Sí, soy adicta, ¿y ahora qué?

Siempre había oído que «el primer paso era asumirlo», pero una vez llegado a este punto ¿Entonces qué?

Este texto no va a dar la solución al grandioso problema que es consumir drogas ni mucho menos será el vademécum de la desintoxicación; no es más que el relato de mi mera experiencia. Eso quiere decir que tanto puede que os resuene como puede que no.

Yo empecé a consumir con 15 años en el viaje de fin de curso del instituto junto a mi mejor amiga. Recuerdo la adrenalina de hacer algo prohibido por primera vez que nos invadía el cuerpo, teníamos esa risa nerviosa y hasta un poquito de miedo por si algo iba mal.

Pero no fue así: Todo fueron risas y diversión. Quizá sí a alguna le hubiera dado una pálida o nos hubieran pillado los profesores, no hubiéramos repetido. Pero fue tan genial esa la sensación de libertad y como el desahogo emergía de nuestros poros rebosantes de juventud… Que repetimos.

En un año ya nos estábamos escaqueando de clases por quedarnos al sol fumando unos porros. Ella acabó por dejar los estudios a medias y mudarse de ciudad y yo tuve que cambiar de instituto para poder acabarlos.

Ambas seguimos fumando y bebiendo los siguientes años. A diario. Ya no era por diversión o por desconectar, era por costumbre. Por vicio. Porque estábamos enganchadas y preferíamos fumarnos un porro solas en casa a salir a tomar algo con los demás amigos.

No fue hasta quince años después que nos dimos cuenta de que habíamos caído hondo y necesitábamos salir de ese bucle. Ella (campeona donde las haya) consiguió salir antes; yo me tardé dos años más. El día que abrí los ojos fue gracias a ella: Me dijo que para seguir limpia necesitaba dejar de verme. Mi persona le recordaba a épocas de consumo y prefería acabar con todo de raíz. Nunca más supimos la una de la otra.

 

Ese es el primer paso: Romper todo contacto con las personas con las que sueles consumir y/o evitar ir a los lugares donde lo hacías. Es lo más doloroso que una persona puede conseguir: Abandonar quién es y su mundo, verse en plena soledad y empezar a construir su nuevo yo desde cero. Descubrir quién es sin las drogas. Ponerte nuevos retos y nuevas rutinas. Reflexionar en quien eras antes de consumir y que te gustaba hacer, recuperar viejos hobbies y ponerte horarios: Despertar pronto, aprovechar el día, hacer cosas.

Los primeros días son horribles porque todo te parece inútil y no ves que «ocupar tu tiempo» sea la solución. Pero al cabo de un tiempo ves que necesitas ocupar tus pensamientos y tu tiempo para no recaer en el aburrimiento y por ende, volver a consumir.

El segundo paso sería ese: Ocupar tu cabeza para no pensar mucho. Este creo que es la clave porque cuanto menos tiempo libre tengas para pensar y más cansado estés, mejor vas a dormir. Las noches son difíciles y cuesta mucho dormir cuando tu cerebro está en constante actividad pidiéndote que consumas. Aparecen las noches eternas y al final buscas diferentes métodos para poder dormir: Leerte un libro, escuchar música relajante, ir al gimnasio hasta agotar tu cuerpo y así caer rendido, o contar ovejas. En la cama aparecen los pensamientos más dolorosos y negativos, las conversaciones contigo misma sobre si vas a ser capaz o si estás haciendo lo correcto.

El tercer paso aparece entonces: Buscar tu red de apoyo. Puede ser en un centro con profesionales que te guíen y con personas en tu misma situación. Pueden ser antiguos amigos o la familia que decidiste abandonar por el consumo, aquellos con los que has retomado el contacto después de disculparte por el dolor que les ocasionaste. Pueden ser personas nuevas que hayas conocido en la primera fase de redescubrimiento (del gimnasio al que te has apuntado, de esas clases de cocina que siempre quisiste hacer, del club de lectura…).

Cuando consigues cambiar de círculos y de rutinas, vivir más el día que la noche y tener por lo menos a una persona a la que recurrir cuando todo se te viene encima (cuando aparece el miedo a recaer o las ganas de volver a consumir te persiguen) sabes que lo estás haciendo bien.

Cada persona tiene sus tiempos y pueden pasar años hasta que sientes que has superado esa etapa de tu vida. Aunque digan que pasados los primeros 21 días estás salvado, el que es consumidor lo será toda su vida. Tienes que ser muy perseverante y mantenerse constante, lograr sacar toda la fortaleza en los momentos de tentación, y aprender a utilizar las estrategias que has aprendido para gestionar la ansiedad por consumir. Superar el bache.

Yo cambié de trabajo y empecé a trabajar mañanas y tardes, en lugar de tardes y noches. Me mudé de mi piso compartido con otras personas que consumían a vivir sola. Me apunté otra vez a clases de baile, con la misma profesora que tenía a los 15 años, y también al gimnasio para estar siempre cansada y poder dormir bien por las noches.

Con el tiempo pude concentrarme suficiente como para leer libros enteros, en lugar de dejarlos a medias por desinterés. Y dos años después he conseguido volver a escribir, dato importante porque había pasado años sin ser capaz de encontrar la inspiración o las ganas de hacerlo. Tenía el cerebro dormido y atrofiado.

 

Moreiona