Hola a todxs,
Trataré de contar mi historia lo más brevemente posible.
Mi pareja (31) y yo (30) cumpliremos en octubre 3 años de relación, de los cuales año y medio han sido en convivencia, la cual, exceptuando un bachecillo el verano pasado, ha sido de ensueño.
Este bachecillo consistió en una pelea (bastante heavy) por el tema del tabaco. Él fuma y yo, por cuestiones de salud, no lo podía ni ver. Un día dije basta y que me iba de la casa hasta que llegáramos a un punto medio al respecto, de no ser así, tendríamos que romper la relación. Cuál fue mi sorpresa al decirme entre lágrimas que llevaba un tiempo pensando en pedirme matrimonio, y no solo eso, sino que se arrodilló y me lo pidió. Inmediatamente, me dijo «perdón, estoy nervioso, olvídalo, yo quería hacer esto bonito, dame un poquito de tiempo y lo hago como tengo en mente».
Por mí, eso fue genial. Por un lado, me parecía algo pronto (apenas llevábamos algo más año y medio), además, mis circunstancias personales (un duelo) no me invitaban a ponerme en modo festivo. Por lo que, aliviada, me olvidé del tema por un tiempo y «quedé a la espera», sin demasiadas prisas, de su pedida según tenía él planeado. No obstante, debo reconocer que según finalizaba el año y me sentía más animada y recompuesta, comenzó a hacerme ilusión su idea y tenía ganas de que llegara ese momento, incluso comencé a ahorrar un poquito, pensando que estaba al caer. 15 meses después, no ha pasado nada.
Hace cuestión de un par de meses, le dije cómo me sentía al respecto: que tenía la desagradable sensación de que había recurrido a un chantaje para que, un año atrás, no me fuera de casa (cosa que consiguió), lo cual me rebatió enseñándome fotos de unos anillos que había estado mirando en febrero, y que «ya sabes que soy un poco relajado». También mencionó algo de que había visto otro ideal para mí pero que era más caro y tenía que ahorrar un poquito más. Me convenció y, de nuevo, dejé de darle vueltas.
Pero últimamente vuelvo a darle vueltas al asunto. Lo cierto es que cuando habla de futuro, nunca menciona una futura boda. Sí habla de la compra de una casa entre los dos, de viajes a lugares exóticos, de hijos. Pero nunca de matrimonio, por lo que no entiendo el porqué de tanta palabrería de pedida y de supuestas preparaciones de una pedida en la cual no parece tener interés y que nunca llega. Hace apenas unos días, me dijo que para mi próximo cumpleaños (el mes que viene) me regalaría un ordenador portátil. A lo que me quedé pensando: «pero no estaba ahorrando para el anillo que tanto le gustó para mí? y se pone a gastar cientos de € en un portatil que ni necesito?». A ratos pienso que está jugando al despiste para de verdad sorprenderme. Pero cada vez más estoy comenzando a pensar que me manipula con la idea de una boda para mantenerme a su lado, porque sabe bien que es algo que me hace ilusión.
Lo que más me duele es que lo está consiguiendo. Me he dado cuenta de que a raíz de su «primera pedida», dejé de verle como un novio cualquiera y pasó a ser «mi futuro marido», y he actuado en consecuencia, anteponiéndole a muchas cosas. Una de las más fuertes, hace justo un año, cuando decliné una oferta laboral bastante interesante porque eso implicaba un cambio de Comunidad Autónoma y pensé, inocente de mí, que era «un mal momento para irme, ahora que tenemos planes de boda». Pero lo cierto es que no termino de ver que eso vaya a pasar. Mucho ruido y pocas nueces. Y me preocupa que más adelante suceda lo mismo con el tema de los hijos. Una boda puede esperar, pero la fertilidad es la que es y yo voy para 32. No quiero que me tenga años pensando que en breves nos ponemos a buscar un bebé y que eso tampoco llegue.
La verdad es que no sé muy bien qué hacer con él. Cualquier conversación que tenga con él va a ser para que me diga mil palabrerías bonitas, por lo que está descartado. Además, no voy a ser yo quien le agobie con el tema. Lo que sea que haga va a tener que ser por mi cuenta. Por el momento he decidido volver a ser más independiente y no pensar «en modo pareja» sino «en modo individual», porque objetivamente no hay tanto compromiso como para dirigir mi vida teniéndole siempre en cuenta. Pero también es verdad que está ganando mucho peso el ponerle una fecha límite a todo esto, el 31 de diciembre. Y si no hay nada claro en ese momento, terminar la relación y seguir con mi vida. Él, evidentemente ni sabe ni sabría nada al respecto. Pero no sé si es exagerado.
Gracias por vuestra lectura, cualquier palabra me resultará útil de leer.
Un beso a todxs,