Esta historia comenzó hará un mes. Había cortado con mi pareja, la primera que había tenido, con la cual no me había podido descubrir como persona. Y claro, yo me dije ‘nena pues ahora a ser feliz y descubrir gente’. Lo que no me había parado a pensar era en mis estándares. Soy una persona que enseguida confía en otras personas, y saliendo de una relación a la mínima que vi que otra persona me daba un mínimo de contacto humano, para allí que fui de cabeza.
Me descargué el Tinder, tuve alguna cita de jajas, y entonces apareció: el cani.
El prototipo de cani que podéis tener en la cabeza de pantalones por las rodillas, vocabulario de la RAE, coche con rosario y música de teque teque. Todos los requisitos los tenía. Aun así, eso no quitaba que fuese, por lo menos de primeras, un buen chaval, gracioso, amable, esas cosas que dices ‘oye, pues venga’. Error. Me preguntó si quería ir a cenar, que me invitaba, a donde yo quisiese. Y yo ‘uuuu pues claro’, porque quiero decir, tampoco me gustaba tanto ni le conocía tanto pero comida gratis. Y así podía saber más sobre cómo era este chaval. Por un contratiempo no pude ir, le avisé con bastantes horas de antelación y me disculpé, diciéndole podíamos ir otro día porque sí que quería ir. Su respuesta fue unas fotos de su madre en el hospital y me contestó como una víctima, y que quería pasar las fiestas (esto era en navidades) con su familia, osea chantaje del mejor por no haber ido a cenar. No amigas, no fue bastante Red Flag.
Seguimos hablando y le pregunté cómo estaba su madre, porque si me dices que un familiar está en el hospital me voy a preocupar y voy a intentar ayudar como pueda a animarte. Lo que fuimos hablando siempre era él recordando que no fui a cenar y yo pidiendo perdón. Un día vino hasta donde vivo a tomar algo (vivimos a unos treinta kilómetros) y se lo agradecí y le invité a lo que tomó. Fueron unas risas y bien.
Vino otro día y ahí ya venga vamos. Me lié con él, y he de decir que ha sido la primera vez que besé a una aspiradora. Le dije como dos veces que me siguiese a mi pero nada.
Otra vez quedamos y fuimos en su coche a un monte, porque hay que ser como Dora e investigar lugares perdidos, y pasaron cosas de toqueteo.
Hasta aquí bien. Él majo, agradable, fuma mucho y me daba un poco de asquete pero bue.
Amigas, ahora empieza la cagada.
Me dijo que iba a encargar una habitación de hotel para pasar la tarde, maravilloso, cama matrimonial, al lado de la playa. Y yo como una princesa pensando que el chaval al que le había dicho una vez ‘perdón huelo un poco a sudor’ acto seguido me esnifó y me dijo ‘hueles a hembra’ era mi príncipe y el coche de rosario y la radio pinchada que cada vez que ponía los intermitentes sonaba era el carruaje.
Fuimos a dar un paseo por la playa antes de ir a comer y ahí fui escuchando más red flags, hasta viéndolas, pero nada. Sobre el aborto, en contra, porque es algo egoísta sacrificar una vida por la tuya, pero ojo el sexo sin condón. Las vacunas, el estado que nos impone, como las mascarillas. Los toros, cultura, al igual que en Roma los gladiadores. Incluso me relató como un día apaleó a un gato porque le arañó, riéndose. La cara que tuve que poner de asquerosidad debió de ser tanta que me dijo que no hablásemos de cosas políticas porque igual no me iban a parecer correctas.
Ella piensa que el chaval tiene oportunidad y voy a por una pizza. No he visto a una persona comer como este chaval ni sabía que te podías manchar tanto. Masa de pizza hasta en las cejas.
Vamos al hotel, y el follodrama. Se quita los pantalones y se echa en la cama, me echo yo y me quedo a un lado, porque no me estaba gustando nada su cuerpo. Cada persona es como es y a unas personas les gustas y a otras no, este chaval no me ponía. Pero bueno, igual tenía que estar más en el ambiente.
Empieza a hacer cosas y mira, acababa de meterme una pizza y la tenía en la barriga, ganas de cosillas no tenía. Se lo dije y él quería, así que le dije si le parecía un oral. Obvio que accedió y cuando se corrió me dijo que se iba a echar una siesta. Y ahí que se echó el chaval. Y yo de rodillas al lado de él, así que me di una ducha. Ya que estaba en un hotel pues lo iba a aprovechar, me puso dos toallas como Pretty woman y volví a la cama. Me eché y se gira y dice ‘tengo una erección y necesito tu ayuda’. Le dije que vale porque me estaban entrando, y le dije que se pusiese un condón, que soy una mujer preparada y llevaba hasta lubricante. Intentó acercarse sin ponerse uno y le quité, a regañadientes se lo puso y nenas, no sentía nada abajo. Yo en la cama con un cani encima que estaba poniendo la cara de alguien que está cagando y le es difícil con gemidos que a ver, a mi el oír a la otra persona es lo que más me hace mojar (ya lo explicaré adelante), y él hacía uuuu uuuu. Y yo pensando en tengo que tomar otras decisiones y mucho mejores.
Pensad en la escena.
Sale y se quita el condón para mojar echárselo por encima. Que bonito aquapark.
Le dije que no me corrí y se va a lavar las manos porque era algo de la honra el que yo también. Yo hago squirt. He llegado a hacer charcos y mi cuerpo me dice cuando le gusta. En serio, que las sábanas estaban más secas que si la hubiesen metido en una secadora. Y él se estaba enfadando porque en su coche sí que mojé y yo pensando obvio chaval porque ahora conozco sobre cómo piensas y te he visto sin ropa. A ver ya que estaba en una cama iba a quedarme a gusto así que me toqué y ala.
Me cantó a los ojos pero que esto no haga penar de forma diferente. Me tiré a un facha que iba de que no sigue al estado y votó a vox. Y fue una experiencia que no quiero repetir.