Hola querida mía, si has pinchado en este artículo quizás seas una persona increíblemente talentosa, creativa, con inquietudes, muy viva…pero que a la hora de continuar con tus proyectos (nueva afición, emprendimiento, curso…) hay un momento en el que te frenas. Somos muchísimas las que hemos y seguimos pasando por este proceso. Ese freno puede tener muchos nombres, falta de tiempo, falta de recursos, falta de ilusión…Eso en el caso de que nos hayamos molestado en engañarnos para culpar a algo externo. Luego están aquellos casos en los que nos echamos la culpa a nosotras mismas y nos llamamos perezosas.

Te apunto de antemano que siempre podemos empezar cosas que creíamos que nos gustaban y cambiar luego de opinión, es algo normal y muy válido. Pero la perspectiva desde la que quiero hablarte es aquella en la que repetimos una y otra vez la misma dinámica.

Manitas arriba aquellas que se han creado varios canales de Youtube, blogs, perfiles de Instagram y los han cerrado al poco de empezar.

No, no voy a hablarte de algoritmos, ni de marcas personales, ni de como conseguir seguidores.

Manitas arriba aquellas que se hayan comprado varios cursos online (¿os suena Domestika?) de aquellas superpasiones. Porque sí, porque sientes que lo necesitas y es lo que te falta para desarrollar tu potencial de dibujo, de crochet, de guión…Y no has terminado ni uno sólo (de hecho no recuerdas la última vez que volviste a entrar en la plataforma).

Manitas arriba aquellas personas que se han comprado un ukelele, un violín, una armónica o una gaita para aprender y no han pasado de la colocación de los dedos en el instrumento para después dejarlo coger polvo.

Manitas arriba aquellas personas que se han comprado toda la actualidad en libros o maquillaje para hablar de ellos en esa cuenta que, ya lo hemos mencionado antes ¿no?, tiene menos esperanza de vida que las hamburguesas de euro después de una borrachera. Sí, esos libros te estan cogiendo polvo en la estantería y la paleta nueva está en el cajón a la espera de que sea el momento ideal para hacerle unos swatches. Ya, ya…estás esperando a  ver si consigues una cámara mejor, claro.

Todos estos inconclusos van pesando en la mochila como pequeños fracasos. ¿Y por qué puede pasar esto? Porque lo queremos perfecto.

Queremos que nuestras fotos sean perfectas, que nuestros videos sean perfectos. Que cualquier cosa que vayamos a hacer la hagamos perfecta. Como la de aquella o la otra persona que seguimos, vemos o admiramos. El que no hay que compararse es un mantra conocido, pero lo hacemos.

Es normal mirar al de al lado teniendo en cuenta que nos gusta lo que hace. Pero tú eres tú y esa persona es otra. Tenéis una esencia diferente, usa tu propia voz y sedúcete a tí misma.  Además, en las comparaciones no se nos pasa por la cabeza que esas personas, que nos parecen tan ideales, también han tenido un comienzo, miedos e inseguridades incluso a día de hoy.

También puede pasar que lleguemos a abandonar incluso sin haber dado el primer paso por perdernos en la preparación. En la red hay mogollón de material para preparar proyectos de todo tipo. Útiles  pero… puede llegar a atraparnos de tal manera que sintamos que siempre nos falta algo para arrancar. ¿Os suena el…” si, lo tengo pensado pero es que estoy esperando porque quiero hacerlo bien”?.

Lo que verdaderamente queremos es expresarnos a través de algo, sacar ese flow fuera de nosotras y compartirlo. Dar esos primeros pasos. Los primeros pasos de un niño no son perfectos, pero son tremendamente importantes. La pasión viene desde dentro.

Y ¿por qué esa necesidad de perfección? Porque nos ponemos en juicio a nosotras mismas, nos sacamos faltas hasta de debajo de las piedras. Pensamos que los demás nos van a ver como la jueza cabrona que tenemos dentro. Y aquí eso del Loveyourself entra de lleno. Es una frase muy mona para las camisetas y los tatuajes pero es conveniente darle uso. Es de aquellas cosas que si no se usan se rompen.

La valoración propia es clave para darnos permiso de continuar aunque el panorama no este yendo como esperábamos. Si aceptamos nuestro ritmo sin restarnos valía, si somos flexibles a que el proyecto pueda transformarse con el tiempo, podemos crear algo sólido. Y aquí es cuando la constancia sumada al amor propio hace su labor.

De peques nos decían mucho eso de “si ves que antes de entregarlo lo puedes mejorar párate y mejóralo”. También nos suena la frase de reproche “si lo vas a hacer hazlo bien. Si no mejor no lo hagas”.

Actualmente resuena el “mejor hecho que perfecto” poniendo de manifiesto que a algunas personas nos cuesta valorar cuando somos suficientes, y que la autoexigencia puede paralizarnos pudiendo llevar al abandono de la actividad.

Cuéntanos ¿Cuál es la frase que resuena en tu cabeza? ¿Qué es aquello que has dejado de hacer porque no lo considerabas perfecto? ¡Os leemos!

 

Mariló Córdoba.