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    MÓNICA Y VÍCTOR RICARDO.
    Amor ante la muerte.

    Epitafio:
    Guardo silencio mientras el viento mecía sus cabellos. Ya nada le importaba, ya nada valía la pena.
    Sus cabellos se posaban en la cara, se le metían en la boca, pero ya nada importaba, ya nada valía la pena.
    Las palabras no salían de sus labios, las lagrimas las ahogaban haciendo que desaparecieran en los ecos del viento, en las olas del agua. Pero ya nada importaba, ya nada valía la pena.
    Quiso gritar, quiso correr; quiso parar lo que iba a pasar.
    Ante sus pupilas aquello que amo se desvaneció, no había ecos de existencia en el viento, en el agua, en las lágrimas.
    Guardo silencio mientras el viento mecía sus cabellos. Ya nada importaba, ya nada quedaba, ya nada valía la pena, solo quedaba la pena.
    Fin.

    El dolor le impedía pensar en lo que le estaba pasando. Entre la desesperación y el destino su corazón roto y muerto comenzó a echar raíces.
    Se ilusiono de nuevo, con un nuevo comienzo, con algo único, con algo real.

    Su corazón era oscuro, era quizás inexistente, pero había algo en él que le hizo volver a creer, volver a latir dentro de él.
    Rego cada día su corazón para que esa esperanza volviera a renacer, volviera a latir.
    Quien encontrara aquel tesoro sabría apreciarlo, sabría amarlo como nunca lo habían amado antes.

    Comenzó a mostrar su mejor cara ante aquello que le daba esperanzas, que hacía que su pecho vacío volviera a latir. Él había vivido esperanzas antiguas que le habían herido, que le habían matado.
    Ella era diferente a lo que había tenido en su vida anteriormente; ella era de carne y hueso. Se presento ante él a través de la realidad del tiempo, de lo palpable, de lo humano.
    No hubo maquinas entre ellos, hubo tiempo y palabras, horas de espera que no se hicieron eternas porque ambos latían y latían a la vez, en sintonía, cuerpo a cuerpo, cuerpo y alma.

    Ella comenzó a regar aquella esperanza día a día, a ilusionarse con aquel extraño que le hacia sentirse especial. Ella era importante por fin para alguien y ese alguien era aquel chico sin corazón.

    Él comenzó a ver frutos de aquellos riegos que ella día a día hacía, cuidándole como la preciada flor; la mas delicada de todos los jardines y la que más hermosa crecía.
    Ella amaba aquella belleza infinita e imposible que estaba ante sus ojos; él amaba los cuidados diarios de alguien de nuevo, pero esta vez, cerca, piel con piel.

    El corazón de él por fin latió de nuevo, dedico sus mejores palabras y actos hacia ella, hacia ese nuevo sentimiento, ante un posible nuevo amor.
    Ella no sabia si creer en aquellas palabras, no sabía si aquello podía ser cierto o simplemente ella podía ser el sostén de alguien, sacar a aquel hombre de su estado, hacerle feliz.
    Ella fue sincera con él, no creía que nadie la pudiera amar, y le dejo claro que si quería usarla para salir de su estado lo hiciera. Él le dijo que no, que no quería solo de ella la ayuda por un tiempo, que la quería y creía en este amor que había crecido.
    Al principio no fue fácil creer, pero creyó, y fue feliz.

    Ella aprendió a amar, a tener algo propio en su vida, en su mundo, en su universo.
    Aquel hombre le mostraba cada día que la vida merecía la pena, que los años de espera habían valido la pena hasta encontrarle y llenar con su corazón el vacío que él tenía.

    Él recibió su regalo más preciado, el corazón completo de ella; un corazón puro que solo miraba y sentía por él. Él relleno con el su hueco y empezó a amar, a amar de verdad.

    Ella quiso ser refugio, quiso serlo todo para él , para que aquel cadáver volviera a tener carne, tener sentimientos y esperanzas.
    Ella, te lo puedo asegurar, lo dio todo; cada minuto de su vida lo vivía por él, pensando en él, soñando con él. En una vida felices juntos.
    Él fue un imposible y al fin era algo posible y lo cuidaría como una muñeca de porcelana, apreciándolo y quitándole todo el sucio de encima; sacrificando tiempo de su vida en él.

    Sus manos se unieron y caminaron juntas, hacia una vida, hacia una existencia unidos.

    Ellos hicieron un trato, we have a deal, ¿recuerdas?

    Seguir una vida juntos. Una existencia.

    Caminaron juntos por años.
    Hubo momentos felices, momentos duros, pero siempre se tenían el uno al otro para superarlos.
    Con solo mirarse sabían lo que sentían, lo que pensaban.
    Ella recupero su infancia, la ilusión que perdió a edad temprana por tener que madurar demasiado rápido.
    Él sonreía cada día, estaba orgulloso, caminaba recto, se sentía vivo.

    La vida de ella no era fácil tampoco; tenia miles de problemas y preocupaciones. Pero le tenia a él, su sostén, su oxigeno; daba igual lo que pasara, él estaba ahí para apoyarla, para escucharla.
    Se complementaban tan bien. Ella cuidaba de él, él de ella.

    La vida era maravillosa para ambos. Siempre que podían se unían en cuerpo y en alma. Aquellos momentos les hacían felices, eternos, cuerpo a cuerpo. Los abrazos fueron muchas veces terapia, desahogo, amor.
    Sus corazones se unían, sus almas gritaban y sus cuerpos chocaban.

    Se amaban con todos sus defectos, con sus afectos, con su belleza y con todo el amor que en el mundo pudiera existir.

    Ella aún recuerda cuando él comenzó a hacer corazones con sus manos, en el parque del Campo de las Naciones, era tan bonito verle feliz y enamorado.

    Él juro bajarle las estrellas, soñar con ella al verlas. Le hizo promesas, algunas no cumplidas. Y lleva razón en algo, por miedo a seguir incumpliendo no hizo más promesas, ni proposiciones. Ella no soportaba la mentira, y sentía que aquello lo era, todas aquellas promesas incumplidas le recordaban a todas aquellas hechas por su padre cuando era pequeña también incumplidas.
    Esta imagen es calcada a como él estaba feliz, haciendo sus caras que a ella siempre le sacaban una sonrisa.. Él era su mundo, y cada vez que le miraba sentia que su vida tenía sentido.que todo lo hecho merecía la pena, que él merecía la pena.

    Ella comenzó a ser parte de su existencia, de su estado actual, de la belleza de la vida.
    Ella era feliz viéndole sonreír, vistiéndose mejor, comiendo más. Se esforzaba cada día, no importaba la distancia. Que aquellos ojos marrones brillaran, que su boca perfecta sonriera, de que su corazón no volviera a morir era la única meta de ella.
    Pero ¿y ella?
    Cuando el comenzó a estar mejor olvido en ocasiones quien estuvo allí para él desde un principio, luchando a su lado, dándole su corazón. Dejo de escucharla, y ella fue muriendo poco a poco. Surgieron miles de problemas en los que necesitaba comprensión y ayuda, muchas veces solo obtenía palabras de cansancio por parte de él.

    No se sentía apreciada, sentía que cada momento de lucha no había merecido la pena.
    Nunca era una prioridad para él, siempre algo que, si surgía bien, y sino tambien bien.
    Se sentía despreciada, sola, y no sabía cómo actuar.
    Era insistente, pesada queriéndole ver, ver aquello que le daba la vida. Sacaba tiempo para pasarlo con él
    Buscaba salir con él, disfrutar de una noche de fiesta, de copas, una tarde de cervezas, pero él siempre estaba cansado.
    Ella se fue apagando como una estrella al morir, empezó a morir poco a poco. Lo peor de todo, él no se dio cuenta.

    Ella comenzó a sentirse débil, a ser ella quien necesitaba aquello que dio en un pasado. Comenzó a sentirse muerta, vacía, sin esperanza, sin tenerle a él como apoyo… Guardaba silencio en busca de no causar problemas cuando surgía alguna discusión. En busca de seguir con aquello que era lo único que le hacía latir su corazón.

    Se hirió 2000 mil veces en busca de seguir a su lado, mientras iba muriendo por la indiferencia de aquello que había creído tener y veía que ya no tenia. Buscaba lo que la otra persona obtuvo de ella…
    La desesperación se apodero de ella, pero pese a todo cada vez que le veía su universo, su corazón volvía a ser algo maravilloso. él es su vida y ella no sabía cómo conseguir no perderle pese a estar sintiendo que no era nada especial para él , que había miles de cosas por delante de ella en rango de importancia
    Ella sentía que él jugaba con ella, que sólo la apreciaba por lo que ella le podía dar, y no por lo que ella era, el amor más puro que él pudo tener.
    Hasta las promesas de compromiso parecían haberse hecho por obligación no por haberlo sentirlo.

    Se sentía perdida, en una cárcel donde ni él podía acceder. Ella le amaba, pero no se sentía amada.

    Él decía que se quemo ,que se sentía muerto de nuevo, ella ya estaba derretida, quemada, pero seguía ahí. Hasta cuando se sintió minusvalorada seguía ahí, con sus cenizas, con sus miedos, con sus sentimientos por él, apoyándole, amándole con todo lo que quedaba de ella.

    Quizás él no supo como seguir con aquello adelante, como luchar por ella, como proteger a la que le cuido, y corto por lo sano.

    A ella solo le quedaban los recuerdos de aquello por lo que lucho, por lo que dio su vida y su corazón. Aquello en lo que entrego todo, su alma, su cuerpo, sus esperanzas.

    Solo quedaban los recuerdos de lo que fue, de lo que tuvo, aquello a lo que pertenecio.

    Ahora solo trataba de curar sus heridas en soledad, luchando, llorando por recueperar lo que mas ama, a él.

    ¿Pero sabes algo? Ella se esta curando para esperar, para que si algún día él vuelve a ella, estar preparada para amarle completamente, sin rencores, dando de nuevo todo de sí.
    Ella lucho una vez por él, lo dio todo, y parecido funcionar, pero no pudo luchar sola.
    Ahora su corazón late por recuperarse, por ser mejor, por seguir cuidándole, aunque él ya no este a su lado.

    Cuando alguien ama no olvida, y ella sigue recordando y cuidando aquello que ama, día a día, para que se recupere y sea feliz y pueda amar de nuevo.
    Ella ahora de nuevo riega su corazón para revivirlo, y riega el suyo también que murió en el intento de ser feliz.
    Dos corazones se están recuperando, poco a poco y con el pasar de los días. Solo el tiempo sabe que ocurrirá con estos dos corazones muertos.

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