Abro Twitter y la tendencia es una pelea de gatas entre Britney Spears y Christina Aguilera. Confundida, miro el calendario y mi entorno, necesito comprobar que estamos en 2021, aunque sea terminándolo. No obstante, la verdad es que la mera existencia de Twitter ya debería haber sido reveladora.
Estamos viviendo un revival en toda regla de la adolescencia de los que vienen a ser de mi generación, esa generación perdida entre el final de los noventa, y el comienzo de los 00es. El hecho de pensar en pantalones de tiro bajísimo y aquellas anorexias aplaudidas por la sociedad me pone como un flan. Por no hablar de las que se hayan dejado las cejas al viento y ahora lean asustadas que vuelven las perfiladas, qué dura la vida de ser tendehnsiah.
El documental de Britney en Netflix, el documental de las Spice Girls en Movistar, la Aguilera sacando un nuevo disco y volviendo a los escenarios, ni más ni menos que en un festival en Mallorca, Pink icono del feminismo y el grupo Inditex desempolvando todas sus viejas glorias para la ocasión, mientras mi piercing del ombligo ha resistido al paso de los años y a todas las inclemencias propias del proceso de madurez adulta. Ahora lo que quiero saber es si la Generación Z va a resucita también el Blockbuster, la fiesta de cenar pizza, los mensajes limitados a 140 caracteres y el coste de vida, porque entonces vamos a ponernos a negociar. Si han podido resucitar a JLo con Ben, todo es posible, aunque viendo que han aumentado los caracteres de Twitter a 240, no lo veo muy probable.
Fíjate si va la cosa en serio, que se está pidiendo la vuelta del Grand Prix, como si hubiese estado secuestrado todo este tiempo en contra de nuestra voluntad. My body is saying let’s go, but my heart is saying no. Por no mencionar el resurgir de Los hombres de Paco, Física y Química y UPA. Válgame el cielo, parece que estoy escuchando a mi madre todavía
apagayalaseriequemañanahayclaseytienesquemadrugar.
Yo por si acaso, he conseguido rescatar alguna que otra prenda, calzado de plataforma y bolsos, en los cuales, no me entra más que el móvil o la cartera, y un tampón. También he vuelto al chándal en todas sus formas y colores, teniendo a Chenoa como referente. Poca cosa hay en España más dosmiles que eso. ¿Soy una fashion victim? Evidentemente
Fíjate que hace un tiempo leí, que esta ésta mi generación era considerada la peor vestida de la historia, y, sin embargo, las Buffalo y las botas Mustang tienen más presencia en las calles que aquellos chúpamelapunta. Y los pantalones de campanaza, y los dos mechones sueltos por delante, y los gorros de pescador, y las gargantillas chocker, y el rosa; y, y, y.
Se acerca la llegada del nuevo año, no sé qué tendencia volverá, pero por si acaso, me bajo al kiosko a por una Super Pop y una Vale, necesito hacer unos cuantos tests que desvelen ese misterio, y todas las demás dudas existenciales de esta treinteañera que vuelve a la adolescencia. Al menos, lo que dure el revival. Spice up your life!