acción. Aquí te traigo pensamientos que los que estamos contigo no dejamos de escuchar en nuestras cabezas, perturbadas quizás, pero cabezas al fin y al cabo. Para que no sientas que estás solo cada vez que odias a toda esta peña.
. Desear que pille el coronavirus tu ex. Es algo normal, le tienes rencor por todo lo que te hizo, y como el karma a veces se retrasa, pues bien va un virus.
. Los aplausos de tus vecinos. Que vale, que aplaudir un minuto o dos está bien. Pero ya cuando se convierten en un cuarto de hora, con aullidos, gritos, y gente diciendo cosas que no hacen gracia, pues no. Además que hay peña que aplaude por todo. A las siete por no se quien, a las nueve por tampoco se sabe y así. Y al final lo que quieres es que se queden afónicos y callen para siempre.
. Ese vecino que te cae como el culo. Y que ahora solo porque hay una pandemia, te mira cómplice desde su balcón o su terraza. Esperando un acto de bondad de tu parte, que NO VA A LLEGAR. Porque te sigue cayendo fatal y esto pues lo refuerza.
. La canción de Resistiré y Color esperanza. Que las primeras veces fue bonito, pero es que ya con tanta versión le estoy cogiendo un asco al Dúo Dinámico, que no tiene culpa de nada, los culpables sois vosotros.
. Tu suegra. Esa señora pesada hasta decir basta, que se salta el confinamiento cuando le apetece, y que aún en edad de súper riesgo no lo pilla. La cabrona no lo pilla. Y luego te llama para ver si le podéis llevar unos medicamentos de la farmacia. Para que vayas tú y arriesgues tu salud, solo por joder. No lo pillará de los fuertes, y te dejará la mierda de herencia que te toca, o por lo menos dejarte en paz.
. Los fit que hacen deporte todos conjuntados en sus casas mientras sonríen sin parar. Cuando tú aunque les sigas el ritmo eres incapaz de hacer algo más que respirar para no morir de un paro cardíaco. Y cuando acaban dicen: “Mantén tu cuerpo sano, y tendrás la mente sana” ¡Mentira! Que uno puede hacer mucho deporte y tener muy sano el cuerpo, pero las ganas de matar no se te quitan cari, no se te quitan.
. La gente que quiere aparentar que es feliz y que en su casa se lo pasan pipa todo el rato. Haciendo juegos, bailando… ¡No os podéis estar quietos, joder! Que parece que tenéis un tabardillo y vivís en un piso de 70 metros ¿Quién ha dicho que tenemos que estar haciendo cosas sin parar todo el día? Si os aburrís es vuestro puto problema. Algunos estamos muy bien con nosotros mismos, y queremos tocarnos las narices sin hacer ni el huevo por una vez en nuestra vida. ¿Por qué tengo que seguir siendo productiva?
. Las videollamadas de tus amigos. Que a ver, tú los quieres, de eso no cabe duda. Pero ¿es necesario que cada día o cada dos días te hagan una videollamada para ver cómo estás? Pues en la puta mierda como todos ¿Es necesario tanto contacto humano? ¿Y tanta conversación absurda?
. La gente que saca al perro 10 veces al día. Que tú los conoces y antes el perro se moría del asco en el balcón. Y ahora no dejan de sacarlo con la excusa de que el perro lo pasa mal. Y tú no dejas de pensar: “No te atropellará un coche de uno igual de gilipollas que tú, y el perro se quedará huérfano para que lo adopte yo”
. Los que se saltan la cuarentena. Esos son de los que más odio levantan. Que estás en casa rezando a Satanás para que la voz en Off diga de una vez: “Purga” y salir en plan Jason Momoa a rebanarles el cuello.
. A tus propios hijos y pareja. Que hay momentos que te tocan tanto las pelotas, que los miras y piensas: “Pero mira que son feos los cabrones, y yo antes lo veía monísimos. Vaya cabezón tienen. Han salido a su padre. Míralo, ahí tirado en el sofá con el mismo chándal hace tres días. Qué asco les tengo”. Es normal, no te agobies. La única que está pasando feliz la cuarentena es Lisa Bonet ¡qué ascazo le tengo también!
Y así podría seguir hasta que acabe la cuarentena. Pero me voy a dosificar el odio para que no se me acabe y me ponga en plan Dj en el balcón a decir a todo el mundo que los amo. Por cierto tener un balcón no te hace Dj ¡gilipollas! para de hacer ruido. ¿Veis? si es que es un no parar.
Así es que odiar en tiempos de Coronovirus no está tan mal. Que está palmando gente, y no le toca a ninguno de los que tanto deseamos. Y ahora los súper optimistas y súper guays me odiaréis a mi por este artículo. Lo siento pero tenía que acabar con este buen rollismo que no hay quien lo aguante.