El titular se podría continuar con un «mientras te esperamos». Y es que a las personas que somos extremadamente puntuales nos hacéis perder mucho tiempo cuando nos hacéis esperar, en algo tenemos que ocupar esos minutos que se quedan en el limbo de vuestras demoras… La puntualidad está fatal vista (risas) y vamos a visibilizar todo lo que hacemos en esa dimensión paralela que es la espera y de la que absolutamente nadie habla (más risas):
– Intentar no ser tan puntuales. Lo intentamos cada vez pero nunca nos sale todo lo bien que nos gustaría y terminamos como siempre, esperando con cara de perrete abandonado.
– Escribir whatsapps con la intención de meter presión a la persona con la que has quedado. «Salgo de casa (+ emoji de flamenca)». «Ya estoy en el bus, calculo que llego en 15 minutos (cuando en realidad sabes que vas a llevar en 10, pero bueno)». «Estoy pasando por X (incluir nombre de tienda cercana a la zona de quedada) y tienen unas cosas ideales». No funciona, pero la esperanza es lo último que se pierde.
– Hacer tiempo. Tienes un máster en esto porque eres totalmente consciente de que vas a llegar a la hora en punto (o incluso 10 minutos antes si sufres mi terrible enfermedad), así que ya sabes que lo mejor es quedar en una zona en la que puedas hacer algún recado o por lo menos estar entretenida mientras te hacen esperar.
– Si eres fumadora (tabaco malo, tabaco caca), te vas a fumar un piti seguro.
– Te tomas un café y empieza a dejar de darte tanto pudor el tema de ser «una señora que bebe sola». Ya que hay que esperar, mejor con una caña y unas aceitunicas.
– Hablar por teléfono con tu madre. Porque así si se enrolla siempre puedes decir eso de «Mami, te llamo luego que acaba de llegar MariCarmen».
– Reavivas cualquier conversación de Whatsapp (Telegram o el servicio de mensajería instantánea que utilices) con cualquier dato irrelevante que se te ocurra. Un «Holi, hazme casito que me aburro» en toda regla…
– Pasarte Instagram y dejar comentarios en las publicaciones de la peña .Las stories son muy agradecidas para esos momentos (pero o gastan muchos datos o es que yo tengo mucho vicio).
– Sí, también te sacas algún que otro selfie (o foto artística si te da tanto pudor como a mi el tema de la autofoto pública y gratuita).
– Tarareas esa puta canción que lleva todo el día metida en tu cabeza. A veces hasta te da tiempo a montarte toda una coreografía mental.
– Lees. Si tienes la suerte de llevar un libro encima, enhorabuena. En caso contrario, leerás todos los carteles que estén a tu alcance: los de las tiendas, los anuncios de las farolas, el folleto del brujo de turno que te dieron por el camino… Lo más chachi es cuando te cuadra una carta de restaurante, ahí siempre hay mucha chicha que sacar.
– Contemplas tu outfit en el reflejo del escaparate que tengas enfrente. Y, aunque no haga falta, te atusas el pelo y el maquillaje.
– Miras la hora cada dos por tres y el tiempo pasa mucho más despacio porque te obsesionas un poquito Y TAL.
SÍ, ME HE PASADO MUCHO TIEMPO DE MI VIDA ESPERANDO
#PUNTUALESDIGNIDAD