Siempre me hizo mucha gracia ese comentario de “Yo quiero que sea niña, para hacerle peinados”. Malamente me sé peinar yo, como para peinar a una personita que no para de moverse.

Es curioso que, aunque mis dos hijos mayores son niños, durante años tuve que desenredar largas melenas y tener siempre cientos de gomas del pelo desperdigadas por casa, pues ambos tenían unas preciosas cabelleras y yo se las cuidaba con mucho mimo. Pero solamente había dos modalidades: el pelo suelto seco al aire o la coleta baja. Sin complicación. Al parecer al ser niños la sociedad ve bien que no lleven peinados elaborados ni exigen una maestría especial en el arte del peinado. De hecho, la mayoría de los comentarios que recibía sobre el pelo de mis hijos era si no pensaba cortárselo.

Finalmente ellos decidieron cómo y cuando cortárselo y entonces empezó mi odisea, pues por cómo es su pelo, necesitan mucho moldeado para que les quede medio bien. No hay una peluquera que no les haga un corte extraño y que exija más trabajo por mi parte luego. Yo era más feliz con sus coletas sin ciencia alguna y odio mucho la gomina, la cera y ese tipo de sustancias en su pelo. Ellos no están conformes y yo tampoco.

Pero entonces le empezó a crecer el pelo (no fue sin tiempo) a la pequeña. Le costó mucho empezar a apoyar las puntitas del pelo en el hombro, pues tiene el pelo opuesto a sus hermanos: poca cantidad, fino y totalmente liso, así que el pelo de delante se le mete en los ojos y exige que se lo apartemos, pero por detrás no lo tiene tan largo, así que la coleta clásica está descartada.

Entonces todas las madres de mi entorno me cuentan sus soluciones para casos como el suyo. Una trenza de raíz, un recogido en tres alturas… ¡Yo no sé hacer eso!

Que sí, que las espigas son preciosas, pero mi hija tiene cuatro pelos y mi maña se limita a hacer una coleta y trenzar el pelo de la goma en adelante. Fin. No me pidas más.

Todas se ríen con mi expresión y veo en alguna algo de condescendencia cuando comenta que mi hija querrá pronto ir como sus amiguitas del cole. Entonces no me queda más remedio que decirles que espero que mi hija tenga una personalidad propia que le permita ser feliz y estar contenta con cosas más trascendentales que un peinado de princesas. Me flipo, ya lo sé, pero ¿qué les digo? Si es que no sé, pero tampoco tengo mucho interés en aprender.

He improvisado varios peinados sencillos para aparatarle más el flequillo de la cara, pues la única vez que le corté el pelo nos tocó una de esas peluqueras de antes a las que le decías solo las puntas y no quiero flequillo y te hacían un tazón. Ahora empieza a crecerle de nuevo ese micro flequillo y puedo hacer que esté cómoda y preciosa con su mini melena. Pero es que preciosa ya es ella, le haga lo que le haga (y menos mal, porque a vece me salen unos churros…).

Pero que nadie se preocupe, sobreviviremos. No va a pasar nada porque cuando cumpla 6, 7, 8… su look se limite a dos chichos, una coleta alta y pelo suelto con diadema.

Luna Purple.