Pfff, vengo con una historieta «rara» de anoche, que no puedo decir que me haya «hecho daño», pero mentiría si dijera que no me ha dejado pensando en la naturaleza humana…
Empecé en un nuevo trabajo a principios de mes, y había un chico (según mi criterio, muy mono) que se pasaba el rato sonriendo y ayudándome en todo lo que podía. Me hacía un poco de tilín, pero decidí esperar a ver qué pasaba. Estos últimos días estuvo preguntándome donde vivía, y al responderle me dijo que era de por allí, luego que cómo venía al trabajo, y etc, etc.
Ayer, me preguntó que qué coche tenía (mi pobre y modesto 306 medio cochambroso al que tengo mucho cariño, jajajaja), y algo dentro de mi cabeza -de persona observadora- hizo «clic». LA CHICA QUE SOLÍA LLEVARLO A CASA A LA HORA DE CERRAR ESTABA EN SUS DÍAS LIBRES. Y escuché de pasada que además tiene pareja (sorry Flor, va a ser que no).
Cuando estábamos cerrando, me dejé una cosa fuera de lugar, y él se lo dijo a otra compañera… me adelanté a decir que había sido yo, y soltó «Bueno, no te digo nada porque eres mi Flor…», respondí vacilándolo -eh, simpáticamente- «Ya, bueno, y porque así de paso te puedo llevar a casa ya que no está -X-«. Se puso un poco rojo ante la carcajada general.
Evidentemente nos llevamos bien, y la cosa queda ahí, pero me surgieron un par de cosas:
-¿No podía pedírmelo sin más? (Después del cable que me ha hechado en el trabajo, lo habría llevado de buena gana)
-¿Para qué el paripé? (Insisto, no sólo lo habría llevado a él, si cualquier compañero que viva muy cerca me lo hubiera pedido, habría aceptado)
Firmado: La casi-pagafantas