PEQUEÑAS ALEGRÍAS DE SER INTROVERTIDA

 

Los introvertidos somos gente con mucho mundo interior. Solemos ser majos, sólo que nos da pelín de ansiedad estar rodeados de gente. No significa que no queramos amigos, de hecho podemos ser extrovertidos con las personas cercanas, pero nos abruman la multitudes, y la gente desconocida y la conocida que entabla conversación sin preguntar y… bueno, nos agobian muchas cosas, la verdad, pero si nos dejan ir a nuestro ritmo, podemos demostrar que somos gente maravillosa.

Ser introvertido a veces es un poco mierder, tiene muchas contras a nivel social. Pero también tiene sus alegrías, que se disfrutan internamente como se disfruta de un maratón de tu serie favorita una noche de invierno.

Las alegrías de los introvertidos suelen ser básicamente dejarnos a nuestra bola y no establecer contacto no deseado. Pero hay situaciones cotidianas en las que se te acrecienta por tres la sensación de bienestar:

 

Llamar forzado a alguien y que no responda

“Que no lo coja, que no lo coja”, y tus plegarias son escuchadas. ¿Te imaginas que lo descuelga? A ver qué leñes le sueltas, si de pensarlo te has quedado bloqueada. Imagina que trabajas con clientes. Respiras tranquila y te sientes optimista. Hoy puede ser un gran día. Puede que nadie lo coja y te puedas ir a casa sin sudar la gota gorda y más feliz que una perdiz. Imaginar es gratis.

Que otros cancelen los planes primero

¡Los cancelan antes de tener que inventarte una excusa para no ir! No es sólo que no quedes mal tú por descolgarte, es que encima no tienes que devanarte los sesos pensando cómo lo ibas a exponer. Puedes volver a tu rutina de estar contigo misma. Autochoque de cinco.

 

Ir a un súper con cajero automático

No tienes nada en contra de los trabajadores, pero las máquinas no establecen contacto ni para decir “hola”, te sientes segura y eso es lo que importa. PERO, no te olvides de llevarte una bolsa, a ver si al final te sale el tiro por la culata y tienes que salir en busca del dependiente. Sudores fríos por la espalda, brrr.

 

Que llueva el día de la quedada

Tu yo extrovertido aceptó alegremente quedar para ir a la feria, y ahora estás cagándote en todo por haber accedido. Yo extrovertido tonto. Ah, espera, que diluvia afuera. Muajajaja, risa maligna. Tienes la excusa perfecta y nadie sospechará nada.

 

Dejar el móvil sonando adrede para poder mandar un mensaje después

Coger el teléfono sin saber lo que la otra persona va a comentarte es superarriesgado. Deja, deja. Mejor haces como que no te has enterado y luego le escribes en plan, “tengo una llamada tuya, ¿querías algo?” y que vayan al grano. Por escrito, y ya si eso lo lees y contestas un rato más tarde. Las prisas no son buenas.

 

Usar el Whatsapp o las redes sociales para felicitar los cumpleaños

Los cumpleaños, esas fechas obligadas en las que tienes que contactar con los cumpleañeros. Pfff, todos los años igual. Menos mal que atrás quedaron las llamadas de teléfono incómodas intentando estirar una conversación que te apetecía 0 porque colgar tras “felicidades y que cumplas muchos más” quedaba demasiado seco. Ahora es mucho más ameno. Dejas tus buenos deseos y no tienes que responder a sus “gracias”. Fetén.

 

Y os dejo un bonus precioso: Empezar cada conversación telefónica con un “tengo un 5% de batería” y colgar cuando sientas. Funciona siempre y deja el alma tranquila. Y vosotras, ¿qué otras alegrías de personas introvertidas os gustaría compartir?

 

Carla Jano