Voy a exponer algo curioso que me sucedió ayer.
Fui a una agencia de viajes, porque quiero contratar unas vacaciones. No voy a mencionar nombres, pero fui a esta agencia expresamente porque me hablaron bien de ella y sus ofertas.
Entro yo allí súper dispuesta a todo, y una señorita bien educada me dice que tome asiento, y le cuente qué busco. Mi respuesta: «me gustaría hacer tal viaje a tal lugar en tal fecha, que he visto que tenéis varias ofertas». Empieza a abrir el libro, a enseñarme hoteles, y llega la parte del presupuesto. Me dice que quiénes iríamos, y le digo que mis hijos y yo. Se le cambia la cara y me dice: «es que esta oferta es para familias normales, no para familias monoparentales, lo que quiere decir que se te incrementa el precio que te habia dado» . Osea, que por no tener pareja, o en su defecto ir otro adulto, no podía acceder a ninguna oferta. De hecho, no había oferta ninguna para familias monoparentales. Nada. Cero.
La cosa es que todos eran en teoría «hoteles familiares». Es decir, que deberían tener diferentes ofertas para diferentes tipos de familia. Enfocados en niños y familias. Si fueran hoteles, digamos, de estancia general, me lo como, pero se supone que están especializados en familias. Lo veo más delito aún.
Spoiler: el viaje se incrementa en 230 euros. Ahí es ná.
De aquí saqué dos conclusiones:
1. Aún hoy en día el mundo sigue poniendo trabas y problemas a familias monoparentales.
2. Seguimos siendo un grupo discriminado, y que no entra dentro de lo que se considera «familia normativa».
No culpo a la agencia, no culpo a la chica que nos atendió, pero da qué pensar.