Muy buenas a todas,

con esto de la cuarentena he visto más de una anécdota familiar que nos ha hecho estallar en carcajadas así que dije «¿por qué no?», así que, allá voy.

Todo empezó haciendo limpieza, encontré una caja de cartón enorme llena de fotos antiguas, en el armario de mi habitación. La nostalgia está servida: fotos de navidades, cumpleaños, comidas familiares, comuniones…solo faltaba de fondo la canción de «Cuéntame». En esto, que recuerdo una anécdota familiar que, a día de hoy, aún me hace llorar de la risa.

El hecho en cuestión ocurrió cuando servidora tenía unos escasos ocho años. Habíamos quedado toda la familia para un almuerzo entre los cuales estaban, claramente, mis primos: mi primo de unos seis años y mi prima pequeña, de unos tres años y pico. Evidentemente, al ser la más pequeña, acaparaba toda la atención.

Recuerdo que mi primo y yo nos empezamos a entusiasmar y a pedir Fanta, hasta que mi tío decidió cortarnos el grifo y a decir que, hasta que no llegara el plato fuerte, que no había más refresco. Mi primo empezó a protestar y a decir que quería más, a punto de hacer un berrinche. En esto, que mi tierna y linda primita abrió la boquita para decir con su dulce vocecita: «Fanta. DALE FANTA, COÑO».

Las reacciones fueron diversas entre los adultos. Por una parte, era evidente que la niña había tenido un puntazo pero por otro, sabían que no estaba bien reírse, porque a un niño pequeño no hay que reírle las gracias cuando hace algo mal. Por nuestra parte, mientras mi tía estaba muerta de vergüenza, mi primo y yo estábamos muertos de risa.
A día de hoy, siendo adultos, recordamos esa anécdota a menudo y mi prima se echa a reír de la situación que ella misma protagonizó, siendo tan pequeña. Ahora admito que, si llega a ser mi hija, no habría sabido dónde meterme, pero la verdad, con ocho años no lo ves así. Al menos nos quedó una anécdota divertida para el recuerdo.
Un saludo a todas.