Cuando eres una mujer escrupulosa y glamourosa a partes iguales, pues hay cosas que no puedes hacer. Aunque quieras, aunque lo intentes, hay unas células glamourÍticas en tu ADN que llevan tacones y el eyeliner (esto no me lo  invento, lo vi en un estudio de la Universidad de Arkansas, donde un señor con bata blanca le sacaba sangre a una mujer divina y al ponerla en el microscopio las células eran así) que te impiden ser normal.

Es un defecto de nacimiento, no se puede hacer nada al respecto. Y es totalmente incompatible con algunos estilos de vida, como por ejemplo querer ser deportista.

Tú puedes irte a andar con tus deportivas a conjunto con los leggins y el jersey, un gorrito muy mono con un lazo, y las gafas de sol de brilli. Y pues no pasa nada oye, que no desentonas. Y el viento mueve tu pelo,  tú te imaginas que estás en un vídeo de Beyoncé, y caminas al ritmo de su canción y es bonito. Pero en cambio un día coges y dices: «¿Y si me apunto al gimnasio?». Y con todo tu ímpetu vas, pagas la matrícula, y te vienes arriba y te apuntas a tres o cuatro clases semanales. Y entonces llegas a tu casa te sientas y tus neuronas glamourÍticas empiezan a dominar tu cerebro y a hacerte preguntas tan crueles como:

«¿Piensas ir en chándal? ¿por la calle? ¿en serio?

Bueno, bueno, y aunque no sea por la calle y sea solo para usarlo dentro del gym, ¿en serio vas a comparte un chándal? ¡Que horror! y ¿si no es un chándal que outfit te vas a poner para ir? ¿uno de quechua? ¡ni se te ocurra hacernos pisar el aliexpres de la moda deportiva!¡hasta ahí podíamos llegar! Mallas  de colores fosforitos a conjunto con la camiseta ni se te ocurra, que horterada. Y los chándal de Dolce & Gabanna son para llevar tacones ¡olvídate!  Además con lo que te cuesta el chándal te compras un bolso súper mono que no te combina con nada pero por lo menos es un puñetero bolso ¡no ropa de deporte!».

«Y luego el pelo ¿que vas a hacer con el pelo?

Porque vas a sudar ¡a sudar!  No por ahí no pasamos ¡qué asco!  Y entonces tendrás que lavarte el pelo a diario y pasarte la plancha cada día. Y olvídate de ir a la peluquería entre semana a que te hagan ondas de pelo de telenovela venezolana, porque en cuantos pises el gym se te encrespan.  O sea que el pelo se te va a estropear y vas a perder totalmente la magia de tu melena... ¡Ay dios que despropósito!».

«Y el sudor de la gente, huele, ¿y si se te acerca alguien y te toca? Con todos los virus que habrá por allí sueltos por mucho desinfectante barato que pongan?».

¡Parad! Les grito a mis neuronas glamouriticas. Pero tienen razón.

¿Alguien que vaya al gym cada día me puede explicar cómo va peinada impecablemente a diario? Con coleta  no me sirve. Gracias.

¿Alguien que vaya al gym cada día me puede explicar por qué todos los conjuntos son fosforitos y terriblemente horteras?

¿ Y alguien que vaya al gym cada día me puede explicar cómo narices le cabe en la puñetera taquilla enana, la crema, el serum para la cara, el contorno de ojos, el champú, el acondicionador, el aceite para después del secado, el secador, la crema  del pecho, la anticelulítica de piernas y la hidratante normal  para el resto del cuerpo? ¿Y además la toalla, las chanclas y la toalla del pelo?

¡Porque a mi no me caben! No señor, y sí, me pongo todo eso y a veces más. Pero en el puñetero gym después de ducharme tardo siete horas en ponérmelo ya que tengo que ir haciendo un tetris para que no se me caiga ningún bote al suelo.

Total que la única opción es irte a ducharte a tu casa. Y eso representa ir por la calle sudada y en puñetero chándal ¿Puede haber una imagen más patética? Si me viera Karl Laguerfeld se volvía a morir del asco.

Así es que fits del mundo, yo no sé como lo hacéis pero os aseguro que es absolutamente incompatible ir al gym y ser una mujer impecable y glamourosa. Y ahora los que empecéis a decir: «Pero si hay ropa de deporte monísima, pero si las coletas hacen joven…» Solo tengo una respuesta que daros: «Un mojón para vosotros» porque eso ni es glamour ni es na».

Y  luego si te da como a mi por apuntarte a boxeo, porque de repente te visualizas con unos guantes rosas, y el pantalón de raso con la bata de seda a conjunto, y dices: «Mira al menos que pierdo mi dignidad por lo menos voy a repartir hostias». Pues siento decirte que «ERROR». No hay ropa de boxeo buena y rosa, los guantes rosas no son profesionales, y además como es un deporte tan duro, te tienes que cortar las uñas (adiós a tus uñas largas y siempre perfectas) y dos las extensiones de pestañas se van a tomar por saco porque sudas como una auténtica perra. Y como con los guantes no te puedes quitar el sudor, al final se te queda acumulado todo el sudor de la frente en las puñeteras pestañas postizas y empiezas a ver borroso. Y al final se te caen porque no pueden ya con tanta humedad ni con la vida.

Por lo tanto, digo aquí y ahora que solo hay dos formas de vida. O eres glamurosa o deportista. Debes elegir, las dos cosas son incompatibles, te lo digo desde ya. A no ser que seas millonaria y no curres y tengas tiempo de ir al gym, estar siete horas poniéndote cremas e ir a la peluquería cada día. Sino estás muerta querida. Y te has pasado al maravilloso mundo de los leggins y las deportivas fosforitas.