Eso fue lo que soltó el otro día mi cuñada en una comida familiar. Ella informó a la familia por quincuagésima vez que está a dieta de nuevo y yo no dije ni pío pero todos se pusieron a hablar de que en esta vida hay que cuidarse y que si ella no soporta ganar ni medio kilo porque ya se encuentra mal y todo eso.
Desconecté de la conversación mientras me comía mi plato de paella y de repente la escucho que me mira y me dice que es que es una pena que por ejemplo a mí no me hayan enseñado a comer en condiciones, que en nutrición no todo vale y que el problema que tenemos muchas es que vemos la comida como algo más de lo que es porque al final la comida sirve para alimentarnos sin más.
Yo que estaba allí sin meterme en su obsesión por estar delgada, que me mantuve al margen… Es que me da la impresión de que al final la cuestión es compararse con su cuñada la gorda para sentirse ella más realizada o algo.
Después mientras recogíamos vino a preguntarme si me había sentado mal o algo y yo le dije que con mi educación no se meta al igual que no me meto yo en la suya y que si quiere pasarse la vida chupando un apio por mí perfecto pero que nos deje en paz a los que queremos comernos un plato de paella a gusto.
No puedo con ella…