El Vecino: capítulo 17

Inicio Foros Querido Diario Relatos El Vecino: capítulo 17

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #150176

    Irene me ayudó a prepararlo todo, reservé el local donde había celebrado mi cumpleaños y lo decoramos con un montón de globos azules, avisamos a sus amigos, a sus hermanas y Ana y Carol también estarían allí.
    Reuní unas cuantas fotos con ayuda de Irene, una con su padre en la vieja caseta donde ahora estaba la cabaña, otra con sus hermanas y su madre, otra con amigos y una nuestra que hicimos en las vacaciones.
    Las llevé a la pastelería para que las imprimiesen en papel de azúcar y las pusieran en la tarta que habíamos encargado.
    Su cumpleaños coincidía en viernes, pero decidimos celebrarlo el sábado y así no tener que preocuparnos por madrugar al día siguiente si la fiesta terminaba tarde, así que le avisé para que esa noche no hiciera planes.

    -Sabes que yo no suelo hacer grandes celebraciones por mi cumpleaños- me dijo.
    -El viernes si no quieres no haremos nada especial, pero el sábado….prometo que no será algo exagerado, solo una cena de amigos, déjame hacer esto, por favor…- respondí poniendo cara de buena y ojitos tristes.
    -Si me lo pides así, no puedo negarme sea lo que sea que hayas preparado.

    Sonreí sabiendo que había logrado convencerle.
    No quería obligarle a celebrar una fiesta si realmente no le apetecía pero sabía que en el fondo también disfrutaría pasando esa noche con sus amigos y su familia.
    En el centro comercial había una agencia de viajes y me pasé por allí una tarde al salir de trabajar.
    Reservé un viaje de 4 días a Valencia, había un hotel temático muy original y elegí una habitación dedicada a la música, era perfecta para nosotros, y además no había mejor sitio para invitarle a comer una paella sabiendo que le gustaba tanto.
    Él aún tenía unos cuantos días de vacaciones pendientes y yo hice algunas horas extra y un par de cambios de turno con mis compañeras, así pude acumular esos días de descanso para irme con él.
    Ese sería mi regalo para el sábado, pero se me ocurrió preparar algo más para el día de su cumpleaños, algo que quería darle cuando estuviésemos solos.
    Quería que ese día también tuviese sorpresas y el jueves le pedí que cuando se levantase el viernes lo primero que tenía que hacer era avisarme cuando estuviese despierto.
    Madrugué mucho ese día, sabía que él se levantaba más pronto porque entraba a trabajar una hora antes que yo.
    Le preparé un desayuno con tortitas, fruta y sirope de chocolate.
    Cuando recibí su mensaje, le pedí que abriese la puerta y subí hasta su casa a llevárselo.

    -No quería despertar a nadie llamando al timbre a estas horas, pero quería ser la primera en felicitarte y hacer algo para que empezases bien el día.

    Le dejé la bandeja con el desayuno y me fui rápido a prepararme para ir a trabajar, no sin antes despedirme de él susurrando bajito un feliz cumpleaños acompañado con un montón de besos.

    -¡Te quiero!- escuché mientras bajaba las escaleras.

    A mediodía nos vimos como siempre un ratito más mientras íbamos a casa.
    Yo trabajaba esa tarde y él saldría a tomar algo con sus amigos, pero quedó en recogerme después.
    Mis padres habían salido a cenar y le pedí que viniese conmigo a casa, tenía algo más que darle ese día.

    -He querido esperar a mañana para darte tu regalo en la cena, pero quería que hoy también tuvieses algo, aunque va a ser difícil de explicar.

    Saqué del escritorio una pequeña cajita de madera con un candado y se la di, la miró, le dio un par de vueltas y la agitó intentando comprobar si había algo en el interior.

    -¿Y la llave?- preguntó curioso.
    -La llave la tengo yo, porque no quiero que la abras todavía.

    Me miraba sin entender nada.

    -Lo que hay dentro tiene que ver con el regalo de mañana, pero no quería dártela delante de todos, es algo solo para ti, por eso te la doy ahora. Quiero que la guardes y cuando llegue el momento te daré la llave para que puedas abrirla y ver lo que contiene.
    -A veces me das miedo, a saber qué tramas…
    -Nada que no puedas soportar, confía en mí, te va a gustar- dije sonriendo- siento no tener nada más para ti hoy.
    -No digas tonterías, no necesito más regalos. Bastante has hecho ya, teniendo en cuenta que yo estropeé tu cumpleaños.
    -Oye- me acerqué a él colocando mis manos en sus mejillas- no pienses más en eso ¿vale? Es algo que ya pasó, estamos bien, estamos juntos y yo soy feliz ¿No lo eres tú también?
    -Claro que sí.
    -Pues ya está, olvida todo lo demás. Para mí lo único que queda de ese día es un montón de chocolate que aún guardo en el armario de la cocina y que pienso comerme antes de que caduque.

    Sonrió y le besé en los labios.
    Estuvimos un ratito más en mi habitación, pusimos música y nos quedamos sentados en el borde de la cama teniendo una más de nuestras conversaciones, intentando decidir qué canción era la que más nos gustaba de aquel CD que habíamos puesto.
    Los días malos ya no existían para mí, ahora solo quedaban las cosas buenas.
    El sábado cuando llegamos al local todos estaban allí esperándole.
    La cena fue muy divertida, sus amigos eran el alma de la fiesta, no paraban de reir y de bromear y él lo estaba pasando realmente bien, incluso se emocionó cuando vio todas las fotos que habíamos puesto en la tarta.
    Le entregamos todos los regalos y le gustó mucho la sorpresa del viaje.
    Un ratito después sus hermanas se marcharon, querían ir a pasar el domingo en el pueblo y madrugarían, asique nos quedamos con todos los amigos hasta la hora de cerrar.
    Estuvimos bailando, riendo y disfrutando hasta bien entrada la madrugada, y ya de camino a casa fuimos recordando los momentos más divertidos.

    -Gracias por ésta noche, ha sido perfecta- dijo.
    -¡Y tú te la querías perder!
    -Tienes razón, aunque me ha faltado una cosa ¿cuándo piensas darme la llave de la caja? Esperaba abrirla hoy.
    -Pues tendrás que esperar un poco más, la caja es parte del viaje, la abrirás cuando estemos allí.
    -El lunes hablo con mi jefe y le pido esos días, no puedo esperar para ver lo que hay dentro.

    Cogimos las vacaciones un par de semanas después, salimos un jueves y tendríamos hasta el domingo para disfrutar de un viaje inolvidable.
    Llegamos al hotel, nos dieron la llave de la habitación y cuando entré me quedé embobada mirándolo todo durante un buen rato.
    Todo estaba decorado en blanco, rojo y negro.
    El cabecero de la cama estaba lleno de discos de vinilo colgados a modo de cuadros y en el resto de las paredes habían pintado pentagramas con notas musicales. La alfombra que había a los pies de la cama simulaba el teclado de un piano y la colcha era blanca con notas musicales estampadas en negro.
    Las mesitas de noche y el armario empotrado eran de un rojo brillante y encima de uno de esos baúles que se suelen utilizar para guardar instrumentos había un tocadiscos, un reproductor de CDS y una caja con varios vinilos.
    La habitación era bastante grande y había una pequeña zona de descanso, con un sofá de dos plazas y una mesita baja, la televisión estaba colgada en la pared y junto a la mesita también había una guitarra eléctrica que formaba parte de la decoración. Incluso la lámpara simulaba un altavoz, no le faltaba ni un solo detalle.
    Tenía baño privado, fui a verlo para asegurarme de que había bañera tal y como me habían dicho, no es que diese nada por hecho, pero quise ser precavida por si la necesitábamos, era mucho más cómoda que un plato de ducha.

    -Me encanta- dijo- sé que quieres que vayamos a visitar algunos sitios pero me va a costar salir de aquí.
    -Hoy podemos quedarnos, que el viaje ha sido largo y así descansamos, pero mañana salimos, tengo que invitarte a comer paella, es para lo que hemos venido aquí.
    -¿Me estás diciendo que nos hemos hecho casi 600kms solo para comer paella? Te hubiese salido más barato llevarme al bar del centro comercial.
    -¿Y perdernos ésta habitación y éstas vistas? Además, te recuerdo que hay una caja por abrir… cuando volvamos el domingo ya me dirás si han merecido la pena las 6 horas de viaje.

    Habíamos llegado al hotel sobre las 5 asique después de sacar las cosas de la maleta, al final salimos a dar un paseo por los alrededores y nos quedamos a cenar por allí.
    Volvimos pronto al hotel, a pesar del viaje y el paseo, no estábamos tan cansados. Había pensado esperar hasta el día siguiente para darle la llave de la caja, pero decidí hacerlo esa misma noche.
    Estaba sentada en el borde de la cama y le pedí que se sentase conmigo.

    -Has traído la caja ¿verdad?
    -Fue lo primero que metí en la maleta.
    -Pues cógela y espérame aquí mientras yo voy a por la llave.

    La había escondido en el neceser que tenía en el baño, cuando volví estaba sentado de nuevo en la cama, le entregué la llave y la abrió.

    -¿Esto son?… no sé muy bien qué es.
    -¿No sabes leer?- pregunté divertida.
    -Sí, pero no sé qué significan exactamente.
    -Son cinco tarjetas y cada una de ellas tiene escrito un sentido: gusto, tacto, vista, olfato y oído.
    -¿Y que tengo que hacer con esto?
    -Lo que quieras, de eso se trata. Son deseos, puedes usarlas como quieras, todas juntas, una cada vez… puedes ser tu el que decida cómo utilizarlas, o puedes dejarme elegir a mí, he traído unas cuantas cosas que nos pueden servir de ayuda.

    Saqué de la maleta una pequeña bolsa de viaje donde había guardado un bote de aceite para masajes, un CD con música y sirope de chocolate.

    -Cuando reservé el viaje en la agencia, también fui a la tienda de lencería y compré algo que quizás quieras ver, pero para eso tendrás que usar la tarjeta que tiene el sentido de la vista. ¿Entiendes ahora para qué sirven?
    -Creo que empiezo a entenderlo- dijo sonriendo.

    Me tumbó sobre la cama, sujetándome las manos por encima de la cabeza:

    -¿Pretendes volverme loco?
    -Solo quiero que no olvides este viaje, quería sorprenderte y que tu regalo de cumpleaños fuese un poquito más especial.
    -Ya lo era antes de esto, estar aquí contigo ya era el mejor regalo que podías hacerme.
    -¿Entonces no quieres usar la caja?
    -Oh, sí. Ahora ya no hay marcha atrás, voy a usar ahora mismo la primera tarjeta, me muero por ver qué compraste en esa tienda.
    -Pues pon ese CD y dame cinco minutos para cambiarme de ropa.

    Fui al baño y me puse el conjunto que había comprado. No era demasiado atrevido, no iba con mi estilo, pero quise elegir algo sensual y sugerente, sabía que aquel corsé que utilicé una noche le había gustado sin ser algo excesivamente osado, así que me decidí por un picardías de encaje semitransparente en color azul eléctrico a juego con un culotte, quizás no tenía ni su cuerpo ni su altura, pero yo me sentía con él como las mismísimas modelos de Victoria´s Secret con esos babydoll que lucían en la pasarela.
    Me arreglé un poco el pelo, me puse unas gotitas de perfume y salí del baño.
    Él estaba tumbado en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero de manera muy relajada, pero al verme salir, se incorporó ligeramente y noté cómo sus músculos empezaron a tensarse.
    Me acerqué despacio a los pies de la cama, pero me hizo un gesto con la mano.

    -No, espera, quédate ahí, por favor.

    Ni siquiera pestañeaba, me miraba de arriba hacia abajo, mordiéndose el labio e inhalando profundamente, con las palmas de las manos sobre la cama, como si de un momento a otro fuera a abalanzarse sobre mí, pero no lo hizo, volvió a relajarse y se apoyó de nuevo en el cabecero.

    -Si te acercas más, ese conjunto no te va a durar puesto ni un minuto, y aun quiero disfrutar un poco más de esto. ¿Puedes darte la vuelta?

    Me giré, quedándome de espaldas a él, y aunque no podía verle, sentía su mirada recorriendo mi cuerpo.
    Quizás él estaba disfrutando de la vista, pero yo ya no la necesitaba, cerré los ojos y me dejé llevar por el sonido de la música de fondo, contoneando las caderas de manera muy suave, imaginando que era él quien las guiaba con sus manos.
    Me sobresalté al notar que me retiraba el pelo hacia un lado y se acercó a mi cuello, respirando el aroma que desprendía mi perfume. Ni siquiera le había escuchado acercarse.

    -Supongo que esta noche puedo usar también la tarjeta del olfato-dijo- eres increíble, estás preciosa y me vuelves loco.

    Me sujetó por la cintura, yo no había dejado de moverme y empezó a seguir mi ritmo atrayéndome hacia él, rozando mi espalda contra su pecho.

    -¿Ya puedo girarme?-pregunté en un susurro.

    Él mismo lo hizo en un rápido movimiento y me encontré con sus ojos, tan azules, tan brillantes, tan llenos de deseo y tan profundos que podría perderme en ellos.
    Puse mis manos en su abdomen y las deslicé hacia su pecho, ayudándole así a deshacerse de la camiseta.
    Se sentó en el borde de la cama y yo me acomodé sobre sus piernas, seguía mirándole a los ojos casi hipnotizada por aquella mirada, recorrí con las yemas de los dedos sus párpados, sus mejillas y después sus labios, los besé recreándome en ellos, mordisqueándolos, provocando que su lengua jugase con la mía. Hundí mis manos en su pelo y él colocó las suyas en mi espalda, los besos aumentaron la intensidad hasta que nos perdimos entre las sábanas mientras la música seguía sonando.

    -Elsa…
    -Dime.
    -Quiero que uses alguna de las tarjetas, que hagamos algo que tú quieras hacer, y tu también disfrutes de esto.
    -¿Crees que no lo hago ya?
    -Sé que lo haces porque quieres, pero no sé…no quiero sentirme el único beneficiado del juego.
    -No lo eres, es tu regalo, pero yo disfruto tanto como tú, si no créeme, no me prestaría a ello. ¿Te ha gustado verme con ese conjunto?
    -Mucho.
    -Pues a mí me ha gustado tanto como a ti saber que me mirabas de esa manera y sentirme deseada. Sé que a veces eres un poquito pesado con estas cosas, pero para eso estoy yo, para recordarte que tomo mis propias decisiones. El hecho de que yo quiera complacerte, no implica que seas el único que obtiene placer. ¿Recuerdas en la cabaña? Antes de que te metieras en la bañera ni siquiera te toqué, fuiste tú el que hizo algo por mí, y sin embargo tu también disfrutabas ¿no?
    -Ni te imaginas cuanto.
    -Pues esto es lo mismo. Es un juego de dos, puede que esta vez lo haya empezado yo, pero en lo que acabamos de hacer no estabas solo ¿verdad? Si no te ha quedado claro aún cuanto disfruto teniendo sexo contigo, podemos repetirlo, las veces que sean necesarias hasta que te convenzas.
    -¿No te cansas nunca?- dijo riendo.
    -Espero que no, porque aún hay muchas cosas que quiero hacer contigo.

    A la mañana siguiente nos despertamos temprano y pedimos que nos subieran el desayuno a la habitación.

    -¿Te parece bien si yo me voy duchando en lo que suben el desayuno y luego entras tu?- le pregunté.
    -No, no voy a dejar que te metas tu sola en esa bañera.
    -Te recuerdo que hoy vamos a salir, y probablemente pasemos todo el día fuera, tienes que reservar energías.

    Corrió detrás de mí, me cogió en volandas y me tiró sobre la cama mientras yo no paraba de reirme.
    Se tumbó encima de mí mientras sus manos intentaban deshacerse de mi ropa interior.

    -¿Crees que no soy capaz de aguantar el ritmo? ¿Por quién me has tomado?
    -Ya tienes unos años, tienes que empezar a tomarte la vida con calma.
    -Calma…Voy a demostrarte que a pesar de mi edad, estoy en perfecta forma.

    Me besó y lo hizo de tal manera que supe que ya no podría escapar… pero sonó la puerta, traían el desayuno.
    Aproveché que él fue a recogerlo y salí corriendo hacia el baño.
    No me sirvió de nada, a los dos minutos estaba allí claramente decidido a continuar lo que habíamos dejado a medias.
    Me observó mientras me desnudaba.

    ¿Sabes? – le dije- empiezo a pensar que anoche tenías algo de razón, esas tarjetas te dan demasiado poder, así que voy a aceptar tu propuesta, quiero usar una.
    -¿Y qué sentido piensas utilizar?
    -El gusto. Trae el sirope de chocolate y entra aquí conmigo.
    -¿El sirope? No sé si es buena idea…
    -Tranquilo, no pretendo montar aquí la fábrica de Willy Wonka, solo necesitamos un poquito.

    Se metió en la bañera y se colocó frente a mí pero no decía nada, simplemente me observaba, intentando averiguar cuáles eran mis planes.
    Abrí el bote y puse un poquito de sirope en mi dedo índice, primero lo probé y después le ofrecí un poco a él.
    Me acerqué y le besé en los labios, saboreando los restos de chocolate que habían quedado, puse unas gotitas más alrededor de su cuello y dejé que algunas resbalasen por su torso deliberadamente.
    Tuve que inclinarme un poco para poder recogerlas, mientras él no dejaba de mirarme, y averiguó rápidamente mis intenciones cuando me vio arrodillarme.
    No aparté mis ojos de los suyos y vi como sonreía y su expresión cambiaba por momentos, reflejando primero expectación y deseo, y convirtiéndose unos minutos después en una declaración de placer absoluto.
    Apenas usé el chocolate, pero había aprovechado bien mi tarjeta de los sentidos, saboreando cada rincón de su cuerpo.
    Terminamos de ducharnos y desayunamos mientras hablamos sobre los lugares que visitaríamos durante el día.
    Decidimos ir a pasear por los Jardines del Turia y los alrededores del Palau de la Música. Hicimos una parada al mediodía para comer una paella y nos sentamos en una terraza Aunque era octubre, el tiempo allí era buenísimo, nosotros estábamos acostumbrados a salir con abrigo en esa época del año, y quisimos disfrutar de los rayos del sol.
    Valencia olía a cítricos, a pólvora, a mar, a hierba recién cortada, y entre todos esos aromas, yo podía seguir distinguiendo el suyo.
    Mientras él miraba la carta del restaurante, le observé durante unos segundos, llevaba una camiseta azul, unos vaqueros, las gafas de sol puestas y esa pose despreocupada que siempre tenía, y me pareció irresistible.

    -¿Porqué me miras así?
    -Solo pensaba en lo distinto que eras para mí hace apenas un año, lo distinta que era yo en realidad, tu siempre has sido el mismo.
    -Yo siempre te he visto igual, desde el primer día pensé que eras inteligente, un poquito contestona, pero divertida y muy sexy. Y no me equivoqué.
    -Yo ni siquiera te miré a la cara la primera vez que me subí a tu coche y mírame ahora, enamorada como una idiota y sin poder dejar de mirarte, supongo que me costó un poco más que a ti.

    Después de comer seguimos el paseo y ya por la noche regresamos al hotel, cenamos allí, en el restaurante que había en la planta baja y subimos a la habitación.

    -Creo que hoy nos merecemos descansar un poco, nunca había caminado tanto- dije tirándome encima de la cama.
    -¿Estás demasiado cansada como para bailar conmigo? Quiero poner ese CD que has traído, ayer no pude escucharlo entero- dijo mientras conectaba el reproductor.
    -Ya me conozco tus bailes…
    -Solo quiero usar esas tarjetas antes de que termine el fin de semana, pero prometo ser bueno esta noche, solo sentarnos a escuchar música, un baile y nos acostamos.

    Le miré con cara de creerle más bien poco, pero acepté.
    ¿Cómo iba a negarme? Si yo era la primera que no podía resistirme a él.
    Teníamos un minibar junto a la cama, así que saqué un par de aquellas botellitas y preparé dos copas.
    Él se sentó en una esquina del sofá y yo me acomodé al otro lado, colocando mis piernas encima de las suyas.
    Había cogido el mando del reproductor y pasaba algunas de las canciones después de unos segundos, pero se detenía en otras, escuchándolas concentrado en lo que decían. Estábamos en silencio, y me dedique a observarle, a veces cerraba los ojos y movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música, en ocasiones aparecía en su gesto una pequeña sonrisa de medio lado y se quedaba así durante un buen rato.
    Me moría de curiosidad por saber qué estaría pensando.

    -¿En qué piensas?- pregunté intrigada.
    -Intento imaginar las cosas que podríamos hacer con cada canción- contestó con los ojos aún cerrados.

    No dije nada, pero su respuesta provocó en mí un suspiro profundo, mordí mi labio inferior y me revolví un poco sobre el asiento. Él colocó sus manos sobre mis piernas, intentando controlar el ligero temblor que me producía observar aquella situación.
    Sentir sus manos acariciándome resultaba aún más excitante, incliné la espalda hacia atrás, con la manos en el cuello y cerré los ojos intentando relajarme un poco, pero ya no era capaz de estarme quieta.
    Se incorporó y sujetó mis manos levantándome del sofá y acercándome a él.
    Coloqué mis manos en su pecho y él puso las suyas en mi espalda, rodeándome con sus brazos.
    En ese momento comenzaba a sonar la siguiente canción, y fue como una señal, apenas podía comprender lo que decía, nunca fui buena con el francés, pero no me hacía falta saber idiomas para entender lo que me hacía sentir.
    Nos movimos al ritmo de la música, parecíamos estar sincronizados acompañando aquellos sonidos de fondo con nuestra propia respiración. Y nos dejamos llevar por ese ambiente cargado de sensualidad y deseo, nos besamos con cierta lujuria, avivando aun más las ganas que ya nos teníamos.
    Aunque habíamos llegado cansados, no pudimos resistirnos al placer, sabíamos encontrar el ritmo perfecto para cada ocasión y ésta vez hicimos el amor de manera suave y delicada, lentamente, dedicándonos cientos de te quiero susurrados al oído mientras nos fundíamos entre caricias y besos.
    Nos quedamos dormidos un rato después uno en brazos del otro y no nos separamos en toda la noche.
    Al día siguiente nos levantamos algo tarde, necesitábamos recuperarnos un poco, llevábamos allí dos días pero habían sido bastante intensos, y los kilómetros del día anterior se notaban en las piernas.
    Bajamos a desayunar al bar del hotel y decidimos que ese día no iríamos muy lejos, nos quedamos dando una vuelta por el mercado central, parando en cada puesto, disfrutando de los aromas y admirando aquel espectáculo visual de colores que formaban las frutas, las verduras y las hortalizas.
    Él estaba emocionado hablándome de cada producto que le llamaba la atención, contándome historias sobre las cosas que había aprendido en la cocina durante esos veranos en el restaurante de su tío, y a mí me encantaba escucharle.
    Tomamos un zumo de naranja natural, probamos la mojama y un par de dulces típicos de la zona, y después compramos unos frutos secos a un señor muy simpático que durante un rato quiso hacernos de guía por el mercado y nos recomendó un bar de comidas caseras para que probásemos la coca de verduras.
    Después de comer regresamos al hotel.

    -Aún nos queda esto- dijo señalando la caja con la última tarjeta- así que te propongo algo, esta tarde nos quedamos aquí tranquilos, descansamos hasta la hora de la cena, te invito a ese italiano que hay aquí al lado y después volvemos a la habitación. Sé que no es un gran plan, pero podemos ver una peli, escuchar música o simplemente hablar.
    -Es un plan perfecto, además con la cena en el italiano ya me has convencido del todo.

    Pusimos la tele, nos tumbamos en la cama y pasamos la tarde entretenidos comentando los programas que emitían y charlando sobre mil cosas.
    Salimos a cenar alrededor de las 9, el restaurante italiano estaba en la misma calle del hotel pero no quisimos bajar muy tarde porque habíamos visto que se llenaba bastante y era sábado, no queríamos tener que esperar mucha cola.
    Nos dieron mesa enseguida asique cenamos tranquilamente y sin demasiado jaleo alrededor.
    Pedimos un par de entrantes para compartir, una ensalada de burrata y unos ravioli rellenos con nueces y gorgonzola. De postre, como no podía ser de otra manera, un tiramisú.
    Acompañamos esas delicias con un par de copas de vino, aún sin estar acostumbrada a tomarlo, empezaba a cogerle el gusto. ¡Me encantaba aquella cena! Y por supuesto la compañía.
    Un poco antes de las 11 ya estábamos de vuelta en el hotel.
    Era nuestra última noche allí y me invadió un poco la misma tristeza que cuando regresamos de la cabaña.
    Pero decidí ignorarla, aún teníamos muchas horas para disfrutar juntos, y eso es lo que hicimos.
    Me tumbé sobre la cama y me desabroché el botón del pantalón, él se sentó a mi lado.

    -He cenado demasiado- dije- y ahora me duele un poco la barriga, pero me da igual, puedo soportarlo. Ha merecido la pena porque todo estaba buenísimo. Gracias por llevarme a ese restaurante.
    -Soy yo el que tiene que agradecerte a ti, han sido unos días increíbles, no podría imaginar un viaje mejor que éste.
    -No lo han sido, lo están siendo, aún nos queda esta noche- me incorporé y me senté sobre el empujándole hacia atrás y obligándole a tumbarse en la cama- ¿Qué quieres hacer con esa tarjeta?

    Me echó hacia un lado y ahora era él quien estaba tumbado sobre mi cuerpo.

    -Quiero usarla contigo ¿Dónde tienes ese aceite que habías comprado? Voy a necesitarla para el masaje.
    -Está en el neceser del baño ¿Piensas untarme de aceite a estas horas? Sabes que después tendré que ir a ducharme.
    -Esa es la intención, un baño relajante antes de dormir nos vendrá bien a los dos.

    Se levantó en dirección al baño, quitándose la camiseta en el camino, cuando salió llevaba el pantalón del pijama puesto, el bote de aceite en una mano y una toalla en la otra, y yo aun no me había movido.

    -¿Qué haces así? ¿Voy a tener que desnudarte yo también?

    Incliné la cabeza levantando ligeramente una ceja, retándole a que lo hiciera.

    -¿Quieres jugar? Pues vamos a jugar los dos- contestó desafiante.

    Se deshizo de mi camisa y mis pantalones, tomándose su tiempo con cada botón que desabrochaba, después se sentó sobre mis caderas, yo seguía tumbada en la cama, y simplemente me dejaba hacer.
    Se acercó a mí, humedeciéndose los labios con intención de besarme, me incorporé un poco para poder acercarme más a él, pero se retiró, negando con la cabeza.

    -Aún no- dijo con una sonrisa casi maliciosa.
    -No, no, no ¡prometo ser buena! Pero no me hagas esto otra vez- dije suplicando entre risas.
    -Has empezado tú, ahora tendrás que asumir las consecuencias.

    Cerré los ojos, resignada.
    En el fondo disfrutaba tanto como él y sabía que aquel juego merecería la pena, y mucho.
    Me coloqué boca abajo y él comenzó a masajear mi espalda, extendiendo unas gotitas de aceite que antes había dejado caer sin previo aviso, provocando que me estremeciera.
    Pero esta vez no se detuvo en mi espalda, sus manos comenzaron a bajar hacia mis piernas y después de deleitarse durante largo tiempo, me pidió que me diese la vuelta.
    Se hizo a un lado, para poder tener acceso a todo mi cuerpo, desde el cuello fue bajando hasta mi cintura, masajeando cada una de las zonas por las que sus manos se paseaban con delicadeza.
    Continuó deslizando su mano derecha entre mis piernas mientras con el brazo izquierdo me ayudó a incorporarme, apoyando mi espalda contra su cuerpo.
    Me senté entre sus piernas y aquel masaje se convirtió en algo mucho más íntimo y mucho más placentero, pero tardaron poco en aparecer sus ganas de jugar de nuevo, y cuando mis músculos empezaban a contraerse, paró de pronto y regresó con sus manos a mi espalda.
    Tardé unos segundos en reaccionar, intentando recuperar el aliento y entender porqué había hecho aquello.

    -Aún no- repitió de nuevo susurrando en mi oído.

    Pocos minutos después inició de nuevo su juego, volviendo a llevarme al mismo punto, y aunque prácticamente le supliqué que no parase, volvió a hacerlo.

    -Vas a volverme loca-dije con cierto tono de desesperación.
    -Eso es exactamente lo que quiero- respondió mientras sujetaba mi cara girándome hacia él para después besarme con intensidad.

    Y un solo beso volvió a encender esa chispa que saltaba cuando nos tocábamos.
    Comenzó a acariciarme de nuevo, esta vez con más rapidez y apenas tardé unos segundos en volver a sentir escalofríos, pero no estaba dispuesta a consentirle que alargase más aquel momento.
    Me di la vuelta, sentándome sobre sus piernas y sujetándole la cabeza con mis mano y agarrando su pelo con firmeza, le miré a los ojos, sonreí y detuve su juego para iniciar uno nuevo en el que esta vez participamos los dos, y lo hicimos con muchas prisas y con muchas ganas, deseando satisfacer cuanto antes esa necesidad de sentirnos uno y de obtener todo el placer que los dos sabíamos que aquello podía darnos.
    Nos quedamos abrazados un par de minutos, intentando recuperar el aliento, estábamos exhaustos.

    -Si alguna vez vuelves a intentar hacerme esto, juro que no dejaré que me pongas una mano encima- dije con la respiración aun entrecortada.
    -Mírame a los ojos y dime que no te ha gustado, dime que lo de después no ha sido aún mejor.
    -Te odio tanto cuando tienes razón…
    -Yo también te quiero- contestó de manera dulce.

    Me besó entre risas y nos quedamos tumbados sobre la cama unos minutos más.
    Después de aquella sesión estaba agotada, los dos lo estábamos, así que nos dimos un baño para quitarnos todo el aceite del cuerpo y relajarnos un poco.
    Él se acomodó entre mis piernas y le rodeé con mis brazos:

    -¿Siempre has sido tan bueno? Y no me refiero al sexo, que también, pero me refiero a cómo eres. No hay maldad en ti, y haces que todo parezca fácil.
    -Nunca me ha gustado complicarme la vida, hay personas que le dan cincuenta vueltas a todo, para mí no es así, intento simplificar siempre que puedo y todo resulta más sencillo.
    -Yo soy de esas personas que piensan demasiado las cosas y también de las que tiene un poco de maldad algunas veces.
    -No creo que seas mala, y tampoco creo que yo siempre sea bueno, cometo errores, tú lo sabes, y la mayoría de las veces lo hago precisamente por eso, por no pensar.
    Pero por eso nos entendemos bien, a ti te sobra lo que a mí me falta, y cuando estamos juntos todo encaja, nos nivelamos. Así de simple.
    -¿Ves? a esto me refiero, has vuelto a hacerlo-sonreí- lo ves todo claro, y de una manera tan simple.
    -Nos queremos, nos entendemos y nos complementamos, para mí contigo todo es sencillo.
    -Me gusta lo sencillo.

    Le abracé aun más fuerte, pensando que con él tenía todo lo que necesitaba, simple, sin complicaciones, sin condiciones, y tenía razón, así todo era mejor.
    Regresamos a la cama después del baño y dormimos abrazados de nuevo.
    El domingo teníamos que dejar el hotel a las 12, asique bajamos pronto a desayunar, volvimos para recogerlo todo y preparar las maletas y a media mañana emprendimos el viaje de vuelta a casa.
    Cuando íbamos a montar en el coche le pregunté:

    -Dime, ahora que ya nos vamos, ¿han merecido la pena los 600 kilómetros para comer paella?
    -Hubiese hecho 1200 kilómetros por mucho menos- dijo sonriendo.

    En esos días que pasamos juntos en Valencia, tuve la sensación de que el tiempo se había parado para nosotros, para que pudiésemos disfrutar cada segundo que pasamos juntos, pero al volver, todo parecía ir demasiado rápido, y sin darnos cuenta, ya habían pasado 6 meses de aquel viaje.

    PLAYLIST VIAJE A VALENCIA


    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #150177

    Como siempre,  espero vuestros comentarios!

    PLAYLIST SPOTIFY VIAJE A VALENCIA : https://open.spotify.com/user/9vcbqoxhwe8kq6y0dqs0gpnfv/playlist/08qdE2KZSuTiSdkPPGHdRb?si=PRxnETBmTZiUDmSjvX5x9g

    INSTAGRAM: moetsirelatos

    FACEBOOK PAGE: http://www.facebook.com/moetsirelatos/

    Responder
    Iria
    Participante
    Iria on #150185

    Uau!! Vaya regalazo de cumpleaños ha tenido El Vecino! Y vaya regalazo hemos tenido nosotras con este capítulo!! ????

    He visto en las redes sociales que has tenido problemas con la tecnología (espero que la estirada no sea meiga y fuese cosa de ella????). Muchas gracias por el esfuerzo de escribir, por soportar la presión que te hacemos al pedir el siguiente capítulo nada más terminar el último que has publicado, por luchar contra viento y marea para poder publicar hoy y no dejarnos con las ganas de vecino… muchísimas gracias!!

    Responder
    María F.
    Participante
    María F. on #150189

    Te costó, pero lo publicaste y ha merecido la pena. No puedo dejar de suspirar cuando te leo ????????. Gracias por la playlist y por este pedazo de capítulo!!

    Responder
    talia
    Invitado
    talia on #150193

    Otro regalazo, gracias!!!

    Cuando en el hotel a ella le dolía la barriga de la cena, y se ponen a ñiki ñiki como siempre, eché de menos que ella no se pasará media hora en el váter y luego durmieran. Por que son tan asquerosamente perfectos? Jajaja, que rabia!

    Responder
    Brujilla
    Invitado
    Brujilla on #150194

    Ainssssssssss!
    CAPITULAZO Moetsi????????????????????????
    Me ha encantado todo,el único pero es que espero que la última parte no signifique que Elsa vuelve con sus rayadas porque sería para darla una ración de espabilina ????

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #150195

    IRIA gracias! lo he pasado fatal! El ordenador se me ha estropeado con el disco externo conectado y crei que habia perdido todo lo que tenia incluido TODO lo del vecino. Y encima tengo un portatil viejo que no arrancaba tampco y me ha costado un monton poder entrar aqui hoy y subir el capitulo.
    pero bueno, de momento hoy he salvado el dia jeje
    MARIA si os ha gustado, entonces si ha merecido la pena jeje
    BRUJILLA jajaja que poco confias en Elsa eh!! si es que en el fondo os gusta el drama jijiji
    TALIA jajaja me parto de risa con tu comentario! pero como iba yo a estropearles asi la noche! le dolia la barriga de cenar mucho mujer, pero no voy a hacerle esa faena. Con lo que le estaba esperando, tenia que dejarla disfrutar jijiji

    Responder
    Issa
    Invitado
    Issa on #150207

    Me ha encantado el capítulo, súper romántico y especialmente que se desarrolla en Valencia, viví más de un año allá y amo la ciudad, sus naranjas, el clima, las fallas, los bares, las Terrazas, los valencianos lol todoooo. Gracias por traer esos recuerdos tan chulos a mi mente.

    Responder
    Lila
    Invitado
    Lila on #150239

    Ooooohhhhh superrrr bonitooooo!!!! Ainssss esas escapadas románticas son lo mejor del mundo jijiji
    Ahora tengo otra escena en mente sobre cuándo desvelarás el nombre del vecino jajajajaja a ver si acierto ;-)
    Sublime, Moetsi!!!!

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #150365

    ISSA a Elsa le gusta Valencia tanto como a ti ????????
    LILA iba a hacer una apuesta contigo a ver si adivinas, pero juego con ventaja ???? solo te diré que lo sabréis pronto, porque esto se acaba ????

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 16)
Respuesta a: El Vecino: capítulo 17
Tu información: