Tipo de personas cuando les cuentas un cotilleo
Cuando hay alguna información jugosa que contar siempre hay varios tipos de reacciones. Está el que se sorprende de que estés cotilleando como si fuera lo más horrible e indigno del mundo. Estos para mí son los peores, desgraciados hipócritas, porque me juego lo que sea a que luego son los primeros que ponen la oreja y les encanta escuchar. Está también la que se hace la tonta, como si nunca supiera nada, y luego raja que te raja por detrás.
Qué casualidad que nunca sepa nada si le preguntas, pero oyes a gente repitiendo palabras que va soltando por ahí. De estas segundas también cuidadín.
Las que abiertamente dicen que les encanta marujear, que yo dividiría en dos grupos: – las que lo dicen por la performance y luego en realidad, aunque puedan tener cierto interés, les importa bastante poco – las ultras del marujeo: Esas que lo viven con pasión, que siempre están enteradas de todo, que ya no sabes bien cómo conocen la vida de tanta gente a la vez. Suelen tener una amiga cercana que es la primera en enterarse con ella, y es con la que más comparten todo siempre.
Las que lo odian. Bueno, es así, hay gente que me creo que sean sinceros, y que de verdad no les guste enterarse de los cotilleos ajenos. Pero vamos, que habrá dos en toda España, que en este país nacimos marujas y en el camino nos encontramos.
El que no cuenta nunca nada, pero pone la oreja para todo. Él no te va a decir nunca un cotilleo, se los guarda muy a gusto, pero como confían tanto en él, le cuentan todo tipo de jugosidades que solo te dan más ganas de sonsacar.
La misteriosa. La que te dice: uyy tengo una cosa que contarte que flipas, pero mejor cuando nos veamos en persona. Que QUÉ PERDONA. Ni hablar. O me lo dices ya o me como a tu gato vivo. Por favor, no digáis que tenéis cotilleos si la siguiente frase no va a ser contarlos, chiquita desgraciada jugando con nuestras emociones.
La podcast. Esa que te envía audios de 15 minutos con todo lujo de detalles. Que tú escuchas lavando los platos o yendo a trabajar de buen martes a las 8 de la mañana. Chica, resume.
El que larga todo. Una cosa es cotillear en plan light, que esta se va a casar, que este otro se lió con pascualito, y otra muy diferente contar intimidades muy íntimas. Si tu amigo Carlos tiene ladillas y te lo dijo de borrachera, quizá no es buena idea que lo largues, ¿no? ¿o qué?
La que se inventa cosas. Que claramente nadie le ha dicho, pero le quieren sonar o directamente se imagina. He de decir que este tipo de personas me encantan, porque tienen una imaginación que ya querría yo.
La tumba. Ni cotillea, ni se deja cotillear, ni defiende un cotilleo, ni lo niega, ni da su opinión. Es como una tabla de mármol, nunca sabes qué piensa, pero confías en que las tablas no hablan y, por lo tanto, tampoco, dirá nada.
Y mi favorita: la que se ilusiona profundamente con lo que dices aunque le sude tol papo. ¿Qué te has acostado con tu compañero de trabajo? Te pide detalles, finge emoción, te cuenta incluso alguna cosa suya. Pero en el fondo de su mirada perdida sabes que le da igual. ¿Nos importa? Para nada.
Te Falta Perreo