Los veranos en el pueblo eran recorrerlo encima de la bici con un bocata de chocolate en la mano y creyéndote uno de los personajes de Verano Azul. Era reencontrarte con tus primos o amigos de la ciudad que venían a veranear, era crear esas redes que unían para siempre, por ejemplo, cazando gamusinos con los forasteros.

Era perderse jugando por las calles bulliciosas y acudir a casa a cenar sin necesidad de reloj, porque el aroma de las cenas te indicaba el momento. A veces pedías la cena en bocadillo para salirte mientras tanto a la puerta y seguir con tus vecinos trasteando o pensando en qué jugar después, mientras los padres se sentaban al fresco. 

Era bañarse bajo el agua calentorra de la manguera en el patio, o irnos solos al río sin padres ni madres ni adulto alguno y cuidarnos entre todos. Era ir a por los churros y el pan por las mañanas en bici y desayunar en el patio con los primos. Era comer sandía de la tierra de tu padre y tomates recién cortados en la ensalada cada mediodía. 

Era esperar las fiestas y participar en todo porque era lo más grande que pasaba por aquellas calles y plazas en todo el año. El bullicio, las orquestas, las peñas, los partidos de fútbol entre pueblos, las procesiones donde estrenábamos ropa nueva. Los concursos en mitad del baile, los vestidos nuevos, los coches de choque.

Eran, ya de adolescentes, discoteca y cine de verano en la azotea de algún bar. Era alguna vuelta en moto con algún muchacho mayor que tú y alguna calada de un cigarro a escondidas.  Eran miradas furtivas con algunos forasteros que siempre te parecían más guapos que los niños del pueblo, pero que siempre eran más creídos también. Era bullicio en las noches y  silencio absoluto en la siesta , con chicharra y blanco cegador en las fachadas. 

Eran polos en cubitera con palillos para agarrar. Eran granizados de limón y helado de corte en el quiosco de la plaza.

Los veranos en el pueblo eran infinitos y son inolvidables. 

Eran infancia y adolescencia. Eran absoluta tranquilidad, eran libertad. 

Oro puro que atesoramos en la memoria.  Matadme si miento.

La Rural Woman.