Esta es mi historia con, llamémosle chico G.

Ya llevaba cuatro días haciendo el camino de Santiago, y sólo me quedaba un día para llegar al final.Mi compañero que había conocido en el Camino y yo pensamos que era buena idea parar en el albergue a 5 km de Santiago.
En este albergue se hacía un concierto donde había un montón de peregrinos y fue allí donde le vi a él.

Ya le había visto por el camino en alguna ocasión pero nunca habíamos hablado. Ese día me dijo: “qué tal has llegado? te he visto un poco cansada al final” a lo que le respondo que si, que la verdad que he llegado bastante cansada pero que ya no nos queda nada.

La verdad es que yo estaba muy cansada así que le dije que me iba a la habitación a dormir y entonces me preguntó que si tenía Instagram y procedí a darle mi Instagram.

A partir de ahí no dejamos de hablar durante varios días y en una de estas me dijo que si me apetecía ir hacer una ruta por la montaña con él.

La idea me pareció muy bien y él me ofreció que nos quedáramos a dormir cerca de la ruta ya que a mí me pillaba un poco más lejos que a él y no aprovecharíamos el día.

Yo le dije que sí pero que cogiera un albergue barato y después me preguntó que si quería una cama doble o dos separadas y yo pensé “que capullo lo está dejando en mi mano” así que dije que lo que él viera.
Así que llegó el día: cogí el coche y me fui al punto donde habíamos quedado. No os voy a engañar estaba muy nerviosa.

Llegué a mi destino y ahí estaba esperándome en su coche. Aparqué el mío al lado, me monté en el suyo y fuimos a hacer la ruta. Él tenía estudios relacionados con la naturaleza y a mí eso me encantaba ya que soy una fiel amante de las plantas y los animales.

En esta ruta me llevo por sitios espectaculares, seguramente por donde mucha gente no pasa pero él se lo conocía muy bien. Disfruté muchísimo y no paramos de reír. Estaba empezando atardecer y decidimos ir hacia el albergue, yo no sabía que había cogido así que cuando llegamos y vi que había reservado en un Hotel de cuatro estrellas casi me da algo.

Subimos a la habitación: él se pega una ducha y yo le esperé tumbada en la cama viendo el móvil. Cuando salió de la ducha casi me caigo de ver el tío que tenía enfrente de mi.

Me temblaba todo así que me metí en la ducha y cuando salí nos tumbamos en la cama viendo vídeos.

Nos estuvimos riendo y poco a poco él se iba acercando a mí. Yo cada vez estaba más nerviosa, la verdad. No me lo creía hasta que empezó a acariciarme por todo el cuerpo y empezamos a besarnos.

En ese momento pensé que estaba viviendo una película.

Empezamos a hacerlo y él siempre preguntándome si estaba a gusto, si estaba tranquila y muy pendiente de mí. Después nos fuimos a cenar por el pueblo en el que estábamos, estuvimos riéndonos y después decidimos ir a tomarnos una copa.

Hablamos de la vida, de los valores de las personas, de los valores que buscamos en las demás personas y él cumplía todos los valores que yo buscaba en alguien.

Volvimos al Hotel y muy cariñosamente volvió acariciarme, a besarme y bueno en fin, a hacer lo que todos ya sabéis. Una vez terminamos nos fuimos a dormir y se pasó toda la noche abrazándome.

Yo en ese momento estaba feliz sentía que me estaban dando el cariño que hacía mucho tiempo que no me daban.Nos levantamos nos fuimos a desayunar y nos despedimos.

No sabía si le iba a volver a ver, volví en el coche como una cría de 15 años llamando a todas mis amigas para contarles la historia de amor que había vivido ese fin de semana.

Durante el camino de Santiago me ofrecieron trabajo fuera de mi ciudad y acepté. Mi ciudad estaba a tres horas de donde él vivía y mi nueva ciudad a 7.Seguimos hablando todos los días y dos días antes de irme, le propuse que viniera a mi ciudad.

Vino y pasamos otro fin de semana de película: risas, conversaciones y momentos íntimos cada vez mucho mejores.

Yo estaba en una nube, pero siempre con la incertidumbre de si le iba a volver a ver o no. Él no estaba pasando por un buen momento personal.

Al día siguiente de que él se marchara yo me iba a mi nueva ciudad.

Hablábamos todos los días, veíamos películas juntos en la distancia, nos dábamos los buenos días y las buenas noches, nos decíamos que teníamos ganas de vernos y nos interesábamos por muchas cosas de la otra persona.

Yo cada vez me iba pillando un poquito más así que le propuse vernos un fin de semana en un punto medio.

Así que quedamos. Fuimos a la montaña, a un pueblito más o menos en un punto medio. Cuando nos vimos, nos dimos un gran abrazo y luego por la noche, no nos separamos. Estuvimos abrazados toda la noche.

Yo había salido de una relación un poco tormentosa y no sé si es que me había faltado mucho cariño, pero me estaba dando mucho amor.

Al día siguiente nos fuimos a hacer una ruta por la mañana y por la tarde hicimos un plan de aventura. Cuando estábamos haciendo el plan, me paré un momento, me puse a sonreír y me di cuenta de lo feliz que estaba siendo.

Al día siguiente yo le noté un poco más frío y algo en mí sabía que iba a ser la última vez que le iba a ver.

Fuimos a comer y en la comida tuvimos la conversación que yo estaba esperando. Hablamos de nosotros, de lo inviable que iba a ser todo: por la distancia, por sus problemas personales, y porque él no estaba preparado para tener una relación.

Cuando nos despedimos estuvimos abrazados cerca de cinco minutos sin decir nada y esa, fue la última vez que le vi.

A día de hoy hablamos muy de vez en cuando pero nada fuera de lo normal, ya que a ninguno de los dos nos viene bien.

Para mí ha sido una historia de amor preciosa y que, aunque no haya llegado a nada más, me hizo sentir muy feliz y muy querida en en un tiempo cortito.

Aunque las cosas a veces no salen como queramos, tenemos que quedarnos con lo bonito del momento y disfrutar cada segundo.