Soy feminista. Me resultaría imposible decir lo contrario. Durante años me he deconstruido y aunque considero que soy mucho más feliz, más empática, más segura de mi misma y con relaciones mucho más sanas, hay algo que me jode: no disfruto igual del cine o de las series.

Pienso en mi yo de 15 años viendo Grease y gozándolo locamente, o los maratones de Gossip Girl enamorada de Chuck Bass, y ahora me dan arcadas con determinadas escenas.

Parte de mi proceso de deconstrucción también ha sido darme cuenta de que no todo lo que hacemos las mujeres feministas tiene que ser empoderante al cien por cien. Igual que una abanderada del body positive tiene días en los que no puede ni mirarse al espejo, una mujer feminista hace cosas que no encajan en los cánones del feminismo tal y como lo imaginamos. Lo mismo sucede con los gustos musicales o cinematográficos. ¿Cómo es posible que sólo nos guste el arte totalmente feminista si no existe? Practicamente todo tiene algún que otro tinte sexista. La clave es saber identificar que una película de culto tiene tramas machistas o que la letra de un temazo es humillante a más no poder.

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No podemos evitar que de vez en cuando nos guste deleitarnos con 50 Sombras De Grey o con A 3 Metros Sobre El Cielo. El problema no es que disfrutemos viéndolas, sino que no nos diésemos cuenta de los estereotipos tan chungos de género que reflejan.

Creo que vivimos en un momento social en el que queremos que todo sea de 5 estrellas y cien por cien reivindicativo, y perdonad que os lo diga, pero no. A cualquier ser humano le gusta descansar y gozarlo con nimiedades frívolas. Muchos no entenderán que una mujer empoderada y feminista pueda ver La Isla De Las Tentaciones sin que sus principios se despeinen lo más mínimo, pero chiquis, qué se le va a hacer, así es la vida. Los valores no son de quita y pon y perrear hasta el suelo mientras suena ‘Zorra’ de Bad Gyal no nos quita razón cuando hablamos de feminismo en nuestro día a día.

Así que por favor, amigas y amigos, a la hora de sentenciar a una mujer (porque somos quienes siempre acabamos aguantando los juicios ajenos), menos fijarse en la última película que vimos en Netflix, y más fijarse en vuestro ombligo.

 

Redacción WLS