Cada día es más fácil reconocer en voz alta que no se quiere ser madre. Aunque un sector de la sociedad, evidentemente, sigue juzgando el tema y continúa soltando perlitas del tipo «eso es que aún eres joven, ya verás como quieres cuando pasen unos años», otra gran parte de la gente acepta tu opinión y no se mete más en tu vida (gracias a la vida por esta evolución, en serio).

Pero a estas alturas, en las que está más o menos asumido que ser madre no es la máxima de toda mujer, yo me pregunto por qué tenemos que seguir posicionándonos en un lado o en el otro.  En el fondo, es un tema sobre el que parece que estamos en la obligación de dar explicaciones. 

Muchas chicas ni quieren ser madre ni quieren no serlo. Quiero decir, en su momento actual no desean un bebé, pero no saben si más adelante querrán dar vida a una nueva personita o si preferirán dedicar su tiempo y su dinero a sí mismas.

Creo que la maternidad, como otras muchas cosas de la vida, encaja perfectamente en el «yo soy yo y mi circunstancia» de Ortega y Gasset (esto es lo máximo que aprendí en Bachillerato sobre filosofía, y me gusta sacarlo a relucir siempre que puedo). Hay muchas chicas que decidirán si finalmente son madres en función de cómo maduren, de cómo evolucionen y de cómo crezcan a nivel personal. También influirá su lugar de residencia,  su situación familiar y personal y un millón de factores más. Decidirán en función de sus circunstancias, como se decide todo en esta vida.

Una casi no sabe lo que hará al terminar la universidad y parece que esto ya tiene que estar decidido. Es para llevarse las manos a la cabeza y tirar muy fuerte del pelo. En fin.

Muchas están ahora mismo con la cabeza en los festivales de verano, otras están centradas en estudiar  para aprobar una oposición, hay quienes están decidiendo qué modelo de coche compran, algunas están empezando a enamorarse y hay otras que, simplemente, están disfrutando del momento y no se hacen esta pregunta, como tampoco se preguntan si cuando se jubilen se harán la permanente, se cortarán el pelo y se lo teñirán de rubio.

Creo que en esto de dar vida a un churumbelito, salvo que tengas tu objetivo muy claro (tanto para tener un retoño como para no tenerlo) también tenemos que dejar que la vida nos sorprenda. Porque lo más bonito de la vida son las sorpresas, los planes improvisados y, sobretodo, los cambios que vamos experimentando según maduramos y según vamos quemando etapas.

Stop preguntar sobre si se quieren tener hijos. 

Stop sentirte obligada a dar explicaciones cuando sale el tema.

Irene Ramirez.