Sabéis eso que dices, ojalá que nadie me haya visto, pues no fue mi caso.

Intento llamar poco la atención pero cuando lo hago soy más sonada que “Despacito” cuando pegó el bombazo.

Recuerdo estar haciendo el camino del Rocío con todos mis amigos, unos paisajes preciosos, muy buen ambiente, mucho cante y muchas risas.

Cabe decir que ese día cruzábamos el río Quema por lo que mi atuendo era de lo más variopinto, podría decir que me había metido en el armario, o mejor dicho, en la tienda de campaña, me había sacudido y con lo que me cayó encima eché a andar. Imaginaos, tenis y calcetines, falda por debajo de la rodilla para no mojarla al pasar el río, mallas debajo para no acabar andando con una pierna en Cuenca y la otra en Sevilla, camiseta con una flamenca bordada, sombrero de paja con cinta para evitar la insolación y cinturón marrón de cuero, vamos lo que viene a ser una monería de romera, pero, ¡Oye! A cómoda no me ganaba ni Dios.

Así íbamos, andando y disfrutando del buen ambiente, poco combinada pero orgullosa de mi combinación atípica.

De repente un grupo empezó a cantar detrás de la carrera y yo decidí que era un momento precioso para hacer un directo ya que llevaba las redes sociales y aquel instante era de ensueño. 

Saqué mi nuevo Samsung con el que yo estaba encantada, me metí en la página en cuestión y empecé a retransmitir, la gente subía como la espuma y yo contentísima mirando la pantalla mientras andaba bajo los pinos y por caminos de tierra.

Pero pasó algo, un hoyo se puso en mi camino, señoras, un hermoso hoyo que yo no pude prever, metí el pie dentro y sí, de cabeza al suelo, mi sombrero desapareció entre tantas cabecitas, y ahí seguía la gente viendo el vídeo, un trozo de mi calcetín, un trozo de falda, un cacho de tierra, un pino perdido…

Mi amiga miró hacia al lado y no me encontró, tuvo que bajar la mirada y ahí estaba yo, hincada de rodillas en el suelo con una mano en alto para salvar mi flamante móvil:

 

  • Madre mía, tía. ¿Te has hecho algo? – sumadle acento de Murcia para darle énfasis.
  • El móvil, el móvil, páralo, ¡Páraloooooo! – la poca dignidad que me quedaba la había perdido.
  • Madre mía, tía, “tas sollao”.

 

Y por fin se cortó el vídeo, fue de los más visitados de esos días de camino, yo acabé con las rodillas como las de una niña de 5 años, lo que la gente pudo reírse fue menudo, lo único bueno fue que hubo muchas hipótesis sobre quien había sido la que había besado el suelo.

 

Moraleja, cuando un directo decidas grabar

Al frente debes mirar 

Si a los cibernautas quieres entretener

Sin necesidad de los dientes perder.

 

Amigas, mirada al suelo pero la dignidad siempre alta.

 

Alicia Segovia 

@soymissregadera