Llevar el rímel a todas partes como si fuera una extensión de ti misma es un rollazo, lo sé. Siempre tienes que tener el típico neceser de bolso en el que llevas mil tonterías que no usas nunca excepto cuando te hacen falta. Entonces se te han acabado. Como los tampones, el ibuprofeno, un cepillo de dientes, horquillas… en fin, un batiburrillo de cosas que son una disculpa para llevar lo que realmente te hace falta: EL RÍMEL.

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Pero como estamos en la era dorada del “todo está inventado”, aquí viene la última solución a nuestro problema: la permanente de pestañas. Ay, la permanente… ¿os acordáis de cuando alguna de vuestras amigas se hacía una permanente y se convertía en Marge Simpson? Qué buenos tiempos. Bueno, ahora las permanentes son super sofisticadas y todo eso, y han llegado a todo tipo de pelos, véanse los de las pestañas.

¿Pa’ que quiero yo hacerme eso? Estaréis pensando. Pues para no llevar el dichoso neceser con el rímel a todas partes. Porque el rímel no es el verdadero inconveniente; lo realmente duro es: ¿de dónde saco yo un espejo? Exacto. Sí, también podemos utilizar esos espejos pequeñitos tamaño bolsillo, pero se terminan rompiendo. Además, solo te cabe un ojo, no los dos a la vez, así que como te quieras hacer la raya del ojo, SEGURO QUE NO TE QUEDAN IGUALES. En fin, sí, soy una experta poniéndole pegas a todo. Soy una chica exigente.

Así que allá vamos: permanente de pestañas, ¿sí o no?

Cuando vemos a todas las influencers con sus súper pestañas nuevas todas pensamos “ole, yo también quiero”, y nos lanzamos a buscar en internet DÓNDE PUEDO HACERME LA PERMANENTE DE PESTAÑAS. SITIOS CERCA DE MÍ.

Bien, es cierto que durante unas semanas (4-5 aprox) lucirás unas pestañas de ensueño y te pararás en todos los escaparates para hacerte ojitos a ti misma. El efecto es muy parecido al de cuando te pones una buena máscara de pestañas, de esas caras, que no te dejan grumitos tamaño Cola-Cao y que parece que tienes mil pestañas más de las cuatro que tenías cuando te levantaste. Algo parecido pasa con la permanente de pestañas: tú te levantas por las mañanas y eres una princesa.

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Con tu aliento mañanero, tus legañas y todo. Porque las legañas con pestañones se llevan de otra manera. Ahí empieza a cobrar sentido eso de que “las pestañas hacen mucho”. Y tanto, amigas… Imaginaos a una Bratz sin pestañas. No es lo mismo. Pues tú tampoco.

Ya si queréis rizar el rizo y ventilar cada vez que pestañeas, siempre puedes ponerte rímel por encima de tu permanente.  ¿Sabéis eso de “que nadie te diga cuánto queso le puedes echar a tu comida”? Pues con las pestañas igual: que nadie te diga cuánto rímel puedes echarte.

Pero ¿y después? ¿Qué pasa?

La permanente de pestañas es como los novios: al principio están muy bien y te hacen sentir la más bella del reino, pero al final terminas como la madrastra mala.

  1. Tus pestañas se vuelven débiles.

Vamos, que si ya no tenías muchas pestañas (porque pa’ eso te las pones), después de la permanente se quedan resentidas. Esto depende de la calidad de tus pestañas, hay gente que no lo sufrirá tanto pero no fue mi caso. Eso sí, te recomiendo descansar una temporada entre una permanente y otra para no cargártelas del todo.

  1. En realidad se quedan MÁS CORTAS

Sí, como lo leéis, amigas: igual que el pelo. Cuando está liso está más largo, pero cuando lo rizas… ¡BOOM! Cuanto más rizadas quieras tus pestañas, más cortas se te van a quedar. ¡Avisadas estáis!

  1. No vale hacértelo en la peluquería de debajo de tu casa

A no ser que vivas en Majadahonda, que entonces igual sí. El caso es que, para este tipo de tratamientos, se recomienda buscar un experto. Y aún así no te libras de los dos inconvenientes anteriores… si ya la cosa no pintaba bien, tened cuidado de elegir bien quién os mete mano en vuestras queridas pestañas (y en todas partes, vaya). Cada persona es un mundo y hay diferentes tipos de pelo y de pestañas; lo que para unas funciona a las mil maravillas, a otras las deja calvas de pestañas. Así que sabéis: mujer precavida vale por dos.