¿Estoy siendo una exagerada? Sí. ¿Ahora mismo odio al género masculino y no pienso cómo debería? EVIDENTEMENTE.

Estoy harta. Harta de que me hagan daño.  Y esta vez me niego a autocompadecerme, a llorar en un rincón, a pensar que voy a acabar sola, que nadie me querrá. NO. Esta vez estoy furiosa, llena de ira homicida.

Pero no sólo hablo por mí, quiero hablar en general. BASTA YA DE HACER DAÑO GRATUITO. Si no me quieres, dímelo. Me va a doler como una bala en el pecho pero será rápido y cicatrizará pronto. No me tortures, no prolongues la agonía, no me digas “vamos a darnos un tiempo” si lo que ocurre es que no tienes valor para dejarme y hacer tu vida. No pasa nada. La gente se enamora y se desenamora. ¡Nadie se muere de amor! Y aunque parezca mentira, tampoco nadie se muere de pena.

Basta ya del “no es por ti, es por mí”. Porque claro que sí, joder: ES POR TI, QUE ERES IMBÉCIL. Y en cierta parte, en una ínfima parte es por mí, por no haberlo visto venir otra vez. Por volver a creerme lo mismo pero con otro envase.

Ojalá una tienda donde comprar y vender corazones. Como el que se compra unos zapatos bonitos. ¿Que se te rompe el tacón? Pues vas a la tienda y te los arreglan (si de verdad te importan mucho esos zapatos) o te buscas otro modelito.

¿Y qué tal un “segunda mano” de corazones? Poder vender tu corazón al peso. Si mi madre lleva razón y tengo un corazón que no me cabe en el pecho… podría comprarme unos Jimmy Choo. Oye, desafortunada en el amor, afortunada en ¿los negocios?

 

Así que si por mi fuera, hoy cogería mi corazón y lo vendería en Wallapop. No muy barato, porque lo tengo trotado pero tampoco mucho. Y con el dinero, me compraría una escopeta. Aunque con la mala puntería que tengo, seguro que me disparo en un pie.