‘Hay bandera roja’, ‘es temporada de fresa’, ‘estoy montando el pony de algodón’, ‘winter is bleeding’, ‘andamos con el escabeche’… Podría seguir, las posibilidades son infinitas, casi tan altas como aquellas que dicen que cuanto más importante es el evento, más probabilidades hay que de que nos baje la regla.

En esto de la menstruación no hay nada escrito, es como una ciencia inexplorada la que estudia los motivos por los que nuestra colega la roja siempre tiene que estar presente en los mejores momentos. Es prácticamente matemático aunque también un hecho curioso y muy jodido a la vez. Ya podemos echar las cuentas de la abuela, programar un viaje o un acto social ese día en el que seguro seguro nuestra regla se mantendrá alejada… Pues no, ella asomará la cabeza en forma de manchurrón en nuestras braguitas, saludando en muchas ocasiones a través de un cólico de esos que no te dejan respirar.

Nos encanta ser mujeres, y la regla entra dentro de nuestra condición, pero no me podréis negar que sin ella también se vive espectacularmente bien. Ya no solo por el engorro que supone sangrar durante aproximadamente una semana, sino también por la bofetada de hormonas que supone la menstruación y los dolores varios que suele suponer a muchas mujeres.

Y lo que decimos, hay planes que son prácticamente una llamada para ‘La Dolores’. Como un imán, igualito que las abejas al polen o las moscas a la caca. Aquí os traigo algunos de ellos, y que levante la mano la que pueda dar fe de ello, yo la primera.

Quedar con el crush para, al fin, echar el polvo del siglo

Llevas días calentándote a base de bien a través de mensajes y llamadas. Es tu crush y lo tienes en el bote. Todo apunta a que vuestro encuentro en persona va a ser el evento erótico-festivo del siglo. Te apetece tanto que has pasado días planeando cada detalle, pensando en qué modelito te pondrás, imaginándote cada movimiento, cada segundo de la cita. Y entonces, ese mismo día, tu regla aparece sin venir a cuento. Miras el calendario y te das cuenta de que no era en absoluto su momento, la muy hija de su madre se ha adelantado varias escenas. ¡¿Pero cómo se puede tener tanto afán de protagonismo?!

Vestir pantalones blancos o color crudo

Aquí la que más o la que menos sabe que los pantalones claros son un peligro. No solo porque se manchan con mirarlos, sino también porque si algún día la menstruación tiene que llegar por sorpresa, será ese en el que vistas tus preciosos jeans blanco nuclear. Estás sentada en la oficina y notas esa archiconocida sensación. Maldices y esperas que sea todo una puta broma del cerebro. No puede ser, hoy no… Te levantas (apretando el culo, aunque no sirva para nada) y sales corriendo al baño. Efectivamente, ahí está, en todo su apogeo y marcando tus pantalones para el resto del día.

Decidirte a hacerte un test de embarazo

Esta es una de esas ocasiones que muchas hemos vivido pero que pocas contamos. Y es que muchas veces cuando intentamos quedarnos embarazadas ese periodo de tiempo hasta que aparece la regla es como una etapa de tensión máxima entre ‘¿vendrá? ¿no vendrá?‘. Valoras cuándo será el mejor momento para hacerte un test, porque no te quieres hacer ilusiones pero ya ha pasado un tiempo desde la última regla y podría ser este el mes del positivo. Dejas pasar unos días por prudencia (y por no sentirte absurda del todo) y cuando das por hecho que la regla se ha retrasado y que todo apunta a un embarazo compras un test ilusionada y casi segura del resultado. Llegas a casa, nerviosa perdida, vas al baño y… ahí está tu menstruación, llamándote ilusa y desmontando ese castillo de alegría supina que ya habías construido.

Salir de viaje, da igual el motivo o el destino

Es lo mismo que el plan sea un viaje de trabajo, como unas vacaciones a una playa de ensueño o una escapadita de fin de semana a esa casa rural que tantas ganas tenías de conocer. Está casi demostrado al 400% que la menstruación siempre se suma al carro de los viajes. Ella tiene billete comprado para todas las salidas, porque le gusta conocer mundo y el efecto sorpresa es lo suyo. En todos los aeropuertos y estaciones del mundo debería haber una tienda única en la que comprar compresas y tampones para sustillos de última hora. Porque, encima, en muchas ocasiones no contamos con ella en absoluto por lo que además de cargar con los dolores y el malestar, nos toca desembolsar un extra por adquirir los támpax en la tienda más cara del país.

Blanca, radiante y ‘escabechada’ va la novia

Una putada como otra cualquiera pero de lo que muchas mujeres pueden dar fe. Cuando programas tu boda sueles intentar calcular los días para que, al menos, la regla se mantenga lo más alejada posible. Aunque, claro está, acertar a un año vista es para muchas, una especie de lotería. La cuestión es la siguiente: si hay algún ápice de duda de que la roja pueda aparecer el día de tu boda, lo hará (y si no hay dudas, pues a lo mejor también). Poco se habla de lo que es cambiarse la copa intentando no manchar un vestido de novia, o de lo mucho que mola que te duelan los ovarios mientras bailas el vals con tu recién estrenado marido. Porque claro, o te metes un chute de antiinflamatorios y pasas de beber en tu propia boda o te aguantas e intentas mantener el dolor al margen gracias a unos chupitos de ginebra.

Que sí, que sabemos que tener un buena relación con la menstruación ayuda mucho en eso de sobrellevarla, pero eso no evita que pueda llamarnos la atención la capacidad de nuestro cuerpo para sabotearnos a nosotras mismas. Hay quien dice que el estrés hace mucho, quienes piensan que en todo esto nuestra cabeza tiene mucho que decir. Por ahora lo dejaremos en que nuestro propio sistema puede ser así de graciosillo a veces, y a nosotras a jodernos toca.

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Fotografía de portada