No puedo más con este sufrimiento llamado que mi tipo de chico sean los rastas canallitas desnutridos que se alimentan de porros.

Lo siento. Hasta aquí he llegado. Ya no puedo más tirar del carro. A mí no me va a matar el coronavirus, me va a matar este sufrimiento llamado que mi tipo de chico perfecto sean los bohemios zalameros canallitas que se alimentan de porros.  Ya está, ya lo he dicho. Si la cosa va de confesarnos yo ya he dicho mi pecado. ¿A qué edad se supera esta enfermedad que solo me da disgustos?

Nunca he destacado por tener buen gusto con los chicos ni por tener relaciones estables, pero este deseo carnal es independiente. Es como el famoso chándal gris, la chupa de cuero negra, la barbita, la colonia de One Million o el arito en el lóbulo de la oreja. No tiene nada que ver con tus parejas pasadas, presentes o futuras. Tiene que ver con el interior de tu psique, con lo metafísico, con la cantidad de veces que con 15 años te metías en Tumblr y veías fotos de chicos delgados pero paradójicamente bien definidos (cariño, eran modelos, asumámoslo) actuando con actitud despreocupada y errante, con pantalones pitillo, skate y cigarrito en mano. Esta adoración tan intensa por el denominado “chico tumblr” tuvo que ir derivando hacia otras características tanto físicas como psicológicas porque Estados Unidos, país donde se desarrollaban la mayoría de imágenes (y al parecer donde suceden todas las cosas importante de este mundo ejem), me pillaba un poquito lejos. 

A esta distancia interpersonal con un océano de por medio había que añadir otras razones, como que las modas van cambiando, que Tumblr bajó como la espuma, la llegada de Instagram y que yo me obsesioné con Trainspotting.

Para intentar superar esta dolencia que enciende mis pasiones más profundas y hace que mis piernas hagan el baile de San Vito lo he probado todo. Me he desinstalado Tinder, Badoo y silenciado cuentas de Twitter y stories de Instagram. Hasta he visto mil videos de ASMR de dudosa calidad por si conseguían relajarme, calmarme, bajarme la libido e intentar pensar en otra cosa… Pero volvía a reincidir de nuevo. Mi última bala fue ver todos los tiktoks de Rauw Gallego pero ni así… PERO QUÉ ES LO QUE TIENEN ESTOS ONVRES QUE ME ATRAEN TANTO QUE ME VUELVEN LOCA SIN EXPLICACIÓN QUÉ HAGO YO CON ESTA ENFERMEDAD QUE ES PEOR QUE MI VICIO A LOS SIMS 2. Este malnacido prototipo si que es un guilty pleasure y no escuchar a Ojete Calor en la sesión privada de Spotify. 

 

Si es que en el fondo, por mucho que intente parecer una chica inteligente, con mucho conocimiento de la lengua y sapiosexual, soy una básica de cojones a la que le flipa asociar el amor con el caos, el dolor y las dinámicas tóxicas y que, por supuesto, acaba sabiendo más de drogas que de amor gracias a sus grandes conquistas. No podría asociarlo con otras cosas como las relaciones sexoafectivas sanas, la responsabilidad emocional, los besitos en la frente, ir a comer churros los domingos por la mañana y ver juntos por sexta vez Fleabag.

Tías, de verdad, antes de fijaros en cualquier ONVRE bohemio zalamero canallita haceros esta pregunta porque a mí tras tanto intento frustrado es lo único que me quita la tontería: ¿sabe tu abuela que lloras por un tío cuya base y cúspide de la pirámide alimenticia son los porros? 

En fin, mis reinas, recordad: no os fiéis de las fotitos de instagram, de las chupas de cuero, de los piercings en la oreja, de los pantalones de chándal ni de cualquier onvre en general. Un besito. 

 

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