Seguro que más de una de vosotras habrá visto por instagram unas imágenes un poco mal retocadas de lo que parece ser el Papa Francisco bendiciendo comida. Pues bien, hoy el que viene a confesarse es Su Santidad: yo, Lidia, soy el Papa bendiciendo tu comida

 

Sé que tenéis muy idealizado a ese ser de luz que bendice cada día comida para sus fieles monaguillos, pero la realidad es que las fundadoras de esa cuenta son nada más y nada menos que unas veinteañeras que compartían piso y que mientras cenaban se quedaron embelesadas con el untable vegetal de papaya y curry del Lidl (recomendadísimo y todavía sin bendecir… POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA).

No sé si sería porque estábamos siguiendo de cerca la noche electoral del 10N y teníamos la vena más hinchada que Ferreras viendo la que se avecinaba (que no la serie, cuidau), pero necesitábamos aferrarnos a algo como cuando te estás cayendo por las escaleras y buscas sin éxito la barandilla. En medio de esa vorágine de emociones descontrolada, la idea de crear un instagram en el que se alabasen las comidas más amadas por los millennials fue nuestra baranda y tras un rápido barrido por Instagram no avistamos ningún perfil que cumpliera nuestras ansías evangelizadoras. 

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de El Papa Bendice (@el_papa_bendiciendo_tu_comida) el

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de El Papa Bendice (@el_papa_bendiciendo_tu_comida) el


Era un momento en el que las bendiciones se encontraban en su punto álgido en la red; sin embargo, todavía no se había santificado lo más sagrado y que verdaderamente une a España: el hummus del Mercadona. Como una revelación, no hizo falta que el arcángel Gabriel se presentara ante nosotras para levantarnos del sofá, encender el ordenador y pulsar audazmente el trackpad mientras hacíamos click en el logo del Photoshop. Los primeros alimentos a bendecir eran más que evidentes: guacamole, patatas campesinas, cereales rellenos de leche, las galletas rebuenas, el fuet… Por supuesto, tampoco podía faltar por consagrar la octava maravilla gastronómica, el héroe sin capa de los fines de semana, la razón por la que no entiendo el racismo porque une a todos los pueblos en una sola nación, la verdadera pasión turca: EL KEBAB. Ese fue el instante donde, por mucho que amásemos a Juan Roig, los caminos de la gula y la lujuria eran más tentadores y hubo que abarcar más supermercados, más marcas, restaurantes e incluso puestos de feria y tu kioskito de confianza de la esquina. 

 

¿Acaso existe algo más universal que el placer de comer? ¿Qué cosa une más a la raza humana que el ponernos cómo auténticas cerdas comiendo pizza y Lay’s Campesinas? ¿No será realmente el Misterio de la Santísima Trinidad el helado de nube de Hacendado? 

 

El Papa Francisco vino a revolucionar el Cristianismo, lo que no sabía es que también iba a revolucionar las redes sociales. El influencer number one de la historia, Jesucristo, tiene un nuevo competidor en el Vaticano que le dobla y multiplica en seguidores. Tan influencer no sería si solo consiguió 12… Porque, a ver, ¿acaso nadie ha pensado que si diesen Pringles (las verdes, evidentemente) en lugar de obleas en misa iría más gente a la Iglesia? Yo sí, muchas veces. Y si el vino fuera el Frizzante de Mercadona me llevaba hasta la tienda de campaña a la puerta de la catedral de Santiago como si de un concierto de Ladilla Rusa se tratase, porque total, iba a salir igual de motivada. Al menos que mojen las hostias en hummus, por favor, no pido tanto.

Al representante de Dios en la Tierra no le faltan monaguillos, aunque no todos son tan jovencitos como le gustaría al Paco. Abarcan todas las edades porque ya sabemos que a la Iglesia eso del marketing se le da bastante bien. Lo mismo un teenager de 13 años pide que bendiga el Nesquik sabor plátano, un vino señorial para su abuelita o como no, el Monster o el Eneryeti. También hay personitas que piden que santifique panaderías familiares o marcas que acaban de nacer, y como Susan (diminutivo de Su Santidad, que hay confianza) es todopoderoso y siempre se apiada de los más desfavorecidos pues allá que reza un par de padres nuestros y lo bendice. Que la Iglesia es de los pobresitos. 

El Papa bendiciendo tu comida se puede considerar una cuenta de humor y memes, pero hay ciertas personas que se toman el humor muy en serio y les parece ofensivo que Francisco alabe los deliciosos frutos que nos otorga Dios nuestro Señor. En fin, ya sabemos que la Iglesia eso de los placeres no lo lleva demasiado bien. Ellos son más de frutas prohibidas. 

El Papatinder, amantes de la semana santa contra el Papa, trabajadores de la nasa, un vecino de Chihuahua (México) que insistió en que hablara con el párroco de su iglesia, el chaval que pidió que bendijera su invitación de boda… Como veis, Su Santidad ha tenido mucho trabajo que hacer (y lo que le queda) así que mejor lo dejamos para el siguiente capítulo de El Confesionario del Papa.

 

Id a misa, chavales.

@lidiarules.jpg