DE LOCA A LOCA Y TIRO PORQUE ME TOCA. NO HAY JEFE CUERDO

Algo pasa. Algo sucede. No sé decirte el qué, pero estoy convencida de que el día en el que te dan el carnet de jefe te suena un click en el cerebro y ya no hay marcha atrás, te vuelves loco del coño. O eso o yo he tenido muy mala suerte en la vida porque a los jefes a las que he tenido el placer de servir además del carnet de jefe les deberían de haber abierto también la cartilla del psiquiatra. Tengo que decir que por el tipo de trabajo que desempeñábamos tal vez habían inhalado demasiados productos tóxicos durante años. Pero me temo que ni tomándote la laca a chupitos se llegaría al nivel de las jefes que he sufrido. He tenido de todo:

El jefe hippie: Ese que no va de jefe. Que quiere ser colega de sus empleados. Que dice eso de “Yo soy como vosotros eh… a mí no me veáis como a un jefe…” Todo paz y amor hasta que llega la nómina y le preguntas por las horas extras.  

El adicto al trabajo: ¡A que trabajes tú! Ese jefe que te endiña clientes 5 minutos antes de tu hora de salida. Que te suelta frases tipo “Para sacar una empresa adelante no hay horarios que valgan…” Pero que cuando llega la hora de salir ¡él se pira! Y tú ahí te quedas.

El edulcorado: Cariño, bonita, corazón, preciosa, perrrla, …. Y un largo etcétera de amoríos varios. Esa persona que siempre se dirige a ti como si te estuviera cortejando. Después de los meses y de ver que no terminó de lanzarse me di cuenta de que tal vez lo más probables era que no se supiera ni mi nombre.

El mudo: Ese jefe que quiere que le leas la mente. Que sepas en cada momento qué es lo que necesita, pero leyéndolo en sus ojos. O echándole las cartas…. O notándolo en el ambiente… ¡O yo que sé! Si consigues complacer a este tipo de jefe ya puedes hacerle la competencia a Aramís Fuster en Telemadrid.

El ausente: El jefe que nunca está. No voy a negar que este me gusta. Hasta que surgen los problemas. Y entonces te empoderas y decides tomar las riendas y buscar soluciones. Pero cuando se digna a aparecer resulta que no le gusta cómo has solventado la situación (tú solita porque el nunca está ni presente ni al teléfono). ¡Cómo iba yo a saber que no le parecería bien dar servicio gratuito a todo el que se quejara por el retraso! Si hubiera estado, no habría retraso. Punto. 

– Y el mejor de todas, el altruista: ese jefe que se preocupa por los demás… que es todo bondad… que es tan buena persona que en vez de un negocio se cree que tiene una ONG… ¡Y por eso pretende que trabajes gratis! Se queda con las propinas y además nunca paga a tiempo y se ofende si le haces la mínima alusión. “Chica… si aún estamos a día 27… cómo te pones…” Pues me pongo roja, como los números de las cuentas del banco.

 

Por esto ya no tengo jefes… ni jefas… ni ganas…  Porque me he cansado de ir de “Loca a loca y tiro porque me toca”. Ahora voy de “puente a puente y dejo que me lleve la corriente”. Porque ahora soy mi propia jefa. Y eso solo puede significar una cosa: que me he vuelto loca del coño. Pero hasta que me llegue el carnet yo seguiré feliz como una perdiz.

 

Marta Toledo