Elige la vida. Elige un empleo mileurista. Elige un televisor grande que te cagas. Elige un coche de segunda mano y un piso en alquiler, pequeño, pero muy mono. Elige una mascota. Elige pareja. ¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí la crisis de los 30. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes 30 años?
He decidido no elegir la vida. Cómo en un libro de elige tu propia aventura, prefiero que alguien decida por mi. Estas son mis dos opciones…
Durante la carrera, pude estudiar unos meses en otro país. Desde entonces tengo el gusanillo de volver a marcharme al extranjero. No tengo nada que me retenga en esta ciudad en la que estoy ahora, salvo una cosa: mi pareja. Mi pareja, mi mascota y un trabajo que me permite vivir en nuestro piso de alquiler.
Para mi, mi pareja y nuestro proyecto juntos es lo más importante, pero por otro lado no se si debo renunciar a la inquietud de una experiencia en el extranjero. Dejar el trabajo y probar suerte en otro lugar puede ser una gran aventura, pero también puede ser una forma muy fácil de echar a perder mis perspectivas de futuro en pareja.
¿Qué hago? ¿Lo arriesgo todo? ¿O busco nuevas experiencias sin cambiar de país?