Ha llegado 2021 con todos nuestros buenos deseos e ilusiones, pero siempre quedan esas pequeñas cosas de todos los días que nos hacen desesperarnos, aunque a veces también nos saque una sonrisilla:

 

  • Los calcetines y sus agujeros. Da igual lo caros que sean o si los acabo de estrenar, el agujero del dedo gordo va a salir, o amenaza con salir en cualquier momento.
  • Las medias con carreras o con agujeros. Siempre están ahí, presentes en nuestras vidas. A veces sales convencida de que estas medias son las definitivas pero no, te agachas a recoger algo y justo se escucha ese sonidito que indica que se acaba de iniciar el desastre.
  • Las bolitas en la ropa o en los abrigos. Y eso que era nuevo, o que parecía tan suavecito, ahí están. Y puedes quitarlas, que ellas solitas se ocuparán de volver a aparecer.
  • Descubrir moretones en las piernas y no tener ni idea de cómo ha llegado hasta ahí. Aunque en mi caso reconozco que la torpeza también ayuda.
  • Ponerte ropa blanca (o tu camiseta favorita) y caer inmediatamente una mancha de tomate o de grasa, que tiene muchas posibilidades de no desaparecer.
  • Untarte una tostada y caerse justo por ese lado.
  • Comprar algo frágil y caerse en ese mismo instante. Parece que lo de frágil ya anunciaba el trágico final.
  • Abrir un bote o una lata y explotarte el contenido encima.
  • Intentar poner una contraseña y que te diga que es errónea. Después de varios intentos, admites que no te acuerdas de cuál pusiste.
  • Pensar que te has depilado perfectamente y verte pelos clandestinos en cuanto sales a la calle.
  • Ponerte jabón en las manos y descubrir que no hay agua en el grifo.

 

Aunque mujer precavida vale por dos, y seguro que intentaremos evitar nuestros desastres, seguro que algo nos seguirá pasando, y por qué no, nos echaremos unas risas.

Miriam Gonzalo